CRÓNICA
Cartas desde la ilusión
Querido amigo:
Vuelvo a mis reflexiones sobre los
principios de la Evaluación para el Aprendizaje, que interrumpí
para comentarte, en mi carta anterior, la noticia acerca del éxito
de los profesores en Finlandia. Con toda seguridad, seremos capaces
de ir cambiando nuestra actitud y, finalmente, obtener resultados
semejantes a los que pregonan los finlandeses.
Mientras tanto, permíteme continuar
con el séptimo principio de la Evaluación para el Aprendizaje, que
es lo que nos toca comentar hoy: La Evaluación para el Aprendizaje
debería promover el compromiso para conseguir los objetivos del
aprendizaje y compartir la comprensión de los criterios por los que
se evalúa dicha consecución de objetivos.
El enunciado de este principio
supone una contraposición radical con nuestra práctica educativa
actualmente generalizada. Es lamentable, por cierto, que sigamos
con la rutina de "explicar" una lección tras otra, proponiendo
ejemplos de ejercicios que, posteriormente, habrán de reproducir
nuestros alumnos. De esta manera, acumulamos "material suficiente"
para realizar la evaluación de los conocimientos aprendidos por
nuestros alumnos. Creo que no me equivoco si afirmo que ése es el
eje alrededor del que gira toda nuestra acción educativa.
Pero creo también que es un eje
equivocado. Estoy convencido de que, para que tenga lugar el
aprendizaje eficaz, los estudiantes necesitan entender qué es lo
que intentan lograr -y querer lograrlo. Ahora bien, encontramos el
problema inicial de que, desde el principio, no permitimos a
nuestros alumnos entender lo que han de intentar lograr. Nuestra
acción educativa se instaura, desde los primeros años de la
Educación Primaria, en el polo cognitivo dejando de lado los
aspectos afectivos y propositivos. Generamos, así, una rutina que
conduce a una concepción deficiente de lo que es la educación: para
nuestros alumnos, la educación consiste en adquirir los
conocimientos que les permitan superar con éxito los exámenes que
diseñan los profesores.
Seguimos, por tanto, con un sistema
educativo "centrado en la perspectiva del profesor". Es decir, todo
lo que se ha de hacer gira en torno a lo que el profesor sabe y
cree que es lo mejor para los alumnos, sin tener en cuenta los
intereses concretos de los alumnos a los que va dirigida su
actuación. Confieso, una vez más, que esto no es culpa de los
profesores, sino del sistema educativo que estamos sufriendo y,
sobre todo, del amplio movimiento burocrático al que nos vemos
sometidos los profesores bajo el pretexto de contribuir a
"evaluación diagnóstica", o a valorar a los alumnos según el
"informe PISA", etc.
Sea como fuere, yo tengo muy claro
que el entendimiento y el compromiso se producen cuando los alumnos
toman parte en la decisión de los objetivos y la identificación de
los criterios para evaluar los progresos.
A mí me gustaría realizar una
investigación a gran escala en nuestro país para averiguar en qué
medida los profesores son capaces de aceptar y promover la
participación de los alumnos en la toma de decisiones acerca de los
objetivos educativos que deberían alcanzar en cada curso académico.
Y sugiero esto no sólo para los niveles educativos
no-universitarios, sino también para los niveles
universitarios.
Pero, además, junto con esa
investigación sobre la participación en la decisión de objetivos,
me gustaría indagar en qué medida los profesores promueven, en sus
alumnos de cualquier nivel académico, la identificación de los
criterios de evaluación de su progreso a lo largo del curso
académico.
Me parece que esta investigación nos
proporcionaría una gran sorpresa al revelarnos una enorme laguna en
este ámbito de la evaluación, ya que, a mi juicio, comunicar los
criterios de evaluación implica discutirlos con los alumnos
utilizando términos que puedan entender, proporcionar ejemplos de
cómo pueden cumplirse los criterios en la práctica y promoviendo la
evaluación por pares y la autoevaluación de los alumnos.
Tal vez, algún día, no muy lejano,
ponga en marcha esa investigación en la que espero que
colabores.
Hoy lo dejamos aquí.
A pesar de que, cuando leas esto ya
habremos entrado en el nuevo año, sólo me queda desearte que el
cambio de año sea para mejor desde todos los puntos de vista, por
supuesto, desde el punto de vista educativo, económico, social… ¡y
político!
Hasta la próxima, como siempre,
salud y felicidad.
Juan A. Castro Posada
juancastrop@gmail.com