Opinião

crónica salamanca
La Universidad, con las venas abiertas

Hernandez DiazTodos sabemos que los organismos vivos lo son porque han sido capaces de dotarse de instrumentos de apoyo y canales de comunicación y transformación de energía vital, llámese por ejemplo savia, o la sangre en el reino animal. También conocemos por experiencia vital y por comprensión científica y racional que esa especie de circuito cerrado, el sistema circulatorio para el caso que nos ocupa, se defiende, busca taponar con rapidez una herida, una rotura del mismo, que podría ocasionar la pérdida excesiva de sangre, y finalmente la muerte si la sangría fuera superior a la capacidad de regeneración autónoma. En otras palabras, y en lenguaje coloquial y usual, el ser vivo se desangra si no recibe el apoyo, la medicina oportuna, sea esta cirugía, tratamiento farmacológico, apósitos, descanso, dosis mayores de vitaminas, lo que fuera necesario.

Si por razones graves de accidente, enfermedad, falta de capacidad de reposición, de alimentación, el organismo no es capaz de taponar la hemorragia y sus venas abiertas, de reponer las plaquetas necesarias para oponerse a la sangría, se va a producir finalmente la muerte de ese ser , de ese organismo vivo.

Desde que en el siglo XIX, bajo influencia del positivismo, las emergentes ciencias sociales adoptan a veces criterios explicativos de origen positivo, tomados de las ciencias naturales, comienzan a comprenderse la sociedad y sus organizaciones como organismos vivos, que permiten explicar con más precisión su vida interna y los procesos de cambio que se producen en el devenir cotidiano.

La universidad pública, que no es una empresa privada, como institución creada por la sociedad para ofrecer servicios, elevar y transmitir su cultura y moralidad a un grado superior, formar los mejores profesionales, crear conocimiento científico, generar recursos, innovación y desarrollo en el entorno donde se sitúa, es un organismo vivo que forma su propio circuito de vida, pero que a su vez es interdependiente con otras instituciones y organismos públicos que, todos ensamblados, dan forma y criterio a una determinada sociedad. Si se interrumpe ese flujo de vida e interdependencia por alguna extraña circunstancia, si no corre la sangre, la vida y el alimento en los niveles adecuados, ese organismo enferma y puede morir, o resultar socialmente inútil, al fin una rémora o carga añadida.

La universidad como institución y organismo, capaz de vida autónoma y de generar la ciencia, la cultura, los profesionales, el desarrollo que demanda la sociedad, para defender su identidad de universidad precisa del concurso armónico de recursos humanos. Los hombres, las personas, son las que hacen al fin valiosas o inoperantes las instituciones y las universidades. Los recursos humanos aquí están bien representados en los profesores, los estudiantes, y las personas que apoyan como técnicos la docencia , la investigación y otros servicios formativos. Todos son inexcusablemente imprescindibles y necesarios, para funcionar armónicamente, para hacer posible una buena universidad.

Por tanto, para que pueda hablarse de universidad se necesita un número determinado de alumnos dispuestos a aprender y estudiar los saberes (como diría el Rey Alfonso X el Sabio en el siglo XIII) , un adecuado claustro de maestros o profesores decididos a enseñar con solvencia, y unas condiciones materiales suficientes para lograr una actividad formativa armónica. Si uno de estos tres sectores de personas que dan forma y viabilidad a la institución queda aminorado o enfermo, la universidad no es posible, falla y finalmente puede llegar a morir y desaparecer.

Esta reflexión viene motivada por una valiente declaración institucional frente al peligro de aminoración y desmembramiento que se cierne hoy sobre la universidad en España, sometida por el gobierno a restricciones excesivas que dificultan e impedirán sostener un más que aceptable nivel de funcionamiento, alcanzado y reconocido en los últimos cuarenta años. Con motivo de la presentación del Plan Estratégico de la Universidad de Salamanca, hace muy pocas semanas, y ante autoridades políticas del máximo nivel y competencias, el Rector de la Universidad, Daniel Hernández Ruipérez, habló alto y claro. Dijo de forma responsable, pero rotunda y con profunda convicción, que nuestra universidad apostaba por un Plan Estratégico serio para los próximos años, pero que tal plan sería inviable sin los profesores suficientes y ¡bien seleccionados y formados! Más aún, que con el modelo impuesto por las autoridades (que impide contratar profesores más allá de la tasa de reposición del diez por ciento), la universidad se desangra, "tiene las venas abiertas" (son palabras textuales suyas que nosotros hemos adoptado para título de cabecera de este artículo).

El rector ya lo viene diciendo en discursos oficiales, en entrevistas y declaraciones: es preciso modificar en la universidad este sistema de reposición y contratación de profesores, que lo que está pretendiendo es desmantelar la universidad pública, desactivarla, reconvertirla, desangrarla, y eliminarla al fin. Hay que taponar esta hemorragia, hay que cerrar las venas de la universidad que hoy están abiertas, por donde puede desangrarse y morir.

El neoliberalismo es lo que tiene, y no sólo para la universidad pública.

 
 
Edição Digital - (Clicar e ler)
Unesco.jpg LogoIPCB.png

logo_ipl.jpg

IPG_B.jpg logo_ipportalegre.jpg logo_ubi_vprincipal.jpg evora-final.jpg ipseutubal IPC-PRETO