Crónica
Cartas desde la ilusión
Querido amigo:
A lo largo de este mes hemos estado reflexionando, en nuestro
centro, sobre el problema del cambio de las personas como
fundamento del cambio más amplio que tratamos de conseguir. Nuestra
misión como educadores se basa en la producción del cambio, y, por
eso, nunca debemos perder de vista que "la vida es cambio" y que
debemos promover la dinámica del cambio allá donde actuemos.
Ahora bien, una de las condiciones inexcusables para que lleguemos
a producir el cambio es el desarrollo y promoción de la
flexibilidad de las personas.
La flexibilidad personal se define como la capacidad de cada uno
para adaptarse bien a las circunstancias en que vive, incluyendo
las situaciones más problemáticas que le pueden sobrevenir. En
otras palabras, podría decirse que se trata de la habilidad para
manejar las dificultades y los altibajos de la vida sin ser
superada/o por ellos.
Entendida de esta manera, la flexibilidad se sitúa en el polo
opuesto del estrés.
Nuestras ideas y reflexiones giraron en torno a la necesidad de
promover la flexibilidad en nuestros alumnos, pero también, y de
manera prioritaria, de promoverla en nosotros mismos, si es que
realmente queremos constituir una comunidad de aprendizaje.
Como sabes, la comunidad de aprendizaje se basa, fundamentalmente,
en el sentido de la convivencia. Pero la convivencia no puede
concebirse desde la rigidez y la intolerancia. En cambio, la
flexibilidad, la tolerancia, el diálogo, el respeto por las
personas y por sus opiniones, etc., son los pilares sobre los que
se asienta.
Como comunidad de aprendizaje, estamos dispuestos a trabajar para
conseguir un funcionamiento lo más eficaz posible. Esta disposición
se basa en nuestra convicción de que la flexibilidad de las
personas es un proceso que nos ha de llevar a una mejor adaptación
de cara a la adversidad, a cualquier conflicto o tragedia, a las
amenazas e, incluso, a las fuentes significativas de estrés. Sólo
desde nuestra capacidad de adaptación conseguiremos superar todos
los obstáculos que, con seguridad, surgirán en nuestro propósito de
convertirnos en una auténtica comunidad de aprendizaje.
Estamos convencidos de que esta apuesta por la flexibilidad
personal, tanto de los profesores y demás miembros de la comunidad
educativa, como de los alumnos, nos llevará a todos a conseguir un
mejor estado de salud psicológica individual y colectiva. Sabemos
que habrá momentos duros que nos harán vivir experiencias
difíciles. Pero la superación de estos momentos, supondrá, sin
duda, una mejora de nuestra calidad de vida tanto desde el punto de
vista personal como profesional.
Por otra parte, hemos asumido que la flexibilidad no es un rasgo
de las personas que se tiene o no se tiene, sino que implica
comportamientos, pensamientos y acciones que pueden aprenderse y
que cada uno puede desarrollar. Esto quiere decir que partimos del
hecho de que todos tenemos que aportar lo mejor de nosotros mismos
para conseguir nuestro propósito.
Por eso, nos hemos propuesto comenzar el próximo curso incrustando
en el curriculum educativo un programa de desarrollo de la
autoestima con la finalidad de que todos aprendamos a descubrir
nuestras fortalezas y debilidades y pongamos en marcha todos los
mecanismos necesarios para obtener lo mejor de nosotros mismos y
ponerlo a disposición de la comunidad de aprendizaje.
Como puedes ver, estamos volviendo siempre sobre lo mismo: lo
importante es la persona. Necesitamos, por tanto, re-convertir
nuestra actuación y pasar de dar importancia a los contenidos a dar
importancia al desarrollo de las personas.
Sabemos que es sencillo plantearlo, pero es difícil conseguirlo.
No obstante, nuestro ánimo está, en este momento, centrado en hacer
que sea una realidad. No nos asusta el tiempo porque queremos
cumplir ese objetivo. Si no podemos hacerlo el próximo curso,
seguiremos trabajando…
Como siempre, salud y felicidad.