Crónica
Cartas desde la ilusión
Querido
amigo:
Hoy tenemos que volver a
comentar, como sucede cada año, los resultados del informe
PISA.
Es cierto que es un sistema de
evaluación. Y no cabe duda que la educación tiene que ser
evaluada.
Sin embargo (siempre existe un
"pero") no se pueden obviar las reticencias que acompañan al
sistema de evaluación de la OCDE tal como está establecido en la
actualidad. Hay demasiadas cosas que se obvian tratando de
establecer "igualdad" donde no la hay ni la puede haber.
No voy a entrar en los detalles
de las desigualdades que no elimina el sistema de evaluación de la
OCDE. Pero sí quiero volver a insistir, aunque sólo sea para ti y
para mí, en la necesidad de centrarnos en lo importante. No cabe
duda que los resultados son importantes, pero sigo pensando que hay
otras cosas más importantes que los resultados. Y esas "cosas"
tienen que ver más con la emocionalidad y la vivencia psico-social
de las personas que con los resultados en unas pruebas académicas
(más o menos objetivas, dependiendo de quien las juzgue en cada
lugar y momento).
Es evidente que existe una
falacia vinculada al ejercicio de la evaluación: "evaluemos aquello
que resulte relativamente fácil evaluar (es decir, lo que
directamente se puede observar o medir)". A mi entender, el informe
PISA está muy en consonancia con esta falacia. Se evalúan
comprensión lectora, conocimientos científicos, habilidad
matemática… y se olvida que toda valoración de resultados debería
tener en cuenta los procesos y, cómo no, el "ambiente" en que se
producen y desarrollan cada uno de los procesos que conducen a los
resultados observables. ¡Pero es más fácil evaluar lo observable
-directamente observable- que lo no observable -no directamente
observable-! Pienso que es algo paralelo a lo que ha sucedido,
hasta el presente, con el progreso científico: se constatan
determinadas realidades (directamente observable) pero no se
"hurga" en el proceso que lleva a producir esas determinadas
realidades (no directamente observable). A mi juicio, ésta es la
razón por la que no se produce la innovación científica al ritmo
que todos desearíamos.
En el proceso educativo sucede
algo similar: evaluamos y decidimos "cómo estamos" en relación con
lo que se evalúa… Pero, ¿quién "le hinca el diente" a la realidad
para determinar lo que realmente nos lleva al estado actual? La
solución que se ha arbitrado hasta ahora ha sido siempre la misma:
reformar, reformar lo reformado, volver a reformar y reformar lo
reformado (LOGSE, LOMCE… y todo lo que venga después) sin
detenernos a diseñar un sistema que realmente merezca la pena y
llegue a ser fructífero. Y esto ¿por qué resulta así?
Sencillamente, opino, porque, o no interesa (a la clase política
dirigente) o no se es capaz de encontrar el "sistema" que realmente
llegue a destruir el actual "sistema" y promueva lo que realmente
necesita el ámbito educativo. A mi manera de entender (y lo hemos
comentado en muchas ocasiones), lo que realmente necesita el
sistema educativo es "ganas de hacer" y "libertad para realizar".
Los profesores (profesionales gracias a un título) sabemos lo que
debemos hacer. El gran problema es que los sistemas educativos
actuales, tal como se diseñan y se mantienen, no son capaces de
aceptar esta realidad y no son capaces de dejar que los
profesionales de la educación pongan en marcha su visión de las
cosas. Pero, ¡ojo!, nunca debería ser una visión "particular", sino
una visión colectiva, ya que los profesores forman parte de un
equipo (que se realiza y desarrolla en un centro) en la que los
controles se establecen desde dentro y para dentro, respetando la
diversidad de opiniones y de perspectivas, en un intento continuado
de encontrar el camino adecuado para los alumnos gracias al diálogo
y a compartir las buenas prácticas y experiencias de todos y cada
uno de los componentes del equipo. El problema es que el Estado
(cualquier Estado) sea capaz de aceptar esto y diseñar una ley de
educación que respete estos principios y no caiga en el tópico de
siempre de querer arbitrar lo que deben saber, pensar, ejecutar,
conocer y sentir los alumnos sin tener en cuenta su idiosincrasia y
su bagaje socio-cultural.
Me despido hoy deseándote unas
felices fiestas de Navidad.
Hasta la próxima, como siempre,
¡salud y felicidad!