Opinião

Crónica
Cartas desde la ilusión
Juan A. Castro PosadaQuerido amigo:
Hoy tenemos que volver a comentar, como sucede cada año, los resultados del informe PISA.
Es cierto que es un sistema de evaluación. Y no cabe duda que la educación tiene que ser evaluada.
Sin embargo (siempre existe un "pero") no se pueden obviar las reticencias que acompañan al sistema de evaluación de la OCDE tal como está establecido en la actualidad. Hay demasiadas cosas que se obvian tratando de establecer "igualdad" donde no la hay ni la puede haber.
No voy a entrar en los detalles de las desigualdades que no elimina el sistema de evaluación de la OCDE. Pero sí quiero volver a insistir, aunque sólo sea para ti y para mí, en la necesidad de centrarnos en lo importante. No cabe duda que los resultados son importantes, pero sigo pensando que hay otras cosas más importantes que los resultados. Y esas "cosas" tienen que ver más con la emocionalidad y la vivencia psico-social de las personas que con los resultados en unas pruebas académicas (más o menos objetivas, dependiendo de quien las juzgue en cada lugar y momento).
Es evidente que existe una falacia vinculada al ejercicio de la evaluación: "evaluemos aquello que resulte relativamente fácil evaluar (es decir, lo que directamente se puede observar o medir)". A mi entender, el informe PISA está muy en consonancia con esta falacia. Se evalúan comprensión lectora, conocimientos científicos, habilidad matemática… y se olvida que toda valoración de resultados debería tener en cuenta los procesos y, cómo no, el "ambiente" en que se producen y desarrollan cada uno de los procesos que conducen a los resultados observables. ¡Pero es más fácil evaluar lo observable -directamente observable- que lo no observable -no directamente observable-! Pienso que es algo paralelo a lo que ha sucedido, hasta el presente, con el progreso científico: se constatan determinadas realidades (directamente observable) pero no se "hurga" en el proceso que lleva a producir esas determinadas realidades (no directamente observable). A mi juicio, ésta es la razón por la que no se produce la innovación científica al ritmo que todos desearíamos.
En el proceso educativo sucede algo similar: evaluamos y decidimos "cómo estamos" en relación con lo que se evalúa… Pero, ¿quién "le hinca el diente" a la realidad para determinar lo que realmente nos lleva al estado actual? La solución que se ha arbitrado hasta ahora ha sido siempre la misma: reformar, reformar lo reformado, volver a reformar y reformar lo reformado (LOGSE, LOMCE… y todo lo que venga después) sin detenernos a diseñar un sistema que realmente merezca la pena y llegue a ser fructífero. Y esto ¿por qué resulta así? Sencillamente, opino, porque, o no interesa (a la clase política dirigente) o no se es capaz de encontrar el "sistema" que realmente llegue a destruir el actual "sistema" y promueva lo que realmente necesita el ámbito educativo. A mi manera de entender (y lo hemos comentado en muchas ocasiones), lo que realmente necesita el sistema educativo es "ganas de hacer" y "libertad para realizar". Los profesores (profesionales gracias a un título) sabemos lo que debemos hacer. El gran problema es que los sistemas educativos actuales, tal como se diseñan y se mantienen, no son capaces de aceptar esta realidad y no son capaces de dejar que los profesionales de la educación pongan en marcha su visión de las cosas. Pero, ¡ojo!, nunca debería ser una visión "particular", sino una visión colectiva, ya que los profesores forman parte de un equipo (que se realiza y desarrolla en un centro) en la que los controles se establecen desde dentro y para dentro, respetando la diversidad de opiniones y de perspectivas, en un intento continuado de encontrar el camino adecuado para los alumnos gracias al diálogo y a compartir las buenas prácticas y experiencias de todos y cada uno de los componentes del equipo. El problema es que el Estado (cualquier Estado) sea capaz de aceptar esto y diseñar una ley de educación que respete estos principios y no caiga en el tópico de siempre de querer arbitrar lo que deben saber, pensar, ejecutar, conocer y sentir los alumnos sin tener en cuenta su idiosincrasia y su bagaje socio-cultural.
Me despido hoy deseándote unas felices fiestas de Navidad.
Hasta la próxima, como siempre, ¡salud y felicidad!



 
 
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