CRÓNICA
Cartas desde la ilusión
Querido amigo:
Hoy me vas a permitir que rompa la
continuidad de mi reflexión acerca de la Evaluación para el
Aprendizaje. Volveremos sobre ello, porque creo que es un tema
crucial.
La razón de esta interrupción es que
hace unos días, leí en una noticia de prensa una referencia a la
conferencia que pronunció la finlandesa Elise Tarvainen en Doha, en
el transcurso del WISE 2012, World Innovation Summit for Education
(cumbre mundial de la innovación para la Educación), sobre «El
profesor, el catalizador más importante para el éxito y la
innovación en la Educación».
En realidad, esta intervención
hubiese pasado desapercibida, para mí, si no hubiese expuesto los
aspectos fundamentales sobre los que gira, a su juicio, la
educación en su país. Aquí te los expongo:
El objetivo fundamental que un
profesor se ha de proponer en su aula, afirma, es «excitar el deseo
de aprender» y «mejorar el flujo del aprendizaje». Esto segundo se
traduce en no permitir que nadie quede parado en el aula, tímido,
inactivo, apático.
Para ello, para conseguir ese
objetivo fundamental, el docente necesita cinco resortes más:
-Evaluar de un modo constructivo,
dando apoyo.
-Llevar la clase de una forma
cohesiva, como lo haría un buen dirigente de empresa.
-Tener una concepción integradora,
conjunta, de la enseñanza y del aprendizaje.
-Emplear métodos de trabajo
flexibles y variables.
-Crear entornos de aprendizaje que
inspiren.
Esto me ha llamado la atención por
una razón muy sencilla: es algo que los profesores conocemos y que
hemos desarrollado a lo largo de multitud de cursos de formación
del profesorado (lamentablemente ya extinguidos), y que tú y yo
hemos reflexionado a lo largo de varios años ya (¡cómo pasa el
tiempo!). Son temas o aspectos recurrentes sobre los que pivota la
educación actual, no cabe duda.
Ahora bien, la pregunta es ¿por qué
en Finlandia esto funciona y en nuestros países -en el resto o casi
en todos los restantes países- no funciona?
Me gustaría conocer tu respuesta a
esta pregunta. Pero, mientras me la envías, yo te apuntaré algunas
ideas que componen mi opinión.
En primer lugar, si el ambiente
socio-económico no aporta el apoyo necesario a los profesores, ya
tenemos un primer obstáculo que impedirá que pongamos en marcha
nuestras ideas y convicciones.
En segundo lugar, si los profesores
no creemos en nosotros mismos, es decir, en nuestra capacidad para
llevar a cabo una práctica educativa realmente eficaz, basada en la
creatividad, la promoción de las competencias personales, el
respeto de las opiniones y los procedimientos de cada uno de
nuestros alumnos, la estimación de su manera de proceder (en otras
palabras, de su "tempo" psicológico), la valoración de sus
limitaciones puntuales en determinados momentos, etc., entonces,
nos encontramos ante un segundo obstáculo difícilmente
superable.
Pero, además, si no cambiamos
nuestra actitud frente a las instituciones (sé que esto suena a
revolución socio-educativa, pero parece que hoy no existe otro
camino) y frente a nosotros mismos (esto suena a otra revolución
personal-educativa), difícilmente conseguiremos lo que, desde
siempre y desde el fondo de nuestro corazón, hemos anhelado y
anhelamos: una educación realmente eficaz que promueva el
desarrollo armónico de todas las personas implicadas en ella. Tal
vez esta "inercia psicológica" que nos lleva a mantenernos en
actitudes pasivas, conservadoras y peligrosamente complacientes sea
el más grande de los obstáculos que habremos de superar.
La pena es que todo esto tengamos
que llevarlo a cabo "en solitario", ya que no se nos ofrecen las
posibilidades de antaño para reunirnos en grupo y mantener y
profundizar en nuestra educación como profesionales con alta
vocación educativa.
Hasta la próxima, como siempre,
salud y felicidad.