Crónica
Burocracia y papeleo en la universidad
Un conocido cantautor español, recriado
social y culturalmente en el barrio obrero de Vallecas (Madrid),
Luis Pastor, máxima expresión de la canción protesta en España
desde los años 1970 hasta hoy, decía-cantaba en una de sus
canciones denuncia contra la dictadura franquista, y sus
posteriores defensores, una letra crítica en forma de estribillo de
decía con reiteración: "burocracia y papeleo es la técnica del
mareo". La burocracia era el instrumento utilizado por los
poderosos para desfigurar la realidad, y para hacer complicadas las
cosas a la gente sencilla. Ese era su mensaje, y por lo tanto
proponía menos rodeos burocráticos para resolver los problemas de
las personas, y soluciones para atajarlos de frente y de manera
inmediata, porque la gente sufría y sufre, y no merece ser engañada
con discursos huecos y burocracia vana y hueca. No olvidaré nunca
esta expresión musical-denuncia porque en los finales de la
dictadura franquista cantábamos con frecuencia letras de Luis
Pastor, y las aplicábamos, como hizo/hace él mismo, a la vida real
de cada día.
Por entonces muchos jóvenes estudiantes y luego profesores, en
algunos casos, pensábamos que la burocracia, el reglamentismo, el
exceso de papeles innecesarios y redundantes utilizado en la
administración pública, y en la universidad en particular,
pertenecía a las claves de dominio político y social de la
dictadura y sus continuadores. Muchos pensábamos, con enorme
ingenuidad, que desaparecida la dictadura vendría pronto una
sociedad casi paradisíaca donde la burocracia y el papeleo dejaban
paso a relaciones sociales de mayor proximidad e igualdad, y de
gestión fácil y directa, también en la universidad. Era evidente
nuestro error y fue clamoroso nuestro desgarro interior al
constatar que la burocracia no solo no desaparecía de nuestras
vidas sino que nos hacía doblar el espinazo moral y social para
adaptarnos a una nueva realidad democrática crecientemente
burocratizada. Eso sí, ahora en versión de democracia parlamentaria
y representativa.
Comenzamos a comprender de la mano de lecturas hermosas y críticas
como las de la sociología francesa, de Bourdieu en particular, que
la burocracia, precisamente la organización burocrática de la
administración pública, era una forma bien organizada y acrisolada
de reproducir el sistema educativo, y también la universidad y sus
mecanismos de dominio y poder. Comprendimos entonces que la
burocracia es una forma de poder, sutil o explícito, que debilita a
quienes han de soportar las medidas burocráticas y engrandece a
quien detenta el poder, y somete a los subordinados. La burocracia
no es ingenua sino que es profundamente incisiva y deformante de la
realidad, está cargada de ideología y confusión, está llena de un
pus maligno que corroe la vida de las instituciones, y en
este caso de la universidad, puesto que no afirma la vida real de
los estudios superiores y sus agentes, sino que la debilita poco a
poco hasta desvitalizarla y dejarla inerme.
Nuestra universidad contemporánea, ya en el siglo XXI por no
remontarnos más atrás, no sólo no ha visto disminuida su
organización burocrática, sino que se ha incrementado de forma casi
exponencial, y ha continuado puesta al servicio de quienes
gestionan la universidad para neutralizar problemas o resolver de
forma mediocre los conflictos o novedades que se puedan suscitar en
el seno de la comunidad universitaria.
Las dos primeras décadas de nuestro siglo XXI están siendo
profundamente afectadas por el cáncer de la burocracia y el
papeleo. Así, se nos confundió maliciosamente al afirmar que con la
gestión informática de los asuntos de la administración, y con
internet, todo iba a mejorar, se iban a achicar los tiempos de
gestión, no iban a necesitarse papeles físicos, y todo iba a
resultar como la seda, suave a la hora de resolver los asuntos.
Pues, lector, nada de eso. La gestión se ha multiplicado por "n"
comunicados fruto de personajillos de vicerrectorados que son de
fácil gatillo reglamentista y normativo. ¡Como además no cuesta
papel ni dinero…! Pero sí aburre y confunde al lector, sea
éste profesor o estudiante.
La burocracia se ha acentuado entre nosotros con la llegada e
implantación de la "maravillosa cultura de la calidad", procedente
del mundo económico norteamericano, de la OCDE, e implantada en
España justamente desde el año 2000, no solo en la educación
superior sino en todo el conjunto del sistema educativo. El
programa PISA es el mejor ejemplo de lo que decimos para el sistema
educativo previo a la universidad. Y esa calidad, tendenciosamente,
solo se mide de manera cuantificada y mediante la aplicación de
determinados criterios que buscan los resultados previamente
fijados por quienes deciden qué deben aprender niños y jóvenes, sin
atender para nada a los procesos de participación, por
ejemplo.
El mal llamado plan Bolonia es otra aplicación despiadada y
burocratizada del concepto de universidad que se maneja desde los
resortes propios de quienes establecen las directrices formativas
de la educación superior en el mundo. El proceso de enseñanza se ha
burocratizado por completo en nuestra universidad, los profesores y
estudiantes somos sus víctimas casi impasibles, y quienes nos
gobiernan desde los rectorados solo pueden hacerse eco de las
directrices que emanan desde arriba, ya sea del gobierno central o
el autonómico. O también incrementar y acentuar la
burocracia.
Así, en el caso particular de nuestras universidades se
añade todavía un nuevo fenómeno burocratizante, pues con cada
cambio de gobierno en la universidad los profesores, estudiantes y
PAS recibimos continuas y reiteradas novedades administrativas y
bien reglamentadas, para indicar así, se supone, que todo cambia a
mejor, sin ser ello cierto casi nunca. A ello conviene añadir las
"patologías" burocráticas propias de algunos cargos (vicerrectores,
decanos, secretarios, asesores) que parecen estar encelados por
dejar evidenciado su paso por el cargo que ocupan ante quienes
considera sus "gobernados" o "administrados".
Y ya el colmo de la burocracia lo estamos padeciendo en estos
últimos meses que permanecemos tan condicionados por la
pandemia del Covid-19, cuando parecen haber brotado por todas
partes arbitristas de la gestión universitaria que no tienen reparo
alguno en trasladar en listas, plataformas y comunicados mil y un
oficios de cómo hay que hacer y comportarse, a veces llenos de
contradicciones y muy reiterativos.
¡Por favor, colegas que nos gobiernan, menos abuso de la
burocracia y el papeleo y más vida académica real! Es un ruego.