crónica salamanca
Dar clase o ser buen profesor
En los últimos días ha
caído en mis manos un libro con un mal título (creo yo), que en
parte se corrige con el añadido o subtítulo. Pero pienso que la
obra guarda gran interés para estudiantes y docentes de la
universidad, porque es de plena actualidad el fondo que plantea y
propone el ensayo. El autor del mismo es Santiago Petschen,
profesor emérito de Derecho en la Universidad Complutense de
Madrid, y la obra se titula al completo "El arte de dar clases.
Experiencias de los autores de libros de memorias". Esta editado en
2013.
Lo de la recopilación de
experiencias escolares y educativas extraídas de libros de memorias
escritos por escritores, profesores, investigadores relevantes me
parece un acierto, porque tales narraciones nos permiten obtener
informaciones valiosísimas en muchos campos, y también una
aproximación indirecta a la historia de la escuela de las últimas
generaciones, por muy parcial que pudiera ser esa percepción al
paso de los años, pues suelen ser obras escritas al final del
trayecto vital de cada uno de ellos.
Desde esta perspectiva, la
comprensión de un personaje de notoria influencia social o cultural
a través de su experiencia de vida en el marco de la cultura
escolar, primaria, secundaria o superior nos lleva a profundizar
más y mejor en su significado personal, pero también respecto al
contexto social y pedagógico en que ha de enmarcarse toda
biografía, pues todos somos en gran medida producto del marco
social en que nos hemos educado.
Muchos de los nombres que desfilan
por las páginas de memorias que se recopilan en el libro, desde el
perfil de las experiencias escolares recibidas, están a la cabeza
de la ciencia, la política y la cultura española contemporánea.
Baste mencionar a Francisco Giner de los Ríos, Santiago Ramón y
Cajal, Enrique Tierno Galván, Ramón Pérez de Ayala, Corpus Vargas,
Federico García Lorca, Alfonso Guerra, Jaime Vicens Vives, Miquel
Batllori, Santiago Carrillo, entre varias decenas de las memorias
consultadas. Las memorias de vida son, pues, un extraordinario
camino de formación de mentalidad educativa, por la riqueza y
variedad de experiencias pedagógicas que guardan en su
interior.
Y en este caso, y es lo que ahora
más nos interesa, las memorias transmiten una imagen de los
maestros y profesores que "dieron clase" a estos brillantes
personajes, autores de sus libros de memorias. En realidad se
refieren a su forma de ser maestros o profesores, a ser sus
educadores. "Dar clase" es hoy, sigue siendo, una expresión normal
entre profesores y estudiantes de nuestras universidades, pero muy
vulgar y anacrónica desde el punto de vista pedagógico, pues guarda
todavía enormes resonancias del viejo oficio de dictar que
practicaba el maestro o el catedrático (en el español de América ,
en algunos paises, el profesor universitario "dicta conferencias",
"dicta clase").
En favor del autor del libro,
diremos que seguramente optó por esa expresión al escuchar y
observar el dia a día de nuestras aulas universitarias. Así, en el
mes de septiembre ahora "se dan las primeras clases", los
profesores "dan clase" y por ello les pagan, los alumnos "no dan
clase" cuando hacen huelga, "las clases se dan por la mañana o por
la tarde". En portugués observamos algo equivalente, "dar aulas".
Por lo tanto, todo queda dentro del lenguaje usual y de la
normalidad.
Dar clase es obligación y
responsabilidad del profesor universitario, sea o no funcionario,
sea o no contratado, y esa es una parte reglamentada de su función
y de su contrato. Pero cumplir con los mínimos, en muchos casos es
así, solo es una parte de la tarea principal y fundamental del
docente, que ante todo debe erigirse en un referente intelectual y
moral para sus estudiantes, en un animador del aprendizaje de sus
alumnos.Por esto pensamos que no es suficiente con "dar clase
bien".
Un profesor puede llegar a ser un
excelente comunicador, un buen conferenciante en sus clases, pero
puede no ser un buen profesor, porque le puede fallar la principal,
el referente moral. El viejo escritor romano , Cicerón, ya lo decía
cuando reflexionaba sobre la formación del buen orador, que habría
de ser un "vir bonus dicendi peritus", un hombre honesto y experto
en el hablar, en la comunicación.
Ser buen profesor hoy, "dar clase",
es demostrar ante sus alumnos que dispone de recursos didácticos y
científicos, pero sobre todo el tipo de valores que defiende,
postula y les transmite, casi siempre a través de ese denominado
currículo oculto. Lo importante es el SER y no tanto el parecer, lo
que nos parece altamente recomendable en una profesión tan cargada
de vanidades como es la del profesor universitario.
José Maria Hernández Díaz
jmhd@usal.es