Aprender, enseñar y evaluar en la era digital
Buenas prácticas sobre evaluación en la escuela
Uno de los procedimientos que entendemos a propósito
para ir modificando una de las prácticas tradicionales de la
escuela, como es la de la evaluación reproductora, sancionadora y
muy escasamente formativa, es el de la Evaluación basada en Buenas
Prácticas. Buenas prácticas, que desarrollan los docentes y deben
promover con más empeño, en el clima de desarrollo y evolución que
necesita la escuela de hoy.
La noción de "Buena Práctica" va mucho más allá de lo que puede
ser una práctica profesional considerada como buena por sus
autores. Y posee unos rasgos característicos que hacen de ella algo
más preciso y bastante más próximo a un concepto científico.
Las buenas prácticas -best practices en lenguaje anglosajón-
serían las actividades y conductas de los profesores y las escuelas
que rinden buenos o excelentes resultados, suficientes para ser
reconocidas como innovaciones, entendiendo que buenas prácticas e
innovación son conceptos muy próximos.
En resumen podemos decir que unas buenas prácticas, aplicadas a un
tema concreto, consistirían en una aproximación, con frecuencia
innovadora, que ha sido previamente experimentada y evaluada y de
las que se presumen unos resultados exitosos. En educación, una
buena práctica es una iniciativa, una política o un modelo de
actuación de éxito que mejora los procesos escolares y los
resultados educativos de los alumnos.
El Programa MOST de la UNESCO, concebido para vincular las
comunidades de ciencias sociales y humanas con el propósito de
producir y sistematizar conocimiento, promover intercambios y
experiencias entre diversos actores, así como fomentar el
desarrollo de métodos apropiados de gestión de las transformaciones
sociales, ha especificado cuáles son los rasgos que caracterizan a
una buena práctica. De acuerdo con este documento, una Buena
Práctica ha de ser:
- Innovadora, en cuanto desarrolle soluciones nuevas o
creativas
- Efectiva, si demuestra un impacto positivo y tangible sobre la
mejora
- Sostenible, si por sus exigencias sociales, económicas y
medioambientales puede mantenerse en el tiempo y producir efectos
duraderos
- Replicable, en la medida que sirva como modelo para desarrollar
políticas, iniciativas y actuaciones en otros lugares
Sólo en tales condiciones una "práctica buena", en nuestro caso
sobre la evaluación educativa, se convierte en una "buena
práctica", es decir, en la expresión de un conocimiento profesional
o experto, empíricamente válido, formulado de modo que sea
transferible y, por tanto, de potencial utilidad para la
correspondiente comunidad.
Dicho esto, las buenas prácticas evaluadoras de parte de los
docentes tratarían de compartir aquellas actividades, experiencias
o modelos de evaluación que, a juicio de sus actores, hayan
ofrecido buenos resultados en el contexto en el que se hayan
utilizado, faciliten el aprendizaje; mejore los resultados de un
proceso, respondan a una experiencia documentada y experimentada,
aplique métodos innovadores y sea extrapolable a otros
contextos
En todo caso, el carácter innovador de una buena práctica
evaluadora se completa con su efectividad. Por ello, la innovación
en evaluación debe ser más que la mera producción de novedad; debe
dar muestra de su replicabilidad. Así lo entendemos y esa es la
razón de incluirlas en el marco de un concepto de evaluación que
colabore en el aprendizaje de docentes y discentes y motive a otros
en la evolución necesaria y colaborativa de profesores y
escuelas.
Cada vez son más las instituciones educativas en las que las
buenas prácticas se recogen en documentos públicos como base de su
evaluación y en los que de una forma precisa se incluyen los
aspectos relativos a la docencia en general y a la evaluación en
particular.
Florentino Blázquez Entonado
Profesor Emérito. Coordinador del Programa de Mayores de la Universidad de Extremadura