CRÓNICA
Cartas desde la ilusión
Querido
amigo:
Hoy quiero continuar con las
reflexiones de mi carta del mes anterior. Recordarás que el
"tópico" era la idea de que el alumno aprende haciendo, y no
escuchando al profesor.
Mi idea sobre la educación parte de
un principio relativamente similar en cuanto a su expresión, aunque
muy diferente en cuanto a su contenido y a las implicaciones que
supone desde el punto de vista de la práctica educativa. Me explico
una vez más: yo creo que el alumno aprende controlando (no tanto
haciendo) bajo la "batuta" del profesor.
Pero todos sabemos que el alumno
(niño o adolescente o, incluso, joven) está desarrollando su
capacidad de control, ya que, a menos edad, menos capacidad de
ejercer el control sobre las acciones, los pensamientos, las
emociones, etc. Estoy convencido de que la capacidad de control es
un deseo, un objetivo, una meta…, si quieres, un proceso, más que
una realización o un producto. También estoy convencido, como
psicólogo, que esta meta es inalcanzable por parte del ser humano.
Por tanto, nunca conseguiremos controlar todo en todo momento. Sin
embargo, parece que los educadores tendemos a tratar de conseguir
que nuestros alumnos consigan eso mismo que nosotros no somos, ni
seremos, capaces de alcanzar de una manera definitiva. Y uno de los
errores adicionales que, en mi opinión, hemos cometido en nuestro
sistema educativo consiste en creer y/o intentar que nuestros
discípulos consigan controlar todo en todo momento ejerciendo,
sobre todo, una de nuestras facultades mentales, la memoria,
excluyendo excesivamente la acción del resto (o de casi todas) de
las facultades mentales (inteligencia -en todas sus dimensiones-,
creatividad, etc.).
Por eso pienso, y seguiré pensando
hasta que alguien me convenza de lo contrario, que la labor del
profesor consiste en promover en los alumnos su capacidad de
control.
Ahora bien, reconozco que, en este
momento, surgen algunas preguntas o cuestiones/problemas que
resultan dificultosas en lo que toca a su resolución.
La primera, y más fundamental (a mi
juicio) es la siguiente: ¿cómo conseguiremos promover el control en
nuestros alumnos si nosotros mismos nos mostramos incapaces, en
demasiadas ocasiones, de ejercer el control sobre lo que acontece
en el aula? (evidentemente, no quiero entrar en aspectos o
dimensiones personales de esta pregunta).
La segunda pregunta o problema
quedaría formulada de la siguiente manera: ¿En qué consiste el
control que debemos/deberíamos promover en nuestros alumnos?
La tercera pregunta que se deriva
es: ¿Estamos formados para ello? ¿Se nos ha entrenado, en el
proceso de nuestra formación como profesores, para afrontar esta
necesidad fundamental?
Podríamos formular la cuarta
pregunta de la siguiente manera: ¿Por qué, en lugar de libros de
texto orientados/dirigidos a los alumnos, no se editan libros o se
realizan cursos formativos para los profesores acerca de la manera
de ayudar a los alumnos a desarrollar el control sobre las cosas,
los acontecimientos, los conocimientos necesarios en cada momento,
la emociones que suscita cada situación, etc.?
Podríamos seguir formulando otras
cuantas preguntas más en relación con este tema del desarrollo del
control que deberían ir consiguiendo nuestros alumnos a lo largo de
su experiencia educativa.
No sé hasta qué punto estaré en lo
cierto si afirmo que nuestros alumnos finalizan su experiencia
educativa (incluyendo la Universidad) sin conseguir y disfrutar de
una sensación de control que les permita afrontar el futuro con
optimismo.
Lo que sí creo cierto es que los
alumnos que consiguen esa sensación no lo hacen si no es desde la
base de su esfuerzo personal, de su intento de dominar las
situaciones, de emprender ideas nuevas… Realmente, son pocos los
alumnos que muestran ese cambio en su dinámica personal y
profesional gracias al proceso educativo.
Es una pena, pero la realidad es
así.
No obstante, reconozco que me
agradaría que todos los profesores viviésemos la satisfacción que
produce el que una/un alumna/o te diga: "Gracias, profesor, porque
tu asignatura (o tu intervención educativa) ha cambiado mi manera
de enfocar las cosas y los problemas… y, por tanto, ha cambiado mi
vida".
Espero que en la próxima carta
sigamos reflexionando sobre el control y el esfuerzo personal.
Hasta la próxima, como siempre, ¡salud y felicidad!.