Cartas desde la ilusión
Querido
amigo:
Hoy continúo con mis
reflexiones sobre la Evaluación para el Aprendizaje (EpA), tal como
te indicaba en mi carta anterior.
En ella te hablé sobre la
primera decisión (dónde se encuentran los alumnos en su proceso de
aprendizaje); hoy me permitiré compartir contigo algunas ideas
sobre la segunda de las decisiones, es decir, "dónde necesitan
llegar" los alumnos en su proceso de aprendizaje bajo la atenta
mirada de los profesores (la tercera decisión, o sea, "cómo llegar
de la mejor manera posible", la dejamos para nuestra próxima
comunicación).
Esta segunda decisión se
centra, como puedes fácilmente suponer, en los objetivos y la
planificación de las acciones para la consecución de esos objetivos
en función de los recursos disponibles. No es difícil adivinar que
en esta segunda decisión se encuentran los principios y las bases
de la tercera decisión, acerca del "cómo".
Centrémonos, ahora, en la
fijación de los objetivos y la planificación.
Hace ya cuatro meses,
introducía yo en mi carta el término "coach", como sinónimo o
término similar al de "tutor", "catalizador", etc. Hoy es el
momento de volver sobre ese término de una manera más
rotunda.
Como sabes, el coach es el
guía, el entrenador, que, junto con su pupilo, trata de fijar los
objetivos que llevarán al éxito en el empeño fijado. Este término
proviene del ámbito deportivo, y se refiere a la persona que guía
tanto a los deportistas, de manera individualizada, como al
conjunto del equipo deportivo, de manera colectiva, hacia unos
objetivos. Esos objetivos se negocian, se dialogan, se consensuan
entre todos, de manera que todos queden implicados en el proceso
que conduce al éxito. El coach es el experto que rige, o dirige, la
fijación de los objetivos adecuados en función de la situación
actual. La función del coach es, por tanto, dirigir, orientar,
alertar sobre los posibles obstáculos, más que fijar él mismo los
objetivos. Los objetivos quedan fijados por las propias personas
interesadas. El coach sólo puede ayudar a que cada persona o equipo
fije sus objetivos.
Sería muy interesante que
esto se realizase en el ámbito educativo.
Ahora bien, fijar objetivos
es el primer paso de la planificación. En este sentido, nuestro
sistema educativo tiene que cambiar de "dirección", es decir, los
profesores tienen que conseguir pasar de "dirigir" y planificar
todas las actividades de los alumnos en las aulas, a hacer que sean
los alumnos quienes dirijan y planifiquen todo lo necesario para
conseguir el aprendizaje, proceso que se convertirá, de esta manera
(y no de ninguna otra manera diferente) en un auténtico
auto-aprendizaje y sentará las bases del auténtico emprendizaje
(¿recuerdas que ya comentamos algo sobre el emprendizaje en alguna
carta anterior?). Esto sólo se consigue cuando los profesores
asuman su papel de "coach" y no de "sabio gurú" que tiene
soluciones para todo, porque "sabe todo de todo" (supongo que
recordarás que algo comentamos en este sentido en las cartas en las
que te hablaba de nuestra comunidad de aprendizaje).
No sé si recordarás que hace
ya más de un año (en concreto, en mi carta número 27), te conté la
historia de "La mariposa azul". La enseñanza de esa historia es
que, si los profesores deseamos ser auténticamente sabios, nuestra
respuesta más contundente a los retos de nuestros alumnos es:
"depende de ti", porque tu futuro y la construcción de tu
conocimiento como alumno "está en tus manos".
Es una pena que aún haya
muchos profesores (por no decir la mayoría) que no son capaces de
caer en la cuenta de esta realidad. Si consiguiesen caer en la
cuenta, poco a poco irían cambiando su actitud y ajustarían su
actuación en el aula a las condiciones del siglo XXI en el que
estamos viviendo, abandonando prácticas ancestrales que no llevan a
conseguir los resultados que cada uno de los alumnos se merece.
Ahora bien, no olvides que, para conseguir esto, es necesario
hacerse un poco más "aventurero" y aceptar los riesgos que entraña
la renuncia a la seguridad tan fuerte que estamos buscando
actualmente y, en consecuencia, la aceptación de la incertidumbre;
sólo así podremos desarrollar la creatividad y el emprendizaje, y
conectarnos a las exigencias de futuro que vivirán nuestros
alumnos.
No tengo ya más espacio.
Continuaremos el próximo mes.
Hasta entonces, como siempre,
salud y felicidad.