Opinião

CRÓNICA
Cartas desde la ilusión

Juan A. Castro PosadaQuerido amigo:

Hoy quiero continuar con las reflexiones de mi carta del mes anterior. Recordarás que el "tópico" era la idea de que el alumno aprende haciendo, y no escuchando al profesor.

Mi idea sobre la educación parte de un principio relativamente similar en cuanto a su expresión, aunque muy diferente en cuanto a su contenido y a las implicaciones que supone desde el punto de vista de la práctica educativa. Me explico una vez más: yo creo que el alumno aprende controlando (no tanto haciendo) bajo la "batuta" del profesor.

Pero todos sabemos que el alumno (niño o adolescente o, incluso, joven) está desarrollando su capacidad de control, ya que, a menos edad, menos capacidad de ejercer el control sobre las acciones, los pensamientos, las emociones, etc. Estoy convencido de que la capacidad de control es un deseo, un objetivo, una meta…, si quieres, un proceso, más que una realización o un producto. También estoy convencido, como psicólogo, que esta meta es inalcanzable por parte del ser humano. Por tanto, nunca conseguiremos controlar todo en todo momento. Sin embargo, parece que los educadores tendemos a tratar de conseguir que nuestros alumnos consigan eso mismo que nosotros no somos, ni seremos, capaces de alcanzar de una manera definitiva. Y uno de los errores adicionales que, en mi opinión, hemos cometido en nuestro sistema educativo consiste en creer y/o intentar que nuestros discípulos consigan controlar todo en todo momento ejerciendo, sobre todo, una de nuestras facultades mentales, la memoria, excluyendo excesivamente la acción del resto (o de casi todas) de las facultades mentales (inteligencia -en todas sus dimensiones-, creatividad, etc.).

Por eso pienso, y seguiré pensando hasta que alguien me convenza de lo contrario, que la labor del profesor consiste en promover en los alumnos su capacidad de control.

Ahora bien, reconozco que, en este momento, surgen algunas preguntas o cuestiones/problemas que resultan dificultosas en lo que toca a su resolución.

La primera, y más fundamental (a mi juicio) es la siguiente: ¿cómo conseguiremos promover el control en nuestros alumnos si nosotros mismos nos mostramos incapaces, en demasiadas ocasiones, de ejercer el control sobre lo que acontece en el aula? (evidentemente, no quiero entrar en aspectos o dimensiones personales de esta pregunta).

La segunda pregunta o problema quedaría formulada de la siguiente manera: ¿En qué consiste el control que debemos/deberíamos promover en nuestros alumnos?

La tercera pregunta que se deriva es: ¿Estamos formados para ello? ¿Se nos ha entrenado, en el proceso de nuestra formación como profesores, para afrontar esta necesidad fundamental?

Podríamos formular la cuarta pregunta de la siguiente manera: ¿Por qué, en lugar de libros de texto orientados/dirigidos a los alumnos, no se editan libros o se realizan cursos formativos para los profesores acerca de la manera de ayudar a los alumnos a desarrollar el control sobre las cosas, los acontecimientos, los conocimientos necesarios en cada momento, la emociones que suscita cada situación, etc.?

Podríamos seguir formulando otras cuantas preguntas más en relación con este tema del desarrollo del control que deberían ir consiguiendo nuestros alumnos a lo largo de su experiencia educativa.

No sé hasta qué punto estaré en lo cierto si afirmo que nuestros alumnos finalizan su experiencia educativa (incluyendo la Universidad) sin conseguir y disfrutar de una sensación de control que les permita afrontar el futuro con optimismo.

Lo que sí creo cierto es que los alumnos que consiguen esa sensación no lo hacen si no es desde la base de su esfuerzo personal, de su intento de dominar las situaciones, de emprender ideas nuevas… Realmente, son pocos los alumnos que muestran ese cambio en su dinámica personal y profesional gracias al proceso educativo.

Es una pena, pero la realidad es así.

No obstante, reconozco que me agradaría que todos los profesores viviésemos la satisfacción que produce el que una/un alumna/o te diga: "Gracias, profesor, porque tu asignatura (o tu intervención educativa) ha cambiado mi manera de enfocar las cosas y los problemas… y, por tanto, ha cambiado mi vida".

Espero que en la próxima carta sigamos reflexionando sobre el control y el esfuerzo personal.

Hasta la próxima, como siempre, ¡salud y felicidad!.

 
 
Edição Digital - (Clicar e ler)
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