Crónica Salamanca
Universidad pública y territorio
Dos actividades científicas recientes en
las que he participado, ambas relacionadas con la universidad
pública y el entorno o el territorio de referencia próximo, me
invitan a reflexionar sobre esta cuestión tan debatida con
frecuencia, y nunca resuelta del todo. La pregunta es aún más
concreta, se dirige a valorar el impacto social y económico que
ejerce la universidad sobre la ciudad donde se instala un centro
universitario. No nos referimos a una propuesta de universidad
privada, en la que ya sabemos que priman los intereses mercantiles
y gananciales sobre todos los demás, exceptuando aquéllas que
siendo particulares se sostengan por razones sociales o
confesionales.
Pero el debate aludido se situaba
en torno a las universidades públicas financiadas por todos los
ciudadanos. Y nos referimos primero a una mesa redonda celebrada en
el Casino de Salamanca, en la que participaban personalidades tan
cualificadas como rector, exdirector generales de universidades,
exdiputado y exalcalde, catedráticos, empresarios exitosos. Las
ideas defendidas eran casi siempre antagónicas, y no vale la pena
resumirlas, más allá de lo que en este tema nos atrae. Hubo quien
proponía la práctica desaparición de las universidades públicas
porque no pintaban ni aportaban nada al entorno social,
empresarial, ni apenas a la formación cultural de los jóvenes.
Otros, es obvio, defendían otras propuestas muy distintas.
Pero quedaba flotando la idea, cada
vez más sugerente, de que la universidad en el siglo XXI tiene que
añadir a sus misiones clásicas (docente, investigadora y difusora
de cultura) la de impulsar el desarrollo social, económico,
tecnológico, incluso industrial, del entorno próximo donde se
ubica. Ello es así porque una universidad genera demanda de
servicios diversos, atrae y fija población cualificada, promueve la
creación de parques científicos (apoyo a iniciativas punteras de
estudiantes ya profesionalizados y emprendedores, nidos e
incubadoras de iniciativas y proyectos empresariales), genera
consumo de todas clases, facilita la creación de un clima cultural
más elevado y diversificado. Ello se produce así, con el añadido de
desarrollar las tareas asignadas de su competencia: formar
profesionales del más alto nivel, investigar y producir
conocimiento, difundir la cultura generada o inducida en el seno de
la institución en todas sus manifestaciones.
La otra oportunidad de reflexionar
sobre el mismo tema, "Universidad y territorio", se produjo en el
seno del Seminario Helmantica Paideia, organizado en la Facultad de
Educación por el GIR "Memoria y proyecto de la educación", donde
intervino la profesora Margarita Heinzen, de la Universidad de la
República de Uruguay, especialista justamente en este asunto. El
modelo histórico de Uruguay en materia universitaria ha sido
central, es decir, una única universidad pública para un país
pequeño, pero en el que se advierten desigualdades enormes de
acceso de los jóvenes a la educación superior, dependiendo de la
proximidad a su capital, Montevideo, donde se asienta la
Universidad de la República.
En el curso de la sesión del
seminario se explicó con lucidez los límites de ese modelo de
organización universitaria, así como los cambios introducidos desde
hace muy pocos años, que tratan de conceder mayor protagonismo a
las ciudades del interior del Uruguay, instalando en cuatro grandes
polos de atracción sendos espacios de desarrollo universitario. De
esa manera, dentro de un concepto multicampus de universidad, se
proyecta mejorar y facilitar el acceso a la educación superior de
muchos de los estudiantes del interior de la República del Uruguay,
con recursos limitados para estudiar en la universidad, más aún si
deben desplazarse.
Lo que se viene comprobando en los
escasos años de implantación (no sin dificultades) de este modelo
de expansión de la universidad pública en otros territorios del
interior de la República del Uruguay es que mejora sustancialmente
el porcentaje de los jóvenes que se encaminan a la universidad.
Pero también, y no menos importante, es que dicho proceso ha
impulsado a nuevas y numerosas inversiones empresariales a fijarse
de manera permanente en los puntos físicos de instalación del
centro universitario. Esa nueva estructura demográfica y económica
viene suscitando nuevas y diferentes oportunidades de desarrollo
social en varias ciudades y territorios del interior del Uruguay,
como consecuencia directa de la implantación de distintos centros
universitarios. La universidad así se erige en un valor añadido a
su aportación natural, que sería la docencia y la investigación,
cuando genera nuevas y diferentes formas de cultura, de consumo, de
negocios, transporte y servicios en general.
Las relaciones entre universidad y
territorio estuvieron siempre presentes, y a veces disputadas, en
el mapa universitario español, por sus consecuencias
administrativas, jurídicas, económicas, generalmente beneficiosas
para las ciudades con sede universitaria. De ahí que una aspiración
inaplazable para varias ciudades españolas, derivada de la
transición democrática desde el franquismo, en los años 1970, fue
la de conseguir que se instalaran en tales localidades nuevas
universidades (o centros y campus universitarios), con la esperanza
de impulsar el comercio, la vida social, cultural y económica de
las mismas. Algo se consiguió, pero no de manera contundente y
decisiva.
Y si volvemos nuestra reflexión
hacia el caso de Portugal, algo semejante podemos pensar y
evidenciar, cuando nos dirigimos hacia los Institutos Politécnicos
creados a partir de 1979, especialmente los ubicados en la Raya
Interior , considerando que bien pudieran haber sido un factor de
desarrollo del territorio mucho más incisivo de lo que han
alcanzado a ser al cabo de los años. Esto es algo que forma parte
del debate vivo que se mantiene encendido en Portugal.
Tenemos, al fin, reflexiones
comparadas suficientes como para pensar que el peso socioeconómico
de una universidad no resulta fácilmente mensurable, y menos aún en
magnitudes solo económicas, aunque nadie duda de su importancia e
influencia. Aunque también es preciso subrayar que no es una
relación mecánica la que deben mantener la universidad y el
territorio, sino de búsqueda crítica, de apoyo mutuo, porque al fin
la variable educativa viene condicionada por otros factores. Y al
contrario también, los aspectos económicos y sociales de una
comunidad o de un país tienen una estrecha relación con los de
orden educativo. Y universitario en este caso.
El bien cultural y formativo que
representa la universidad pública en su entorno, en su territorio
de acogida e influencia, solamente es cuestionado por quienes
proponen reflexiones cegadas por el interés en desacreditar la
aportación que llevan a toda la sociedad en varios ámbitos, y los
que buscan el modelo alternativo de negocio, y al fin un concepto
elitista de universidad.