Opinião

Aprender y enseñar en la era digital
Evaluar en la nueva era

florentino.jpgEn la serie de colaboraciones que venimos realizando para esta publicación centramos nuestro interés en la temática del binomio aprender y enseñar. Pero dentro de esa indisoluble dualidad se esconde la tarea que mejor definen las teorías y las prácticas pedagógicas de todo docente: el talante con el que hace frente a la evaluación de los aprendizajes de sus alumnos.
Por ello, nuestra última publicación dedicada a los procesos de enseñar y aprender en esta época se ha titulado "La Evaluación en la era digital" (Ed. Síntesis, Madrid). Y ello es porque si dentro de la cultura escolar -que intentamos remover- existe una dimensión que revela mejor la existencia de creencias, mitos, ritos y costumbres que se resisten al cambio, esa dimensión es la evaluación.
Aunque la evaluación de la enseñanza y el aprendizaje de los alumnos se ha estudiado siempre, lo cierto es que han variado mucho a lo largo del tiempo los criterios, las estrategias, los estilos de los profesores y hasta el propio ámbito de la evaluación. En estos momentos, por ejemplo, no podemos circunscribir la evaluación a los alumnos, puesto que en el trabajo de los alumnos influyen muchos factores ajenos a su capacidad, a su esfuerzo y a su actitud.
La evaluación ha de estar referida a todos los elementos que intervienen en la acción educativa. Pero uno de los cambios más significativos experimentado por la evaluación en los últimos tiempos se refiere principalmente a la distribución de responsabilidades relativas a la elaboración y selección de criterios y procedimientos y a la toma de decisiones subsiguientes a la misma y, muy especialmente, que deje de ser un instrumento coactivo en manos del profesor y se convierta en un recurso para mejorar los aprendizajes.
Desafortunadamente ciertas concepciones y prácticas que caracterizaron a la escuela del siglo XX aún continúan vigentes, reforzando una cultura escolar que parece impermeable a las nuevas propuestas evaluadoras desde un enfoque constructivista, con lo cual la evaluación se convierte en una especie de dique que impide la mejora de la escuela.
Es decir, la evaluación tiene que pasar de ser un requisito burocrático de control a un diálogo para el conocimiento de la realidad, para que pase a ser uno de los mejores instrumentos de aprendizaje.
Existe cierta unanimidad respecto de que la evaluación convencional permite conocer pocas cosas de cómo se produce el aprendizaje. Y escasas veces sirve para mejorar las formas en que se produce.
Frente a ella, el tipo de evaluación que vamos a proponer en sucesivas entregas debería servir para conocer los distintos talentos de los alumnos individuales y los efectos de las prácticas escolares que permitan su desarrollo del mejor modo posible.

Florentino Blázquez Entonado
Catedrático de Didáctica Emérito Universidad de Extremadura
 
 
Edição Digital - (Clicar e ler)
 
 
 
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