Opinião

CRÓNICA
Cartas desde la ilusión

Juan A. Castro PosadaQuerido amigo:

Hoy me vas a permitir que rompa la continuidad de mi reflexión acerca de la Evaluación para el Aprendizaje. Volveremos sobre ello, porque creo que es un tema crucial.

La razón de esta interrupción es que hace unos días, leí en una noticia de prensa una referencia a la conferencia que pronunció la finlandesa Elise Tarvainen en Doha, en el transcurso del WISE 2012, World Innovation Summit for Education (cumbre mundial de la innovación para la Educación), sobre «El profesor, el catalizador más importante para el éxito y la innovación en la Educación».

En realidad, esta intervención hubiese pasado desapercibida, para mí, si no hubiese expuesto los aspectos fundamentales sobre los que gira, a su juicio, la educación en su país. Aquí te los expongo:

El objetivo fundamental que un profesor se ha de proponer en su aula, afirma, es «excitar el deseo de aprender» y «mejorar el flujo del aprendizaje». Esto segundo se traduce en no permitir que nadie quede parado en el aula, tímido, inactivo, apático.

Para ello, para conseguir ese objetivo fundamental, el docente necesita cinco resortes más:

-Evaluar de un modo constructivo, dando apoyo.

-Llevar la clase de una forma cohesiva, como lo haría un buen dirigente de empresa.

-Tener una concepción integradora, conjunta, de la enseñanza y del aprendizaje.

-Emplear métodos de trabajo flexibles y variables.

-Crear entornos de aprendizaje que inspiren.

Esto me ha llamado la atención por una razón muy sencilla: es algo que los profesores conocemos y que hemos desarrollado a lo largo de multitud de cursos de formación del profesorado (lamentablemente ya extinguidos), y que tú y yo hemos reflexionado a lo largo de varios años ya (¡cómo pasa el tiempo!). Son temas o aspectos recurrentes sobre los que pivota la educación actual, no cabe duda.

Ahora bien, la pregunta es ¿por qué en Finlandia esto funciona y en nuestros países -en el resto o casi en todos los restantes países- no funciona?

Me gustaría conocer tu respuesta a esta pregunta. Pero, mientras me la envías, yo te apuntaré algunas ideas que componen mi opinión.

En primer lugar, si el ambiente socio-económico no aporta el apoyo necesario a los profesores, ya tenemos un primer obstáculo que impedirá que pongamos en marcha nuestras ideas y convicciones.

En segundo lugar, si los profesores no creemos en nosotros mismos, es decir, en nuestra capacidad para llevar a cabo una práctica educativa realmente eficaz, basada en la creatividad, la promoción de las competencias personales, el respeto de las opiniones y los procedimientos de cada uno de nuestros alumnos, la estimación de su manera de proceder (en otras palabras, de su "tempo" psicológico), la valoración de sus limitaciones puntuales en determinados momentos, etc., entonces, nos encontramos ante un segundo obstáculo difícilmente superable.

Pero, además, si no cambiamos nuestra actitud frente a las instituciones (sé que esto suena a revolución socio-educativa, pero parece que hoy no existe otro camino) y frente a nosotros mismos (esto suena a otra revolución personal-educativa), difícilmente conseguiremos lo que, desde siempre y desde el fondo de nuestro corazón, hemos anhelado y anhelamos: una educación realmente eficaz que promueva el desarrollo armónico de todas las personas implicadas en ella. Tal vez esta "inercia psicológica" que nos lleva a mantenernos en actitudes pasivas, conservadoras y peligrosamente complacientes sea el más grande de los obstáculos que habremos de superar.

La pena es que todo esto tengamos que llevarlo a cabo "en solitario", ya que no se nos ofrecen las posibilidades de antaño para reunirnos en grupo y mantener y profundizar en nuestra educación como profesionales con alta vocación educativa.

Hasta la próxima, como siempre, salud y felicidad.

 
 
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