Opinião

Crónica
Cartas desde lá ilusion

Juan A. Castro PosadaQuerido amigo:

Hoy quiero seguir sintiendo la ilusión por un futuro mejor del sistema educativo, a pesar de que el tono de esta carta parezca más bien pesimista.

Me explico.

Después de un mes de ejercicio como profesor en este curso, vuelvo a escuchar comentarios excesivamente "tradicionales" por parte de algunos profesores: "ya verás cómo en esta clase tienes algunos alumnos que son incapaces", "ten en cuenta que estos niños son casi indomables", "estos alumnos no entienden nada de lo que se les dice", "hay que aplicar una disciplina más dura, porque no entienden ni se comportan bien", etc.

Es decir, se trata del "paso de informes" de una/un profesora/or a otra/o tras los primeros compases del nuevo curso. Evidentemente, el efecto y el impacto de estos informes es amplio y automático, de tal manera que los conjuntos de alumnos, o determinados alumnos, quedan "marcados" para lo que resta del ejercicio académico. Es una pena, pero sigue siendo así.

Es una pena que esto siga siendo así, y es más pena aún que seguirá siendo así, a pesar de lo que dice el informe Talis 2013 que puedes encontrar en Educainee nº 33 de junio de 2014 (chrome-extension://oemmndcbldboiebfnladdacbdfmadadm/http://www.mecd.gob.es/dctm/inee/boletines/boletin-talis-informe-espanol-v4.pdf?documentId=0901e72b819e2b28): "Más del 97% de los profesores declaran sentirse bien preparados para el trabajo docente en España. En la OCDE este porcentaje es inferior (90%). Estos datos no se corresponden con la formación real del profesorado".

Si por formación del profesorado se entiende haber concluido una licenciatura o un grado y haber obtenido el certificado de aptitud pedagógica en un curso más o menos prolongado aunque difícilmente aceptable como válido de cara a la formación real del profesorado en lo que se necesita en los tiempos actuales con los alumnos actuales, estoy de acuerdo, porque la mayoría del profesorado ha culminado sus estudios universitarios en este sentido.

Pero si entendemos la formación del profesorado como algo más, como algo que sale de lo rutinario vinculado a la formación académica, como algo que se incrusta en la realidad actual, leyéndola y extrayendo las conclusiones y medidas que puedan llevar a mejorar realmente el sistema educativo, creo que no podemos estar de acuerdo.

A mí siempre me ha llamado la atención el hecho de que un buen médico siga estudiando los descubrimientos para el mejor diagnóstico de las enfermedades y los métodos farmacológicos punteros para su tratamiento. Frente a esto, echo de menos que los profesores no nos preocupemos por estudiar los mejores avances en diagnóstico de las dificultades de aprendizaje de nuestros alumnos y en los métodos más eficientes para su tratamiento y resolución.

Me ha llamado siempre la atención el hecho de que un simple empleado de banca esté continuamente al tanto de la salida de nuevos productos al mercado y adquiera los conocimientos adecuados para presentarlos a los clientes y ser, así, realmente eficaces en su profesión. Frente a esto, echo de menos que los profesores desdeñemos sistemáticamente nuevas propuestas de utilización de recursos y caigamos en el facilismo de creer que "eso nunca va a funcionar" porque nos supone un esfuerzo adicional por tener que adaptar esos recursos a nuestros alumnos, a sus características peculiares y al entorno en el que se desenvuelven.

También me ha llamado la atención la actitud de un simple fontanero que tú llamas para que venga a solucionar un problema de tuberías que tienes en casa y este profesional se acerque "con las manos en los bolsillos" y pregunte "¿qué ha pasado?" para comenzar, acto seguido, a analizar la situación y tratar de encontrar la solución a un problema que, aparentemente, "a ciegas", resulta difícil, pero que él, con su experiencia, es capaz de detectar, analizar y establecer la solución más oportuna.

Podría seguir así, desgranando la forma de actuar de muchos profesionales que dan solución a nuestros problemas reales, en tiempo real.

Mi preegunta es, por tanto: ¿Por qué los profesores no somos capaces de resolver los problemas de nuestra profesión, problemas reales, en tiempo real? ¿Estamos realmente formados en lo que realmente se necesita? (perdona mi redundancia en los términos alusivos a la realidad... pero es que creo, en ocasiones, que los profesores "pisamos" poco la realidad...).

Creo que en alguna ocasión te comenté mi perplejidad ante el hecho de que los profesores que asistían a uno de mis cursos de formación sobre "Desarrollo de las competencias de los alumnos" no fueron capaces de tomar ninguna iniciativa cuando yo les planteé, de acuerdo con la "filosofía" del curso, la pregunta siguiente: "¿Cuánto cuesta reformar una vivienda?". Evidentemente, en esa pregunta se encerraba todo un plan de actuación que implicaba todas las asignaturas que forman parte del curriculum educativo. Interiormente me pregunté: "Si estos profesores no son capaces de activarse ante este problema real, ¿cómo van a ser capaces de activar a sus alumnos ante los problemas reales?".

Si la formación que nos han dado como profesores no alcanza más allá, entonces, "apaga y vámonos". Creo, una vez más, que el sistema educativo ha cometido el gran error de cortar de raíz la dinámica de la formación del profesorado "en tiempo real".

No quiero extenderme más (ya me he pasado, creo). Pero seguiré insistiendo en esta reflexión sobre la necesidad de una vuelta inmediata a la dinámica de la formación continua y "en tiempo real" del profesorado.

Hasta la próxima, como siempre, ¡salud y felicidad!

 
 
Edição Digital - (Clicar e ler)
 
Unesco.jpg LogoIPCB.png

logo_ipl.jpg

IPG_B.jpg logo_ipportalegre.jpg logo_ubi_vprincipal.jpg evora-final.jpg ipseutubal IPC-PRETO