Opinião

crónica Salamanca
La Universidad despues de wert

Hernandez DiazLa nefasta gestión llevada a cabo en el Ministerio de Educación de España por parte del exministro Wert, y de su compañera sentimental Gomendio, exsecretaria de Estado de Educación y ahora puntal consultivo de la OCDE (la organización de los países ricos, el organismo que tanto impulsa PISA y otros modelos de evaluación al servicio del neocapitalismo mundial), y del apoyo técnico y político de otros fieles colaboradores del partido conservador, ha dejado las universidades públicas españolas en la ruina, en estado semicomatoso, necesitadas de una auténtica retroalimentación.

Pero conviene no engañarse ni distraerse del problema de fondo. Porque Wert y Gomendio no han sido más que las cabezas visibles, la expresión de los intereses del gobierno conservador en el poder (otro ministro conservador lo habría hecho exactamente igual de mal), que a su vez se sirve de la llamada crisis económica de Europa para fortalecer la banca en detrimento del servicio público que representan las universidades , y otros servicios públicos no menos importantes. Por tanto, no estamos considerando que las lamentables decisiones adoptadas por Wert y equipo sean en exclusiva un asunto personal, derivado de un modo antipático de gobernar la educación y la universidad, de la actuación de un personaje, de un individuo que ha actuado de forma unipersonal y despectiva hacia las universidades públicas.

No, nada de eso. El tal Wert ha sido solamente la desdichada expresión de un proyecto político conservador, global, que en España buscaba desmantelar y destruir a fondo la universidad como servicio público. Por esto las plantillas docentes han quedado diezmadas, descapitalizadas y empobrecidas, recambiando mal a miles de profesores ordinarios (catedráticos y titulares) que se jubilan o fallecen por un pequeño grupo de asociados muy mal pagados, subproletarizados de manera indigna, y con frecuencia no muy preparados para el ejercicio docente, y no hablemos ya de tareas de investigación de nivel medio o elevado.

La investigación ha quedado muy afectada, porque ha disminuido de forma escandalosa el número de becarios de investigación, porque la dotación para investigar en humanidades y ciencias sociales simplemente ha sido eliminada y pisoteada, salvo rarísimas excepciones. Las instalaciones se han deteriorado sin repuesto a la vista.

La eliminación o disminución en la asignación de becas y sistemas de apoyo a los estudiantes de procedencia social humilde, y el incremento escandaloso de las tasas y matrículas de los estudios universitarios ha expulsado de la universidad a varios miles de jóvenes aspirantes españoles.

La financiación general para la vida ordinaria de las universidades ha ido disminuyendo porque los gobiernos de las Comunidades Autónomas (no todos de la misma forma, claro) aducen carecer de transferencias de fondos del Estado central para estos capítulos.

Parece que la universidad pública ha padecido un auténtico ciclón, un tsunami, que va desmoralizando a los elementos más dinámicos de las instituciones de educación superior. Cada vez es más difícil pretender llegar a ser un buen profesor, un investigador motivado por la producción de conocimiento científico, un intelectual comprometido por difundir la cultura.

Ahora bien, no perdamos de vista que el paradigma "nuevo" en que va situándose la función de la universidad, según los intereses de quienes nos vienen gobernando, es acorde con las pautas de gestión contable de una universidad como si fuera una empresa, y no un servicio público. Por ello prevalece la cultura implacable de la competitividad en todas partes, de una evaluación contable de todas las actividades, como si de una caja registradora se tratara. Ello es aplicable, como bien saben los gestores, los profesores y toda la comunidad universitaria, al imperio de una burocracia cotidiana y agotadora, a la confección de fichas docentes, a la evaluación de los alumnos, a la acreditación de los títulos y de las instituciones, a la contabilidad impuesta a las pautas de revisión de los productos científicos, sean artículos, libros, patentes. Nos han impuesto la abominable cultura académica de los criterios sometidos a la ley del más fuerte, que suele estar mucho más allá de los muros de nuestras universidades, a través de la perniciosa labor de agencias de evaluación concebidas para ser los brazos ejecutores de la perversidad "desconocida", "ignota", "anónima" de quienes mueven los hilos de las grandes decisiones económicas, políticas y universitarias en todo el mundo, sea en España, en Portugal, en Europa, en América, o donde corresponda e interese.

Nos han cambiado hasta los nombres, que nunca son inocuos, como bien nos recuerda Umberto Eco, y así ya no existen licenciaturas (denominación arraigada en Europa desde el inicio de las universidades a fines del siglo XII y comienzos del XIII), siendo sustituidas por los "grados", procedentes de la cultura anglosajona y norteamericana. Nos cambian a fondo la estructura del modelo de organización de la formación de titulados, imponiendo el máster (en América Latina, por fortuna, se habla siempre de maestría). Nos fuerzan a un modelo de doctorado burocratizado y controlado hasta el extremo, pero degradado al fin en términos científicos.

De ahí que no conviene despistarse, pensando que cambiando a Wert va a cambiar en algo la política universitaria general para España. El nuevo equipo del Ministerio de Educación va a continuar haciendo más de lo mismo en el ámbito universitario (y desde luego en todo el sistema educativo), por lo que habrá que esperar a que se produzcan cambios políticos profundos, a la llegada de nuevas fuerzas políticas, o la renovación real de algunas de las existentes, para poder encontrar nuevas sensibilidades hacia las universidades públicas, retomando la consideración principal de la universidad como servicio público.

Y una llamada de atención dolorida y cargada de lamento y enfado. Hay que rearmarse moralmente para que dentro de las universidades, y desde toda instancia de gestión y poder político, podamos enfrentarnos a esta nefasta cultura de la competitividad y la contabilidad que nos han impuesto nuestros "amigos" del norte, la cultura anglosajona dominante, aliada con el pragmatismo asiático, que no es más que la expresión de los intereses del gran capital hacia las formas de dominio cultural y científico del mundo.

La universidad española debe percibir la necesidad de reflexionar más y de forma diferente, de dejar a un lado el excesivo activismo productivista y acrítico, de promover nuevos valores entre los profesores y estudiantes en la docencia, y de defender nuevas formas y temas de investigar, producir ciencia, y difundirla, al servicio de quienes más lo precisan. Esta propuesta es un reto nada fácil de asumir en la nueva etapa que se abre después de Wert y compañía, pero pensamos que es el sendero noble y al fin exitoso para lograr una sociedad más equilibrada y armoniosa, también a través de la educación y la universidad.

 
 
Edição Digital - (Clicar e ler)
Unesco.jpg LogoIPCB.png

logo_ipl.jpg

IPG_B.jpg logo_ipportalegre.jpg logo_ubi_vprincipal.jpg evora-final.jpg ipseutubal IPC-PRETO