Crónica Salamanca
«El principito» en la Universidad
No nos referimos aquí a ningún príncipe,
a ningún vástago de casa real que haga su presencia en una
universidad determinada, para honrarla o adornarla, para formarse
en futuras responsabilidades políticas , o para que le sirva algún
día de referencia patrimonial intelectual en el obligado curriculum
que siempre ha de presentar en público, sea en ocasiones a las
revistas del corazón o en otros casos a exigencias del guión
parlamentario, cuando de asuntos del gobierno público se trate, sea
monarquía parlamentaria o no.
Hoy todos sabemos muy bien dónde han estudiado los príncipes de la
monarquía inglesa, o de la monarquía española, o de la kuwaití y la
de Arabia Saudí, o dónde lo harán los futuros monarcas, si al
fin esa institución logra superar los vaivenes en que se mueve un
país que ha heredado dicha institución desde siglos atrás. La
universidad, algunas universidades sería más correcto afirmar,
mantienen un referente simbólico, mezcla de tradición y poder, de
buen hacer y liturgias ceremoniosas, además de reconocida calidad
en su oferta formativa. Por ello son elegidas por las casas reales
para que se conviertan en marco ornamental del imaginario colectivo
que precisan los pueblos, los países, la tradición
monárquica.
Pero aquí hablamos de otro príncipe, ciertamente muy famoso.
Nos referimos a la conocida y universal obra literaria escrita por
Antoine de Saint-Exupéry, "El Principito", en el original "Le Petit
Prince", en portugués "O Principezinho", y publicada en 1943. Hoy
está traducida a más de 250 idiomas y dialectos, siendo reconocida
como una obra universal de la novela infantil, aunque en realidad
no sea solo una obra para niños. También ha sido adaptada para el
cine, el teatro y ha logrado versiones musicales de gran
importancia
¿Qué sentido tiene ahora hablar de esta obra, de esta breve novela
en la universidad, cuando desde hace tiempo todas las bibliotecas
universitarias cobijan en sus anaqueles y estanterías numerosas
ediciones de la obra, parte de los muchos millones de ejemplares
que se han editado hasta ahora en todo el mundo?
Hablamos de una buena noticia, producida recientemente. Olga María
dos Santos Gordino, procedente de Castelo Branco, ha defendido
éxito en nuestra Facultad de Educación su tesis doctoral, titulada
precisamente "O Principezinho, de Antoine de Saint-Exupéry, como
recurso didatico numa educaçao intercultural". El resultado final
ha sido muy brillante por la calidad de la investigación doctoral,
y por el proyecto de acción intercultural que propone a los
educadores, ya sean maestros, profesores, padres, o
educadores de diferente atribución profesional, procedencia y
orientación.
El Principito, como es bien sabido, es una breve novela llena de
imaginación y de poder sugestivo. El Principito es la narración de
una bella historia novelada de interacciones y de construcción de
relaciones, cargada de valores y simbolismo, donde emergen la
apertura, la amistad, la tolerancia, el respeto al otro, la
soledad, el sentido de la vida, la diversidad de razas y etnias, de
mundos y planetas, la vida interior individual, la reflexión sobre
el proyecto y el camino a seguir. Es una historia de amor en el
sentido más profundo, que suscita en el lector preguntas profundas
sobre el ser y la vida. Es una narración delicada donde cabe la
sonrisa y la comprensión, partiendo del alma infantil, que es la
que se formula todas las preguntas y las eleva al mundo de los
mayores.
Lo interesante de la aportación de Olga Gordino es, además
de invitarnos una vez más a la lectura y el disfrute de la obra de
Saint-Exupéry, el proyecto didáctico de carácter intercultural que
se construye en la escuela a partir de la lectura de la obra por
parte de los niños. Considerando que la sociedad europea de nuestro
tiempo es crecientemente multicultural, y desde luego los centros
educativos y escolares lo son también, el uso en las escuelas de un
material pedagógico tan sensible y bello como El Principito nos
parece un acierto incuestionable para atender la educación
intercultural que precisa nuestra sociedad, para no ser
precisamente cerrada, dogmática e insensible a esta realidad tan
visible en nuestros días como es la diversidad cultural, étnica,
religiosa, lingüística de nuestras aulas.
La universidad también puede surtirse de muchas de las
propuestas pedagógicas, de esos valores de encuentro que destila El
Principito, porque hoy más que nunca nuestra universidad es, y debe
ser, día a día cosmopolita, plural, diversa, tanto en la
composición real de los estudiantes como de los profesores, y de
los programas interculturales que pueden y deben promocionarse. Por
otra parte, la función investigadora de la universidad se ve
plenamente reconocida en productos científicos muy bien construidos
en torno al Principito, como lo muestra esta tesis doctoral de Olga
Gordino. Con ella gana la sociedads, la escuela primaria, pero
también la universidad, porque queda enriquecida, plenificada.