Opinião

Crónica
Cartas desde la ilusion
Juan A. Castro PosadaQuerido amigo:
Acabamos de finalizar el curso escolar y, a falta de otras cuestiones, seguimos asistiendo a propuestas universales de solución de los problemas de los sistemas educativos (entre ellos, evidentemente, el nuestro).
Personalmente, sigo pensando y creo en dos cosas que, a mi juicio, son meridianamente claras: la primera es que no hay soluciones universales para los sistemas educativos (ni en general, ni para ninguno de ellos concreto, en particular), y la segunda es que las mejores aproximaciones a la solución de los problemas educativos (sin pretensiones de universalidad) son aquellas que se centran en el desarrollo de las personas.
En mi carta anterior reflexionaba sobre la conveniencia de que los profesores estemos siempre en proceso de "aprender a ser". Pero este proceso debe extenderse a todas las personas que están en contacto, de una u otra manera, con el quehacer educativo cotidiano.
Por eso, pienso que todas las personas implicadas en el funcionamiento de cada centro educativo son fundamentales, y nunca se pueden dejar de lado, desde el punto de vista del abordaje de los problemas educativos. Y cuando pienso que son todas las personas, son todas, es decir, desde el conserje hasta el más joven de los estudiantes pasando por las personas que se dedican al mantenimiento del centro, sin olvidar a los padres de los alumnos.
Creo, sinceramente, que los centros educativos que ajustan sus esfuerzos a resolver los problemas vinculados al desarrollo de todas las personas pertenecientes a su ámbito se encuentran en el camino de la resolución de su(s) problema(s) educativo(s). Sabemos bien que todas las personas somos evolutivas, en continuo cambio, lo que supone que nuestros procesos de adaptación a la realidad nunca se detienen.
Por eso espero que llegue algún día en que lo que se programe en cada centro educativo no sea el conjunto de contenidos y actividades cognitivas que tienen que llevar a cabo los alumnos, sino los procesos de desarrollo de todas y cada una de las personas implicadas.
Soy consciente, por otro lado, que ésta es la programación más difícil que se puede abordar, pero también creo que, si no comenzamos de una vez a centrarnos en este objetivo, seguiremos dando "palos al aire" más o menos como hasta el presente, buscando soluciones universales vinculadas incluso a la tecnología.
Tenemos que comenzar a establecer las bases de una nueva forma de actuar en educación que deje de lado (sí, que deje de lado) los contenidos y se centre más en el desarrollo de los recursos personales. Sigo pensando que los contenidos deberían ser motivo de elección de cada persona, a excepción, como siempre he defendido, de las habilidades instrumentales básicas (calcular, leer y escribir). A este respecto recuerdo la anécdota de la niña de 6 o 7 años a la que su madre llevó a la consulta de un psicólogo porque, según ella, debería ser hiperactiva, ya que difícilmente se quedaba quieta. El psicólogo sacó a la madre de la sala de consultas y la acompañó a otra sala con un cristal unidireccional tras hacer sonar música en la sala en la que se encontraba la niña. A los pocos minutos, tras observar el comportamiento de la pequeña, el psicólogo recomendó a la madre que llevase a su hija a una escuela de baile, donde llegó a ser una gran bailarina con un desarrollo profesional muy brillante. Supongo que esta bailarina aprendería también a calcular, leer y escribir, pero centrando su actividad en aquello para lo que estaba mejor dotada.
El ejemplo puede parecer trivial, pero creo que todos conocemos personas que han sufrido "demasiado" teniendo que enfrentarse a cantidad de contenidos educativos que no les han servido para nada… Y si pensamos un poco, todos habremos de reconocer que esto nos ha sucedido en mayor o menor medida.
Lo que nunca hará "sufrir" a nadie es la contribución a su desarrollo como persona.
En esta tarea se encuentra siempre la satisfacción tanto de quien promueve el desarrollo como de quien evoluciona favorablemente en la vida guiado de tan sabia manera.
Hasta la próxima, como siempre, ¡salud y felicidad!


 
 
Edição Digital - (Clicar e ler)
 
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