Opinião

Crónica

Estamos viviendo y, en muchos casos, asistiendo atónitos a muchos casos de corrupción en la sociedad. El problema se magnifica cuando se encuentran implicados en esta lacra los políticos que nos gobiernan y que han aprovechado esa situación privilegiada para enriquecerse a costa de los ciudadanos. Pero no es sólo una cuestión que atañe a los políticos, sino que, por desgracia, asistimos casi a diario a las corruptelas que se propagan aquí y allá, en toda hora y momento, en el funcionamiento de la vida diaria... No es necesario entrar en detalles, porque todos somos conscientes de lo que está pasando en esta nuestra "sociedad del bienestar" que nos ha acarreado muchos problemas al lado de los grandes logros.

Juan A. Castro Posada

Todo este comentario viene a cuento por la necesidad que hay, cada vez más urgente, de que en el sistema educativo se solucione el problema del abandono de la educación en valores. Sabes que, en más de una ocasión, te he comentado mi pesar por la centración, casi absoluta, de nuestro quehacer educativo en la promoción del conocimiento. Son los conocimientos los que, desde hace muchos años, dirigen el quehacer profesional de los educadores en las aulas. Y nadie se va a sugerir que se supriman los conocimientos como foco de actuación pedagógica, pero sí sería necesario relativizar su papel, compartiendo importancia con otros aspectos vitales como son las emociones y los valores.

Estamos viviendo una situación, que yo calificaría como insólita por impropia de una sociedad que se cree "madura", en la que determinados dirigentes sociales con altas responsabilidades de gobierno (incluso la responsabilidad máxima, como ha sucedido en el caso de José Sócrates, exjefe de gobierno de Portugal, que ha entrado en prisión acusado de corrupción, y de algunos ministros en España, así como responsables de las entidades financieras, etc.) han puesto de manifiesto una falta de ética y de valores que en la sociedad no pasan ni pueden pasar desapercibidos, como sabemos, con el coste político que esto supone. Llevamos, en nuestro país, una sucesión de problemas sociales (terrorismo, narcotráfico, corrupción…) que ponen de relieve las grandes lagunas que el sistema educativo ha dejado en todos los momentos de nuestra historia reciente. Es cierto que la democracia, la libertad, el ejercicio de los derechos humanos de todas las personas, etc., dejan margen a las actividades delictivas de determinadas personas que, si aparecen como "importantes" desde el punto de vista social (políticos, banqueros, artistas, etc.), se convierten en situaciones mediáticas. Y ahí, creo yo, radica el problema: los "personajes sociales", en los que se fijan las personas (y que con frecuencia alimentan programas de la "televisión basura"), no son, precisamente, ejemplos de ejercicio de valores personales y sociales. Este problema se agudiza en la medida en que nuestros adolescentes (alumnos de E.S.O. y de Bachillerato) y jóvenes universitarios están recibiendo, casi a diario, noticias acerca de estas circunstancias que estamos viviendo.

Mi pregunta es: ¿cómo reaccionan -o reaccionarán- estos adolescentes y jóvenes ante tanta bajeza social?

La respuesta no es fácil. Pero sí puede aventurarse que, sin una sólida formación en valores que prime sobre las "ventajas" (aparentes) de determinadas "desviaciones" sociales que están viviendo, estos ciudadanos futuros responsables de la sociedad no tendrán claras las ideas ni los objetivos que manejar y a los que dirigirse.

Creo, una vez más, que es hora de comenzar a poner los pilares de una educación definitiva basada en valores. Si formamos a la persona en valores de desarrollo personal y social, tendremos la base de un posible futuro mejor, ya que los valores movilizan el sentido de la responsabilidad sobre la propia vida y la de los demás. Adicionalmente, se obtendrá una mejor y mayor dedicación, por parte de los alumnos, a todo aquello que incumba a sus responsabilidades y a la promoción de los valores de solidaridad y colaboración con sus colegas y con la sociedad en la que están viviendo.

¿Tendremos que esperar mucho para que esto se vaya materializando? Esperemos que no.

Hasta la próxima, como siempre, salud y felicidad.

 
 
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