Crónica Salamanca
Las becas en la universidad
La pretendida reforma
educativa ultraliberal del Partido Popular sobre el sistema
educativo no universitario (denominada LOMCE, Ley Orgánica para la
Mejora de la Calidad Educativa) cuenta con su más importante y
visible ariete en el Ministro de Educación, señor Wert. Por cierto,
este es el ministro que aparece en las encuestas como el peor
valorado de todos los miembros de su ya muy mal visto gabinete de
gobierno. Este conocido polemista de tertulias de radio y
televisión, que no tiene un pelo de tonto en su ya desaparecida
cabellera, goza provocar con su estilo brillante en las heridas
sociales más dolorosas. El ministro es listo, sin duda, pero su
propuesta política de desmantelar todo el sistema público de
educación en España no es un asunto solamente personal, de él, sino
del proyecto que tiene el partido político, el PP, que sabiamente
le ha colocado al frente de un siempre delicado Ministerio de
Educación, por la carga ideológica, social y política que se
desprende de las decisiones que se adopten desde arriba.
Además, dentro de ese alocado
proceso de contrarreformas que llevan a cabo Wert y su equipo, y ya
en el contexto universitario, ha saltado a los debates políticos y
a los titulares de los medios de comunicación el asunto de las
becas, es decir, de las ayudas al estudio para los chicos de padres
con renta económica baja. De frente, y de manera arrolladora,
propone el Ministro de Educación que , en la conocida proporción
española de calificación de los expedientes académicos ( 1 a 10),
para que un estudiante pueda recibir beca necesita un cómputo medio
en su expediente de 6.5, lo que representaría expulsar del grupo de
los posibles receptores al 80% de los estudiantes españoles.
Su cínica lógica es la de forzar al
estudio, la de exigir más, y la de seleccionar más, expulsando a
los peores y mediocres, dice en su argumentario. A este propósito,
circulan en Internet sonrojantes documentos que revelan los
expedientes académicos de varios de los más señalados políticos del
partido conservador, que hubieran quedado excluidos de un sistema
de becas como el propuesto, y que serían tildados de mediocres y
malos estudiantes, según esa ya mentada categorización
La presión de rectores, de otros
políticos del propio partido conservador, de sindicatos, de
partidos políticos en la oposición, de la inmensa mayoría de la
sociedad y de los opinantes, ha forzado al Ministerio de Educación
a reducir la propuesta inicial al 5.5, aunque todos entendemos que
es una medida táctica dentro del modelo general que apuesta por una
guerra social abierta contra los sectores más humildes de la
población española.
La cantinela que de forma
recurrente van repitiendo y cantando Wert, sus asesores y otros
políticos del partido conservador es la de la cultura del esfuerzo,
incidiendo en que las políticas socialdemócratas desarrolladas en
España desde los pasados años ochenta han perjudicado la calidad
del sistema educativo y de la universidad, porque han fomentado
actitudes perezosas entre los jóvenes. Y por ello hay que ser duros
y exigentes con los malos estudiantes y excluyentes con la mayoría
de los de procedencia social baja (aunque esto no se atreven a
decirlo frontalmente).
El asunto no es quitar o poner otro
ministro, pues el sustituto haría seguramente algo parecido al que
ahora ocupa la cartera de Educación. El problema de fondo se
encuentra en el corazón del modelo social que desde siempre
defiende el partido conservador, partidario de opciones liberales,
del sálvese quien pueda, de entender la educación como una selva en
la que triunfan los más fuertes, de la iniciativa privada a
ultranza en materia educativa, con al añadido de confesional en la
mayoría de los casos.
En una reciente entrevista que
publica El Pais con el sociólogo Julio Carabaña, quien hace ya
algunas décadas desempeñó tareas de asesor con el entonces Ministro
de Educación, José María Maravall, y quien fue el responsable
técnico directo de articular el sistema de becas ahora vigente, de
larga y reconocida incidencia positiva para el conjunto de la
sociedad y de la educación, se ratifica la idea de una propuesta
socialmente justa y políticamente armoniosa. El entrevistado expone
con contundencia que la propuesta de Wert es claramete injusta
desde el punto de vista social, y muy difícil de digerir desde el
plano político.
El sistema de becas en la
universidad, en nuestra opinión, debe moverse al menos en dos
planos diferentes. Si nos referimos a las becas de investigación y
de promoción de talentos (que también están siendo dramáticamente
amenazadas y recortadas), debe primar la calidad del estudiante,
debe ser el ámbito de los mejores en sus resultados intelectuales.
Pero si hablamos del sistema general de becas al estudio, con un
mínimo de exigencia, como hasta el presente, que en conjunto ha
funcionado bien social y académicamente, no debiera tocarse ni
modificarse lo que tenemos. Y compartimos la idea de que no puede
justificarse esa agresiva medida social, por la vía de la
eliminación de muchas becas al estudio, con la excusa de los
recortes y la crisis.
Por fortuna, la respuesta de
rectores, responsables académicos y comunidad universitaria en
general comparte hoy estas posiciones frente a las propuestas
gubernamentales del partido conservador, y ya no se calla.