Crónica
Cartas desde la ilusion
Querido amigo:
Acabamos de finalizar el curso
escolar y, a falta de otras cuestiones, seguimos asistiendo a
propuestas universales de solución de los problemas de los sistemas
educativos (entre ellos, evidentemente, el nuestro).
Personalmente, sigo pensando y
creo en dos cosas que, a mi juicio, son meridianamente claras: la
primera es que no hay soluciones universales para los sistemas
educativos (ni en general, ni para ninguno de ellos concreto, en
particular), y la segunda es que las mejores aproximaciones a la
solución de los problemas educativos (sin pretensiones de
universalidad) son aquellas que se centran en el desarrollo de las
personas.
En mi carta anterior reflexionaba
sobre la conveniencia de que los profesores estemos siempre en
proceso de "aprender a ser". Pero este proceso debe extenderse a
todas las personas que están en contacto, de una u otra manera, con
el quehacer educativo cotidiano.
Por eso, pienso que todas las
personas implicadas en el funcionamiento de cada centro educativo
son fundamentales, y nunca se pueden dejar de lado, desde el punto
de vista del abordaje de los problemas educativos. Y cuando pienso
que son todas las personas, son todas, es decir, desde el conserje
hasta el más joven de los estudiantes pasando por las personas que
se dedican al mantenimiento del centro, sin olvidar a los padres de
los alumnos.
Creo, sinceramente, que los
centros educativos que ajustan sus esfuerzos a resolver los
problemas vinculados al desarrollo de todas las personas
pertenecientes a su ámbito se encuentran en el camino de la
resolución de su(s) problema(s) educativo(s). Sabemos bien que
todas las personas somos evolutivas, en continuo cambio, lo que
supone que nuestros procesos de adaptación a la realidad nunca se
detienen.
Por eso espero que llegue algún
día en que lo que se programe en cada centro educativo no sea el
conjunto de contenidos y actividades cognitivas que tienen que
llevar a cabo los alumnos, sino los procesos de desarrollo de todas
y cada una de las personas implicadas.
Soy consciente, por otro lado,
que ésta es la programación más difícil que se puede abordar, pero
también creo que, si no comenzamos de una vez a centrarnos en este
objetivo, seguiremos dando "palos al aire" más o menos como hasta
el presente, buscando soluciones universales vinculadas incluso a
la tecnología.
Tenemos que comenzar a establecer
las bases de una nueva forma de actuar en educación que deje de
lado (sí, que deje de lado) los contenidos y se centre más en el
desarrollo de los recursos personales. Sigo pensando que los
contenidos deberían ser motivo de elección de cada persona, a
excepción, como siempre he defendido, de las habilidades
instrumentales básicas (calcular, leer y escribir). A este respecto
recuerdo la anécdota de la niña de 6 o 7 años a la que su madre
llevó a la consulta de un psicólogo porque, según ella, debería ser
hiperactiva, ya que difícilmente se quedaba quieta. El psicólogo
sacó a la madre de la sala de consultas y la acompañó a otra sala
con un cristal unidireccional tras hacer sonar música en la sala en
la que se encontraba la niña. A los pocos minutos, tras observar el
comportamiento de la pequeña, el psicólogo recomendó a la madre que
llevase a su hija a una escuela de baile, donde llegó a ser una
gran bailarina con un desarrollo profesional muy brillante. Supongo
que esta bailarina aprendería también a calcular, leer y escribir,
pero centrando su actividad en aquello para lo que estaba mejor
dotada.
El ejemplo puede parecer trivial,
pero creo que todos conocemos personas que han sufrido "demasiado"
teniendo que enfrentarse a cantidad de contenidos educativos que no
les han servido para nada… Y si pensamos un poco, todos habremos de
reconocer que esto nos ha sucedido en mayor o menor medida.
Lo que nunca hará "sufrir" a
nadie es la contribución a su desarrollo como persona.
En esta tarea se encuentra
siempre la satisfacción tanto de quien promueve el desarrollo como
de quien evoluciona favorablemente en la vida guiado de tan sabia
manera.
Hasta la próxima, como siempre,
¡salud y felicidad!