Opinião

Crónica
Cartas desde la ilusión

Juan A. Castro PosadaQuerido amigo:

Ante todo, te deseo unas felices fiestas de Navidad y que el próximo año 2012 que vamos a estrenar (cuando leas esto ya estará "en marcha") nos permita realizar nuestros deseos de desarrollo continuado como personas y como educadores. Va a ser un año muy duro, según pronostican, por todo lo que nos afecta de la crisis, pero tal vez sea un momento para producir nuevas ideas, es decir, para afianzarnos en nuestra faceta de "emprendedores" junto a nuestros alumnos.

Ya sé que te gustó mucho la historia que te conté en mi carta anterior. Esa historia, a mi juicio, refleja la diferencia entre un sistema educativo para "aprendedores" y un sistema educativo para "emprendedores".

Es cierto que todos los educadores estamos convencidos de la necesidad de promover el "emprendizaje", pero no es menos cierto, asimismo, que en mayor o menor grado, nos vemos atrapados por los inconvenientes del sistema educativo que estamos soportando a diario.

Desde hace ya varios años vengo hablando a mis alumnos de la Universidad, que se preparan para ser profesores de Enseñanza Secundaria, de las "murallas" que deberán sobrepasar en el futuro si quieren conseguir una educación adecuada a los tiempos que estamos viviendo (y también a los que nos tocará vivir tanto a nosotros como, sobre todo, a nuestros alumnos).

En otra ocasión te comentaré estos obstáculos y los caminos que se deben ir abriendo para superar todos los inconvenientes actuales.

Hoy quiero comentarte algo sobre el que me parece más global, más generalizado y más importante: la continuidad en la utilización de métodos y herramientas viejas en los tiempos nuevos. Es algo así como reflexionar sobre aquello que se dice en el Evangelio de los cristianos: "no se debe depositar el vino nuevo en odres viejos".

Te digo esto a tenor de un artículo publicado por Marc Prensky en la revista Educational Technology (Julio-Agosto de 2007). Este autor apunta claramente que los profesores no son capaces de cambiar el paradigma educativo actual porque, en lugar de adaptar las nuevas tecnologías y los nuevos modos de enseñar, persisten en utilizar las herramientas del pasado (es decir, están depositando el vino nuevo -o sea, las nuevas tecnologías y los nuevos métodos- en odres viejos -las herramientas y modos del pasado-). No sé si recordarás que ya aludí a esto hace unos cuantos meses, cuando te indicaba la existencia de ese video que se titula "¿Tecnología o Metodología?", en el que los niños acababan cantando la tabla de multiplicar ante un ordenador personal portátil cada uno.

La solución comenzará a ser real y eficaz cuando los profesores asumamos el deseo real, de los alumnos del siglo XXI, de resolver problemas interesantes, de trabajar en grupo y compartir lo que aprenden con sus colegas.

A propósito de esto, se está extendiendo la falacia de que lo que quieren los alumnos es divertirse en el aula (es decir, "aprender divirtiéndose"); me parece una propuesta falaz desde el momento en que el sentido de la "diversión" se aleja (por no decir se opone) al sentido del esfuerzo, necesario en todo aprendizaje. Más que divertirse en el aula, lo que los alumnos necesitan es "gratificarse" en el aula, sentir la satisfacción de ser ellos mismos, de compartir ideas, vivencias y experiencias con sus colegas, de hacer propuestas interesantes (a veces, por supuesto, descabelladas) que son siempre recibidas con respeto y después colectivamente criticadas. Tal vez sea ése el verdadero sentido de la "diversión" que se ha de promover en las aulas.

No deja de ser "espectacular" ver a los alumnos manejando materiales muy cuidadosamente diseñados, con el colorido adecuado, las formas oportunas, etc., que les producen "diversión" en la ejecución, pero que no promueven la reflexión, la toma de postura, la crítica, etc., que son las actividades que encierra el proceso de aprendizaje.

Cuando nuestros alumnos se encuentren en las situaciones de la vida real, buscarán la satisfacción a través de la demostración de su valía personal a la hora de resolver situaciones difíciles o delicadas, más que realizando determinadas tareas rutinarias que pueden resultar muy "efectistas" de cara a la galería, pero que, en realidad, son de escaso calado formativo.

En mi próxima carta te comentaré el caso "Fish", pues tiene algo que ver con este planteamiento que te he iniciado hoy.

Hasta entonces, como siempre, salud y felicidad.

 
 
Edição Digital - (Clicar e ler)
 
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