Crónica
Cartas desde la ilusión
Querido amigo:
Ante todo, te deseo unas felices
fiestas de Navidad y que el próximo año 2012 que vamos a estrenar
(cuando leas esto ya estará "en marcha") nos permita realizar
nuestros deseos de desarrollo continuado como personas y como
educadores. Va a ser un año muy duro, según pronostican, por todo
lo que nos afecta de la crisis, pero tal vez sea un momento para
producir nuevas ideas, es decir, para afianzarnos en nuestra faceta
de "emprendedores" junto a nuestros alumnos.
Ya sé que te gustó mucho la historia
que te conté en mi carta anterior. Esa historia, a mi juicio,
refleja la diferencia entre un sistema educativo para
"aprendedores" y un sistema educativo para "emprendedores".
Es cierto que todos los educadores
estamos convencidos de la necesidad de promover el "emprendizaje",
pero no es menos cierto, asimismo, que en mayor o menor grado, nos
vemos atrapados por los inconvenientes del sistema educativo que
estamos soportando a diario.
Desde hace ya varios años vengo
hablando a mis alumnos de la Universidad, que se preparan para ser
profesores de Enseñanza Secundaria, de las "murallas" que deberán
sobrepasar en el futuro si quieren conseguir una educación adecuada
a los tiempos que estamos viviendo (y también a los que nos tocará
vivir tanto a nosotros como, sobre todo, a nuestros alumnos).
En otra ocasión te comentaré estos
obstáculos y los caminos que se deben ir abriendo para superar
todos los inconvenientes actuales.
Hoy quiero comentarte algo sobre el
que me parece más global, más generalizado y más importante: la
continuidad en la utilización de métodos y herramientas viejas en
los tiempos nuevos. Es algo así como reflexionar sobre aquello que
se dice en el Evangelio de los cristianos: "no se debe depositar el
vino nuevo en odres viejos".
Te digo esto a tenor de un artículo
publicado por Marc Prensky en la revista Educational Technology
(Julio-Agosto de 2007). Este autor apunta claramente que los
profesores no son capaces de cambiar el paradigma educativo actual
porque, en lugar de adaptar las nuevas tecnologías y los nuevos
modos de enseñar, persisten en utilizar las herramientas del pasado
(es decir, están depositando el vino nuevo -o sea, las nuevas
tecnologías y los nuevos métodos- en odres viejos -las herramientas
y modos del pasado-). No sé si recordarás que ya aludí a esto hace
unos cuantos meses, cuando te indicaba la existencia de ese video
que se titula "¿Tecnología o Metodología?", en el que los niños
acababan cantando la tabla de multiplicar ante un ordenador
personal portátil cada uno.
La solución comenzará a ser real y
eficaz cuando los profesores asumamos el deseo real, de los alumnos
del siglo XXI, de resolver problemas interesantes, de trabajar en
grupo y compartir lo que aprenden con sus colegas.
A propósito de esto, se está
extendiendo la falacia de que lo que quieren los alumnos es
divertirse en el aula (es decir, "aprender divirtiéndose"); me
parece una propuesta falaz desde el momento en que el sentido de la
"diversión" se aleja (por no decir se opone) al sentido del
esfuerzo, necesario en todo aprendizaje. Más que divertirse en el
aula, lo que los alumnos necesitan es "gratificarse" en el aula,
sentir la satisfacción de ser ellos mismos, de compartir ideas,
vivencias y experiencias con sus colegas, de hacer propuestas
interesantes (a veces, por supuesto, descabelladas) que son siempre
recibidas con respeto y después colectivamente criticadas. Tal vez
sea ése el verdadero sentido de la "diversión" que se ha de
promover en las aulas.
No deja de ser "espectacular" ver a
los alumnos manejando materiales muy cuidadosamente diseñados, con
el colorido adecuado, las formas oportunas, etc., que les producen
"diversión" en la ejecución, pero que no promueven la reflexión, la
toma de postura, la crítica, etc., que son las actividades que
encierra el proceso de aprendizaje.
Cuando nuestros alumnos se
encuentren en las situaciones de la vida real, buscarán la
satisfacción a través de la demostración de su valía personal a la
hora de resolver situaciones difíciles o delicadas, más que
realizando determinadas tareas rutinarias que pueden resultar muy
"efectistas" de cara a la galería, pero que, en realidad, son de
escaso calado formativo.
En mi próxima carta te comentaré el
caso "Fish", pues tiene algo que ver con este planteamiento que te
he iniciado hoy.
Hasta entonces, como siempre, salud
y felicidad.