Crónica
Cartas desde lá ilusion
Querido amigo:
Hoy quiero seguir sintiendo la
ilusión por un futuro mejor del sistema educativo, a pesar de que
el tono de esta carta parezca más bien pesimista.
Me explico.
Después de un mes de ejercicio como
profesor en este curso, vuelvo a escuchar comentarios excesivamente
"tradicionales" por parte de algunos profesores: "ya verás cómo en
esta clase tienes algunos alumnos que son incapaces", "ten en
cuenta que estos niños son casi indomables", "estos alumnos no
entienden nada de lo que se les dice", "hay que aplicar una
disciplina más dura, porque no entienden ni se comportan bien",
etc.
Es decir, se trata del "paso de
informes" de una/un profesora/or a otra/o tras los primeros
compases del nuevo curso. Evidentemente, el efecto y el impacto de
estos informes es amplio y automático, de tal manera que los
conjuntos de alumnos, o determinados alumnos, quedan "marcados"
para lo que resta del ejercicio académico. Es una pena, pero sigue
siendo así.
Es una pena que esto siga siendo
así, y es más pena aún que seguirá siendo así, a pesar de lo que
dice el informe Talis 2013 que puedes encontrar en Educainee nº 33
de junio de 2014
(chrome-extension://oemmndcbldboiebfnladdacbdfmadadm/http://www.mecd.gob.es/dctm/inee/boletines/boletin-talis-informe-espanol-v4.pdf?documentId=0901e72b819e2b28):
"Más del 97% de los profesores declaran sentirse bien preparados
para el trabajo docente en España. En la OCDE este porcentaje es
inferior (90%). Estos datos no se corresponden con la formación
real del profesorado".
Si por formación del profesorado se
entiende haber concluido una licenciatura o un grado y haber
obtenido el certificado de aptitud pedagógica en un curso más o
menos prolongado aunque difícilmente aceptable como válido de cara
a la formación real del profesorado en lo que se necesita en los
tiempos actuales con los alumnos actuales, estoy de acuerdo, porque
la mayoría del profesorado ha culminado sus estudios universitarios
en este sentido.
Pero si entendemos la formación del
profesorado como algo más, como algo que sale de lo rutinario
vinculado a la formación académica, como algo que se incrusta en la
realidad actual, leyéndola y extrayendo las conclusiones y medidas
que puedan llevar a mejorar realmente el sistema educativo, creo
que no podemos estar de acuerdo.
A mí siempre me ha llamado la
atención el hecho de que un buen médico siga estudiando los
descubrimientos para el mejor diagnóstico de las enfermedades y los
métodos farmacológicos punteros para su tratamiento. Frente a esto,
echo de menos que los profesores no nos preocupemos por estudiar
los mejores avances en diagnóstico de las dificultades de
aprendizaje de nuestros alumnos y en los métodos más eficientes
para su tratamiento y resolución.
Me ha llamado siempre la atención el
hecho de que un simple empleado de banca esté continuamente al
tanto de la salida de nuevos productos al mercado y adquiera los
conocimientos adecuados para presentarlos a los clientes y ser,
así, realmente eficaces en su profesión. Frente a esto, echo de
menos que los profesores desdeñemos sistemáticamente nuevas
propuestas de utilización de recursos y caigamos en el facilismo de
creer que "eso nunca va a funcionar" porque nos supone un esfuerzo
adicional por tener que adaptar esos recursos a nuestros alumnos, a
sus características peculiares y al entorno en el que se
desenvuelven.
También me ha llamado la atención la
actitud de un simple fontanero que tú llamas para que venga a
solucionar un problema de tuberías que tienes en casa y este
profesional se acerque "con las manos en los bolsillos" y pregunte
"¿qué ha pasado?" para comenzar, acto seguido, a analizar la
situación y tratar de encontrar la solución a un problema que,
aparentemente, "a ciegas", resulta difícil, pero que él, con su
experiencia, es capaz de detectar, analizar y establecer la
solución más oportuna.
Podría seguir así, desgranando la
forma de actuar de muchos profesionales que dan solución a nuestros
problemas reales, en tiempo real.
Mi preegunta es, por tanto: ¿Por qué
los profesores no somos capaces de resolver los problemas de
nuestra profesión, problemas reales, en tiempo real? ¿Estamos
realmente formados en lo que realmente se necesita? (perdona mi
redundancia en los términos alusivos a la realidad... pero es que
creo, en ocasiones, que los profesores "pisamos" poco la
realidad...).
Creo que en alguna ocasión te
comenté mi perplejidad ante el hecho de que los profesores que
asistían a uno de mis cursos de formación sobre "Desarrollo de las
competencias de los alumnos" no fueron capaces de tomar ninguna
iniciativa cuando yo les planteé, de acuerdo con la "filosofía" del
curso, la pregunta siguiente: "¿Cuánto cuesta reformar una
vivienda?". Evidentemente, en esa pregunta se encerraba todo un
plan de actuación que implicaba todas las asignaturas que forman
parte del curriculum educativo. Interiormente me pregunté: "Si
estos profesores no son capaces de activarse ante este problema
real, ¿cómo van a ser capaces de activar a sus alumnos ante los
problemas reales?".
Si la formación que nos han dado
como profesores no alcanza más allá, entonces, "apaga y vámonos".
Creo, una vez más, que el sistema educativo ha cometido el gran
error de cortar de raíz la dinámica de la formación del profesorado
"en tiempo real".
No quiero extenderme más (ya me he
pasado, creo). Pero seguiré insistiendo en esta reflexión sobre la
necesidad de una vuelta inmediata a la dinámica de la formación
continua y "en tiempo real" del profesorado.
Hasta la próxima, como siempre,
¡salud y felicidad!