Opinião

Tutoria en la universidad

Hernandez DiazLos conceptos de ayuda, de acompañamiento, apoyo, protección, defensa, orientación, tutoría, y otros parecidos, cuando son  aplicados a la educación no son técnicamente equivalentes, ni sinónimos, sino complementarios. La tutoría en educación deja entrever una cierta orfandad en el proceso de enseñanza y aprendizaje, la evidencia de una dependencia parcial de un menor, o un inferior, que puede sentirse desguarnecido, desprotegido, confundido o despistado en sus tareas como estudiante, como alumno, sea cual fuere su edad y tipología de estudios.

La tutoría parte del supuesto de la existencia de un adulto superior dispuesto a ayudar, a orientar, a apoyar, a uno o varios estudiantes, para tratar de que logre éxito en los estudios, estabilidad personal, buena socialización con los compañeros y con otros profesores, con las autoridades del establecimiento escolar. La tutoría hoy es ya un hecho reconocido y aceptado en los sistemas educativos contemporáneos con cierta calidad organizativa. Parece aceptarse que fueron los ingleses, Arnold por ejemplo, quienes ejercen de  promotores y van implantando la tutoría como elemento técnico de apoyo para obtener mejores resultados escolares y sociales en el desempeño de las tareas escolares.

La llegada a la universidad del estilo tutorial de trabajar entre profesores y estudiantes es más tardío, y sin duda presenta  más dificultades conceptuales y técnicas de aplicación. No en vano en la universidad se parte del supuesto de la autonomía, incluso de la adultez y madurez al establecer relaciones personales e intelectuales entre iguales, o entre profesores y estudiantes. En este punto la tradición clásica, humboldtiana,  de las universidades alemanas,  es emblemática al ofrecer un modelo de relaciones asentadas en la libertad plena del estudiante, en la fuerte flexibilidad de los programas de estudios, en la sólida autonomía del profesor en la cátedra.

 

  Pero van a ser las universidades y colleges ingleses las instituciones que se van a convertir en los referentes principales, y pioneros, al ofrecer en su organización académica el servicio de tutoría como integrado en el modo de hacer general de la educación superior, tanto en establecimientos públicos como privados, sobre todo para los estudiantes noveles o recién incorporados a los estudios superiores. En el sistema universitario británico está ya muy arraigada la práctica de la obligatoriedad de la tutoría para estudiantes y profesores, en algunas de sus modalidades, incluida la tutoría entre iguales, por ejemplo.

La tutoría más habitual es la que llevan a cabo los estudiantes con el profesor que se les asigna desde su incorporación a la universidad hasta que concluye su ciclo formativo en la carrera académica, como estudiante de una titulación concreta. Cada estudiante sabe quien es su tutor, y cada profesor suele tener asignados varios estudiantes para que les asesore, les preste ayuda y orientación, y no solamente sobre el asunto de la asignatura que en su caso les explique.

Esta práctica pedagógica en la universidad española es relativamente reciente, y apenas si se ha generalizado entre nosotros. Se encuentra en una fase aun incipiente, aunque con variaciones notorias de aplicación según la tipología de facultades y de universidades. Sin embargo, en España conviene hacer algo de memoria histórica para no estar partiendo siempre de cero. Tenemos algunas experiencias de tutoría en la educación superior, o proyectos de enorme interés. Vamos a recordar solamente uno, pero muy meritorio, y que ha pasado desapercibido o interesadamente marginado. Sucedió algunas décadas atrás.

 En el Proyecto de Ley de Reforma Universitaria que presenta a las Cortes el Ministro de Instrucción Pública,  Fernando de los Ríos, en marzo de 1933, en la Segunda República,  se apuesta por un tipo de universidad para la España del momento , que trata de aproximarse a modelos considerados como ejemplares, a caballo entre el alemán y el inglés. Uno de los aspectos novedosos en el texto parlamentario de aquella fecha, en el preámbulo, se habla textualmente de "la conveniencia de acoger y cultivar la idea de <tutor> universitario, del que, hecho cargo de un grupo pequeño de alumnos, coopera con ellos cotidianamente para vencer obstáculos y habituarlos a la resolución del problema. Es preciso una ordenación más <tutorial> en el seno de la universidad moderna". Este texto normativo, y el capítulo breve que mencionamos,  careció de la fortuna histórica necesaria para verse aprobado y aplicado a la vida real, por circunstancias de todos bien conocidas que dan al traste con muchos proyectos renovadores de la sociedad y la educación española a partir de 1936.

 Casi ochenta años más tarde, y desde luego que en un momento histórico muy diferente para la universidad y la sociedad española,  se impone retomar en serio esta oportunidad de ofrecer un apoyo tutorial a los estudiantes desde que se incorporan a la universidad. Tenemos modelos de referencia en universidades extranjeras, en algunas españolas, poseemos referentes históricos, y solamente necesitamos organizar mejor nuestra oferta de estudios en las universidades del presente para ofrecer un servicio en parte ahora nuevo y sin duda exitoso como es la implantación de la tutoría para todos los estudiantes universitarios, aunque la oferta se haga de forma gradual. Los inicios de un nuevo curso son siempre una magnífica oportunidad para impulsar iniciativas que ayuden a mejorar la calidad de la educación superior, y el éxito personal y académico de nuestros estudiantes. Cuestión de voluntad y decisión, y algunos medios apropiados, claro está.

 
 
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