Opinião

crónica salamanca
El deporte en la universidad

Hernandez DiazEstamos muy habituados a escuchar noticias relativas a grandes deportistas que reciben una beca para "estudiar", mejor representar, como sobresalientes de una disciplina deportiva, en una universidad de los Estados Unidos, sea ésta California, Florida o Indiana, es equivalente para nuestro tema. Considerando el peso que ha alcanzado este país en la geopolítica mundial, en los medios de comunicación y en el modelo contemporáneo de universidad en todo el mundo, el que un deportista español de alto rendimiento ( o un nigeriano o paraguayo, es igual) reciba una buena subvención en los USA es modelo de universitario ejemplar. Pero en nuestro contexto universitario no se acaba de entender bien las razones. Al igual que la llamada liga universitaria de baloncesto en los mismos USA, cantera y precedente de la famosa NBA.

¿Por qué este énfasis en los deportistas cualificados que son captados por las universidades de ese rico país?. Por varias razones, entre las que se encuentran el uso publicitario del nombre de la universidad, el carácter competitivo del modelo de sociedad y de universidad donde se inserta, la facilidad para captar recursos económicos externos y sponsor de particulares y empresas. Tal vez, sobre todas ellas, por las pautas ya muy arraigadas en aquellas universidades sobre el valor formativo del deporte.

Por supuesto, no lo olvidemos, aquel sistema universitario de los USA es heredero directo del modelo tradicional de formación superior inglés en el que históricamente se ha educado la nobleza y la burguesía, y en el que la educación física y el deporte han ocupado siempre una posición expresa para la distinción de formas y estilos ciudadanos, y a veces la selección social. Sus maestros fueron J. Locke y H. Spencer, orientadores de la educación inglesa contemporánea, en la que la educación física y el deporte han desempeñado una tarea formativa extraordinaria en la conformación del estilo de ser caballero, ciudadano, "gentleman".

La confrontación anual de los remeros de las universidades de Oxford y Cambridge, que se transmite en directo en muchas cadenas de televisión de todo el mundo, es todo un emblema en la construcción de su imaginario y en su recepción en todo el mundo. O la pregunta por el origen inglés de varios deportes colectivos (como el fútbol) o individuales (tenis) nos debe conducir a encontrar respuestas en la historia de su educación universitaria.

La pregunta que nos gustaría poder resolver algún día sería parecida a si la universidad española ganaría en calidad si se aproximara un poco, solo un poquito, al interés que existe en la universidad anglosajona por el deporte y la actividad física de sus miembros, estudiantes, profesores y personal de apoyo. Para responder tal vez habrá que esperar y cambiar muchas cosas de nuestra organización universitaria actual. Hay que dar pasos.

El deporte, la educación y la actividad física pueden encontrar en la universidad muy diferentes apoyos por parte de todos o algunos de los integrantes de la comunidad universitaria, y por ello pueden y deben merecer la atención que corresponda desde los responsables del gobierno del Estudio. Las motivaciones pueden ser muy variadas.

Además de haber alcanzado la máxima proyección formativa y profesional en centros específicos de estudio e investigación sobre el deporte o facultades de formación de profesionales del deporte (valga el INEF como ejemplo), en las Facultades de Educación se forman maestros de primaria con especialidad en educación física y también profesores de educación secundaria con ese perfil de educación física. Todo lo cual es manifiestamente mejorable

En la mayoría de las universidades funciona un servicio de educación física (o institución equivalente) que con más o menos fortuna, recursos y dedicación cumple con su cometido. Aunque, esa es nuestra opinión, con un formato excesivamente funcionarial (en su sentido más grueso) y poco dinamizador entre los miembros de la comunidad universitaria.

Habrá que crear, o mejorar y actualizar instalaciones deportivas ya existentes. Será preciso incentivar el deporte, principalmente el femenino, y la actividad física para todos, con campañas y con apoyos y reconocimientos, también los académicos. Es necesario ofrecer y mejorar programas de becas de estudio a los buenos deportistas, para atraer y retener su potencial de llamada y ejemplarizante. Es imprescindible promover la investigación de perfil deportivo y de la actividad física en general. No hay que desdeñar la oportunidad de pasear por diferentes canchas el nombre de la universidad, siempre que se consiga captar los recursos externos adecuados en formato de "esponsorización" para sostener buenos equipos competitivos, casi profesionales, en algunas de las disciplinas deportivas por las que se decida optar y apostar con firmeza.

Desde luego, para nosotros la construcción de una universidad humanista y socialmente ejemplar pasa también por prestar atención al deporte y la actividad física dentro de su oferta formativa. Los creadores y promotores de la cultura grecolatina, de la que Occidente es deudor, nunca olvidaron la dimensión formativa de la educación física, de la competición atlética y del deporte. No se trata de postular ahora una ley del deporte universitario, pero sí de pensar estratégicamente hacia donde puede encaminarse nuestra universidad para los próximos, y ahí el deporte y la actividad física deben encontrar un espacio con identidad propia para beneficio de todos.

 
 
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