CRÓNICA
Cartas desde la ilusión
Querido amigo:
Hoy tengo que comentarte el segundo
principio de la Evaluación para el Aprendizaje (EpA) que completa
el primero que, como recordarás, te comenté en mi carta anterior
(ese primer principio decía así: La Evaluación para el
Aprendizaje debería ser parte de la planificación eficaz de la
docencia y el aprendizaje). El segundo principio se
enuncia así: La Evaluación para el Aprendizaje debe
orientarse al aprendizaje de los alumnos.
A mi manera de ver las cosas, si
planificamos eficazmente la docencia y el aprendizaje, por sí
misma, esta planificación nos llevará necesariamente a producir
aprendizaje en nuestros alumnos.
Pero, una vez más, conviene que
"pongamos los puntos sobre las íes", y dejemos las cosas
suficientemente claras. A pesar de que llevamos ya varios años
tratando de desarrollar competencias en nuestros alumnos, la
realidad es que todavía seguimos promoviendo la memorización que
promueve la "evaluación a término", como te comentaba en mi carta
anterior. Es necesario y urgente un cambio en la orientación del
producto de nuestra docencia: los alumnos no tienen que reproducir
aquello que nosotros les enseñamos, sino que tienen que construir
las competencias que les lleven a ser capaces de construir el
conocimiento y la práctica necesarios para enfrentarse a los
problemas reales con perspectiva de éxito.
Para conseguirlo, sin embargo, se
impone una dinámica del cambio distinta, tal vez un poco o mucho
más drástica que la que hemos sugerido y comentado en diversas
ocasiones hasta ahora. Creo que es el momento de plantear la
necesidad de destruir para re-construir, dado que todas las
dinámicas del cambio que se habían propuesto anteriormente han sido
ineficaces (modificar, re-adaptar, re-considerar, evolucionar,
etc.).
Lo primero que tenemos que destruir
es la escuela tal como la concebimos actualmente. En algún momento,
hace ya tiempo, te comenté que deberíamos "matar" a la escuela tal
como la estamos gestionando actualmente. La "filosofía" que
sustenta la escuela actual, lo hemos dicho, repetido y comentado en
muchas ocasiones, es totalmente obsoleta, pues trata de formar
personas del siglo XXI con métodos provenientes del siglo XIX que,
por comodidad tal vez, los profesores no nos hemos atrevido a
destruir para re-construir nuevos métodos adaptados a las
necesidades reales del mundo en que vivimos actualmente.
Si seguimos con la misma
metodología, es imposible conseguir un auténtico aprendizaje y, por
tanto, no deberíamos seguir hablando de la Evaluación para el
Aprendizaje como instrumento para conseguir que los alumnos
aprendan auténticamente.
Ahora bien, el reto es importante,
pues supone, a la vez, una renuncia a la comodidad y una búsqueda
creativa. Creo, efectivamente, que los profesores debemos comenzar
a denunciar la comodidad en la que nos hemos instalado (basándonos
en la seguridad que nos dan los libros de texto y las prácticas de
"transmisión del conocimiento" tradicionales) y comenzar a aceptar
que nos espera un camino largo y duro basado en la generación de
propuestas y comportamientos creativos que nos saquen del letargo y
nos lleven a actuar de manera correcta en relación con nuestro
estilo de docencia y nuestras prácticas de evaluación. Mientras
sigamos anclados en nuestra mentalidad de "examinadores" de
nuestros alumnos, ni la escuela ni el sistema llegarán a cambiar
nunca, porque seguiremos alimentando nuestros miedos y seguiremos
manteniendo nuestra comodidad basándonos en las "prácticas
tradicionales".
Esto significa, obviamente, que
tenemos que destruir, también, nuestro rol de profesores como
"sabelotodo" y como "transmisores de los conocimientos", creyendo
que enseñamos siempre la verdad, toda la verdad y nada más que la
verdad. Si no destruimos esta mentalidad, escasa será nuestra
aportación real, como educadores, a la sociedad en que estamos
viviendo y a la sociedad para la que tenemos que preparar a
nuestros alumnos.
Siento tener que acabar aquí.
Seguiremos reflexionando sobre esto, a pesar de que, en ocasiones,
las ideas resulten repetitivas. Pero es la única manera de que
vayamos asumiendo y aceptando la necesidad de destruir para
re-construir.
Hasta la próxima, como siempre,
salud y felicidad.