crónica salamanca
El consejo de gobierno de la Universidad
Hace pocas semanas se daba a conocer el informe de
los nueve expertos que había nombrado el Ministro de Educación,
señor Wert, para comenzar a reformar la universidad española, en
plena tormenta de crisis económica, política y moral que afecta de
lleno a los españoles y buena parte de europeos. El título del
documento es muy expresivo, "Propuestas para la reforma y mejora de
la calidad y eficiencia del sistema universitario español", y fue
entregado por el grupo de ponentes el día 12 de febrero pasado.
Por supuesto que el informe invita a
la reflexión desde el primer momento, y desde el mismo título, para
comenzar. Es texto de debate, dicen, con propuestas para reformar,
para mejorar, para ofrecer a los ciudadanos una universidad de más
calidad, para que sea más eficiente. Al parecer se refiere a todo
el sistema universitario español, aunque casi siempre piensa su
aplicación en las universidades públicas. Casi nada.
Pronto ha sido tildado desde la
presidencia de la CRUE (Conferencia de Rectores de las
Universidades Españolas) de ser un informe más de los varios que
han ido apareciendo en los últimos veinte años (uno de los más
mentados fue en su día el conocido como " Bricall", difundido en el
año 2000). Por tanto, no es el primero, ni seguramente será el
último que se publique, siempre con la benéfica aspiración de
mejorar la universidad española, algo loable y necesario en varios
aspectos, sin duda.
Al igual que los rectores de la CRUE
lo hacen otros exponentes de la sociedad, cada uno desde su orilla.
Así, el texto que presentan ha sido generalmente cuestionado por
sindicatos de todos los colores, por los partidos políticos de la
oposición, y sobre todo ha sido comentado con mucha preocupación en
el seno de la comunidad universitaria.
El documento que conocemos aborda
varias cuestiones muy importantes de la vida universitaria y su
organización, que no podemos ahora comentar en su totalidad. Pero
hay una entre ellas que hoy nos llama más la atención, la titulada
"el gobierno de la universidad", asunto al que los redactores del
informe dedican siete páginas.
Dentro del capítulo del "gobierno de
la universidad" caben varias facetas y derivaciones, pero nosotros
queremos fijarnos en un punto, el que los "expertos" denominan "el
cambio más significativo que proponen entre todos los demás". Se
refieren a la creación del "Consejo de Universidad", y dentro del
mismo hoy nos interesa señalar y comentar el asuntillo nada menor
que se refiere al peso de "la sociedad" en este órgano de gobierno,
es decir, los políticos y los empresarios.
La premisa de la que parten los
llamados expertos que han elaborado este informe
en su propuesta es muy clara:
<<el sistema de gobierno universitario actual en España
carece de la flexibilidad necesaria para que una universidad que
persiga objetivos internacionalmente considerados como de
excelencia pueda alcanzarlos con facilidad>>.
De ahí , de esa rotunda afirmación
nace la premisa excluyente como punto de partida , que marca que,
según ellos, la universidad española ha de ser de excelencia y
competitiva, pero según el canon internacional. En consecuencia
quedarían desautorizadas otras propuestas de modelos y fines para
la universidad pública.
Para nada entra a considerarse que
la universidad en España pueda ser concebida como un servicio
público, que busque otros beneficios directos o indirectos de tipo
social o de promoción territorial, por ejemplo. Lo único que
importa es el afán de competitividad, y el sometimiento total,
absoluto, a las directrices que el capitalismo internacional más
conservador entiende por calidad, por una universidad de calidad, y
en buena lógica a sus índicadores de calidad, llámense Shangai, u
otros equivalentes que son bien conocidos en los ambientes
mundiales de la educación superior.
En esa aplastante lógica sólo se
necesitan universidades que investiguen, y lo hagan con un sesgo
determinado, que produzcan resultados de aplicación tecnológica y
aplicada. Lo demás es completamente subsidiario y residual para
este modelo de universidad. Ni la universidad educadora de personas
al más alto nivel cultural y moral, que entre otros proponía Giner
de los Ríos, tiene sitio aquí. Ni se contempla la universidad
proyectando su saber a la sociedad de forma no paternalista. Ni se
concibe la universidad como motor de desarrollo territorial,
económico, social. Ni se acepta con facilidad la investigación en
ciencias sociales y humanidades. Ni a ese tipo de expectativas
universitarias competitivas tampoco le interesa la formación de
buenos profesionales para las administraciones públicas, entre
otras cosas porque en ese modelo el Estado ha de tener poco peso, y
normalmente estorba y hay que desactivarlo, "reconstruirlo".
Por tanto, dentro del modelo de
estos expertos, la universidad española ha de aceptar el canon de
excelencia marcado desde ambiguas y confusas instancias
internacionales, que al parecer poseen la verdad metafísica de lo
que debe entenderse por una universidad de calidad, excelencia y
competitiva que caiga, eso sí, del lado y al servicio de los
intereses de quienes en realidad gobiernan el mundo o los países de
turno.
El nuevo tipo de Consejo de
Universidad que proponen los redactores del informe representa la
unificación de los actuales Consejo de Gobierno y Consejo Social,
algo que puede tener su interés, pero conceden un peso
extraordinario a los políticos y los representantes de los
intereses del mundo empresarial más influyente.
Para nosotros, las cosas del
gobierno de la universidad pública no deben ir por ahí, desde
luego. Lo que no significa que pueda y deba organizarse el Consejo
de Gobierno de la universidad de otra forma más ágil y eficaz, y
suficientemente democrática.