Opinião

Los Programas Universitarios para Personas Mayores
Una nueva forma de gestión del conocimiento

florentino.jpgEn estos tiempos estamos viviendo cambios profundos en la gestión del conocimiento. Tanto es así que nuestra sociedad es ahora definida como Sociedad del Conocimiento, una expresión que se lee y se oye con frecuencia como un dato asumido por las poblaciones de los países más avanzados. Con ello se trata de resumir que el conocimiento es una de las piezas clave de la sociedad actual, tanto como conductor de la prosperidad económica y de la calidad de vida como de la propia estructura y organización de esta nueva sociedad.
La enseñanza, la investigación, el desarrollo y la innovación son reconocidos como los parámetros que gobiernan y condicionan la estructura y composición de la sociedad actual y son instrumentos determinantes del bienestar y progreso de los pueblos. Unos parámetros, cuyo desarrollo se realiza de modo señalado en centros de investigación, como son las universidades.
Las transformaciones sociales han sido y están siendo tan profundas que, además de estar rehaciendo el mapa del universo científico, están logrando cambios de orden económico, político, social y cultural de una enorme envergadura. Y, lo más importante, se habla de una nueva configuración del saber alrededor de nuevas y atractivas formas de diseminación del conocimiento.
El informe de 2010 sobre la "Sociedad del aprendizaje" de CISCO (una empresa global con sede en  California, Estados Unidos, principalmente dedicada a la fabricación, venta, mantenimiento y consultoría de equipos de telecomunicaciones) sostenía que el aprendizaje es fundamental tanto para el progreso de la humanidad, como para la prosperidad económica, el bienestar social, la realización personal y para ayudar a asegurar un planeta más sostenible.
Si esto es así y, efectivamente concordamos con ello, en el futuro de esta sociedad digital el aprendizaje será mucho más importante que el resto de los aspectos de la sociedad global. Pues es cierto, además, que la explosión del conocimiento impulsado por el poder de la red para conectar a las personas y difundir ideas ha cambiado la propia naturaleza del aprendizaje.
Por otro lado, la sociedad comienza a estar convencida de que las instituciones de enseñanza superior son un importante medio de producción del saber y también de que estos centros deben ofrecer el retorno inmediato de sus valores a la comunidad. Y lo más interesante es que nuestros hombres y mujeres estén convencidos de la necesidad del estudio, de los saberes transmitidos por las instituciones y del desarrollo individual y colectivo que proporcionan a las personas.
Sin embargo, frente a la obtención de un título, hasta hace muy poco objetivo prioritario para muchos, la clave es ahora la formación continua. Los vertiginosos cambios tecnológicos y económicos de nuestra época han hecho que el aprendizaje a lo largo de toda la vida haya dejado de ser un lujo, para convertirse en una necesidad básica.
El vehículo de promoción y desarrollo personal que supone la ciencia y la cultura, desde los planteamientos actuales, debe extenderse a todas las personas y edades, no debe ser patrimonio de ninguna casta ni de ninguna edad, por lo que hay que procurar que los citados bienes culturales lleguen a todos los mayores sin limitación social, económica o geográfica. Los programas universitarios para personas mayores son uno de los más  adecuados marcos para esta formación continua y son mucho más que una simple forma de llenar el tiempo libre.
La propia UNESCO avala desde hace años estas acciones. Así, en su Informe sobre la educación para la sociedad del nuevo milenio, tan bellamente titulado "La educación encierra un tesoro", el grupo de expertos coordinado por Jacques Delors definió perfectamente dicho trazado sobre un eje crucial: "la educación de todos, para todos y a lo largo de toda la vida". Así comienza a extenderse la convicción de que la educación es uno de los pilares fundamentales de los derechos humanos, de la democracia, del desarrollo de los pueblos y de la paz, valores  a los que la universidad no puede permanecer ajena.
El que fue director general de la citada instutución, Federico Mayor Zaragoza, en un discurso a universitarios españoles en 1999 ya trataba sobre exigencia ética de que la enseñanza había de democratizarse y estar al alcance de todos los ciudadanos y planteaba desde la propia Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura la urgencia práctica de que la educación sea permanente, un proceso continuo que asuma diversas modalidades a lo largo de toda la vida de la persona.
Y una de las modalidades con mayor éxito de acogida en todo el mundo son las denominadas universidades para las personas mayores, entre cuyos fines figura el de devolver a los mayores el sentido de la vida y ayudarles a recuperar su papel de actores en la sociedad, que no tiene por qué quedar anulado después de la jubilación. En ellos el conocimiento adquiere una nueva y rica dimensión social.

Florentino Bláquez Entonado
Professor Emérito. Coordinador del Programa de Mayores de la Universidad de Extremadura
 
 
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