Crónica
Cartas desde lá ilusion
Querido amigo:
Hoy creo que tenemos motivos para
comenzar a alegrarnos porque parece que las cosas empiezan a
cambiar. Me explico: En estas últimas semanas hemos recibido (por
mi parte con gozo, y supongo que por parte de algunos o muchos más)
la noticia de que una "red" de centros educativos de una región
española ha comenzado a apostar por aceptar el reto de cambiar. Por
eso, han eliminado asignaturas, aulas, paredes, pupitres aislados
(se agrupan varios de ellos formando una estructura que permite el
trabajo en grupo), lecciones magistrales regladas, horarios, etc.,
y han aceptado el reto de que sean los alumnos quienes comiencen a
"regir" su propio aprendizaje, acudiendo a los profesores cuando lo
necesiten, ya que éstos asumen su papel primordial como "tutores",
"coaches", "acompañantes",... pero nunca como "resolutores
universales de problemas". Es decir, en la práctica, "el maestro ha
dejado de ser la figura del que todo lo sabe, y ahora es el que
acompaña y guía al alumno".
Y es que su filosofía docente
arranca de la idea y la práctica del "desarrollo de
proyectos".
En estos centros han aceptado comprometerse con un aprendizaje
basado en el trabajo cooperativo que huye de verdades absolutas y
plantea preguntas abiertas. Los profesores han afirmado
taxativamente: "Queremos que el estudiante sea el
protagonista del aprendizaje".
Por eso, "las clases magistrales
han sido reducidas a la mínima expresión (en torno al 5% del
tiempo) y lo que predomina es el trabajo en equipo". Todo
esto ha conseguido un auténtico vuelco en la actitud de los alumnos
(evidentemente, como consecuencia del vuelco en la actitud de los
profesores). Sabemos que los alumnos preadolescentes comienzan a
experimentar el desaliento y la desgana, la desmotivación en
relación con algo a lo que no "ven" futuro ni "sustancia", y, en
consecuencia, empiezan a sufrir la gran lacra de los alumnos
post-primaria: el aburrimiento. Pues bien, los alumnos se
manifiestan positivamente ante esta nueva situación en la que se
ven retados a dar lo que pueden y saben por sí mismos, y, si en
algún momento no llegan, se ven retados a buscar por sí mismos los
recursos (humanos, materiales, temporales, etc.) que les permitan
resolver los problemas que se les han planteado.
Ahora bien, esto no se consigue de
la noche a la mañana y porque sí. Más bien, se han necesitado años
de búsqueda en común por parte de los profesores, de planteamientos
teórico-prácticos que pudieran ser compartidos por todos (no valen
los esfuerzos individuales de los profesores "más comprometidos"),
seleccionando aquellos que podrían resultar más factibles y con
mejores pronósticos en cuanto al rendimiento de todos, profesores,
alumnos y padres.
El problema de la evaluación se
resuelve, en primer lugar, eliminando los exámenes (fíjate que
ahora se está planteando una reválida para alumnos finalistas de
Educación Primaria... ¡qué barbaridad!) e iniciando los profesores
un seguimiento diario de los alumnos mediante la observación de sus
planteamientos y sus propuestas, apoyando y sugiriendo posibles
caminos que resulten más eficientes, si es el caso, pero nunca
"enseñando los procedimientos correctos" que se ajustan a la
"filosofía pedagógica de la ortodidáctica".
Hay una práctica que llama la
atención: los profesores proponen a los alumnos una toma de
conciencia proactiva al comienzo de la jornada (pensar, planificar,
decidir qué se va a hacer y cómo y con qué se puede/debe trabajar)
y una toma de conciencia retroactiva al cabo de la jornada
(reflexionar acerca de lo que se ha hecho, cómo se ha ejecutado,
qué dificultades se han experimentado, qué recursos se han
utilizado y cómo, discutiendo, en su caso, la bondad de las
decisiones tomadas, etc.).
Como ves, es una noticia que
alienta la confianza en el futuro de nuestro sistema educativo,
siempre y cuando estas actitudes de los profesores se generalicen y
arrastren el subsiguiente cambio de actitudes de los alumnos.
Seguiremos comentando sobre estos asuntos, que me parecen, como te
he dicho, sencillamente apasionantes.