Opinião

crónica salamanca
Ars Tunandi

Hernandez DiazEl sociólogo francés, Pierre Bourdieu, autor de obras como "Capital cultural, escuela y espacio social", cuando trata de explicar el concepto de subjetividad en sus raíces educativas (cómo se han construido los valores de la persona en sus espacios sociales, el habitus profesional, las relaciones que mantiene el individuo con las instituciones, cómo se configuran las subjetividades en la universidad, por ejemplo), propone comprender tres planos, en sí complementarios: 1) La experiencia de vida en contexto institucional o habitus adquiridos en la familia y las instituciones socio-culturales; 2) La experiencia de vida en el ámbito relacional o dialógico con los otros, sean o no ámbitos académicos; 3) La experiencia de vida individual en la que el sujeto elige y se construye, madura su subjetividad desde sí mismo.

En otras palabras, hay una parte muy importante de cada persona, de cada estudiante si nos referimos ahora a la universidad, que se construye en espacios sociales que van más allá de la institución o de lo académico, y también de su propio mundo interior. También podríamos decir, de forma muy sencilla, que la formación en la universidad para el estudiante no puede reducirse a lo que aprende en las aulas, en las facultades, en el mundo académico.

En los años en que se configura la personalidad del joven se produce la vivencia de experiencias sociales y aprendizajes de valores en los lugares de memoria de los jóvenes y en los espacios de sociabilidad juvenil (tertulias, conciertos musicales, actividades deportivas, debates políticos, expresiones religiosas autónomas, lugares de ocio en el sentido más amplio, y otros). Estos lugares de memoria y espacios de sociabilidad pueden quedar próximos física o afectivamente a la universidad, o pueden representar una forma autónoma de organización de los estudiantes, con más o menos persistencia en el tiempo, pero paralela y distinta a la oferta académica y los servicios complementarios de la universidad.

Esta reflexión previa viene a cuento para comprender, por ejemplo, el tradicional significado de la tuna estudiantil, de las asociaciones musicales y jocoso festivas que suelen existir en algunas facultades universitarias, renovándose año tras año, y a las que se asocian con absoluta libertad algunas decenas de jóvenes estudiantes, pertenecientes una facultad concreta (medicina, ingenieros, educación, derecho, farmacia, económicas, y otras). Es cierto que a cada tuna suelen añadirse año tras año tunos persistentes, elementos de larga duración, algunos con perfil casi "profesional".

Las tunas, o equivalentes, son asociaciones estudiantiles que han heredado la tradición de los juglares medievales, o de los estudiantes goliardos, que cantaban a su joven amada, o que adoptaban la alegría, la música, la representación teatral como forma de expresión, a veces de vida, con frecuencia en ciudades europeas con tradición universitaria. Paris, Salamanca, Coimbra, pueden servirnos perfectamente de referente, pero el modelo de sociabilidad estudiantil que representa una tuna de jóvenes estudiantes se ha extendido a decenas de ciudades de todo el mundo.

La pertenencia a una tuna representa para el estudiante que se incorpora a esa asociación musical juvenil la aceptación libre de un código de conducta, de unas normas de convivencia que son las señas de identidad del grupo, de la tuna. La imagen superficial de una tuna es la de un grupo de jóvenes que tratan de divertirse, que hacen ronda musical nocturna, que consumen alcohol, que buscan conseguir alimentos gratis o algún dinerillo a cambio de sus canciones, que representan un ideario un poco golfillo, si bien no suelen molestar más de lo razonable al resto de ciudadanos. En último término, las tunas suelen resultar simpáticas al vecindario, como expresión de las ganas de vivir y disfrutar que tienen los jóvenes estudiantes.

Olvidemos imágenes deplorables y actitudes incívicas de algunos aislados tunos, pequeños o grandes sinvergüenzas, para quedarnos con la idea de una asociación libre de jóvenes estudiantes que adoptan la música, un tipo determinado de ella basada en instrumentos de cuerda (guitarra, bandolina, laúd, bandurria, y panderetas o instrumentos rítmicos de acompañamiento). En la tuna los jóvenes pueden aprender a socializarse mejor, a construir valores solidarios, a cultivar aficiones musicales, que le pueden resultar muy útiles a lo largo de su vida.

En días pasados se ha celebrado en nuestra ciudad y universidad un encuentro de tunas de toda España y Portugal, también procedentes de otros países del sur de Europa, que han convertido las calles en un espacio de vida juvenil y estudiantil, de alegría y música. Desde luego que ese encuentro ha contribuido a estrechar lazos de convivencia y fraternidad entre los tunos, y han permitido consolidar una rica tradición que forma parte de las señas de identidad y sociabilidad de los jóvenes estudiantes de muchas universidades del mundo.

Al mismo tiempo, el Museo Internacional del Estudiante ha organizado en el Patio de Escuelas Menores una bella exposición titulada precisamente "Ars Tunandi", relativa a la vida cotidiana, historia y tradiciones seculares de las tunas universitarias. El arte de ser tuno significa pertenecer a una especie de escuela de ciudadanía para los jóvenes estudiantes. No todo debe ser academia en sentido estricto para un joven universitario.

 
 
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