Opinião

Crónica
Universidad, ¿presencial o por pantalla?
Hernandez DiazLa terrible pandemia del coronavirus-19 trae del brazo muchas consecuencias indeseadas, además de las más graves de todas que son la enfermedad y la muerte de muchas personas. La parálisis de movimientos y el distanciamiento social generan pérdida de oportunidades económicas y de relación social, que padecen de forma dramática los sectores menos favorecidos, sin duda. La pandemia viene interpelando al conjunto del sistema social, todas sus estructuras sanitarias, sociales, educativas, además de la jurídicas y, claro, las económicas.
Desde luego la universidad se ha visto casi paralizada desde la perspectiva física y visible (desde hace meses apenas abren las facultades y centros de investigación), y se ha tenido que adaptar como ha podido, con buena voluntad de todos sus integrantes y uso de medios digitales, para intentar salvar el curso de los estudiantes y el día a día de la gestión. El resultado ha sido desigual, y a muchos nos deja un mal sabor de boca, con independencia del esfuerzo y celo que la mayoría hemos puesto en atender a nuestros alumnos y cumplir con los mínimos administrativos. Una cosa es cubrir el expediente y otra bien diferente es hacer las cosas con normalidad. Acreditar el curso a los alumnos lo hacemos por la vía digital, pero hacer universidad en sentido pleno, en absoluto, porque no es posible.
Aceptada la realidad y su evidencia viene una segunda parte. Es la que representan los discursos más o menos altisonantes que afirman con rotundidad que esta modalidad no presencial de hacer universidad "ha venido para quedarse". ¿Qué quiere decir esta expresión referida a la universidad? ¿Significa que ese "quedarse" sustituye el encuentro directo entre docentes y estudiantes, entre estudiantes entre sí, entre profesores e iguales? ¿Esto significa, como han dicho algunos altavoces de posiciones ideológicas contrarias a la universidad pública, que sobran profesores porque todo se puede enseñar por pantalla, por ordenador, por medios digitales? ¿Esto supone que la inversión que se solicita para la educación superior debe reducirse a la dotación de grandes medios digitales y tecnológicos? ¿Hacia dónde vamos, qué entendemos por universidad? La pandemia ha suscitado debates sobre el controvertido asunto universitario y nos brinda la oportunidad e invitación a pensar con alguna calma,  qué es la universidad y qué puede y debe ser.
Pensar el problema que ahora se suscita  nos obliga a retomar algunas de las misiones de la universidad, en el ayer y en el presente. Además de investigar y producir conocimiento, la universidad tiene como misión principal la de formar (no solo enseñar) a los jóvenes para el desempeño de diferentes funciones sociales en sus respectivas profesiones, y tiene también la misión de proyectar la cultura y el conocimiento en todos los sectores de la sociedad.
La función docente, la dimensión socrática e interpelante del profesor podría verse anulada o muy limitada en una versión digital de uso exclusivo. La enseñanza, en todos los niveles y ciclos del sistema universitario también, necesita encuentro, proximidad dialógica (a veces sin palabras, o con pocas) , cercanía y aprendizaje entre iguales (alumno/as y alumno/as,) entre estudiantes y docentes, entre colegas de diferentes ramas y especialidades, y por supuesto de la propia. El aprendizaje de cualquier disciplina es dialógico y de proximidad, en buena parte mediación de grupo, y en gran medida  fruto de conversaciones de pasillos y lugares físicos de encuentro dentro y fuera del aula, y claro que sí en la acción tutorial. También en la cafetería, sin duda, aunque a algunos decanos esto les pueda molestar, como me consta.
Hace ya mucho que la docencia universitaria no puede reducirse al monólogo del profesor que dicta conferencias o apuntes. Ya no aprendemos como en los tiempos de Fray Luis de León, como muestra físicamente el excepcional aula dedicada a él en el Estudio Salmantino, y que por fortuna se conserva intacta desde el siglo XVI. Hace ya tiempo que nos servimos de otros elementos de apoyo, muchos de ellos tecnológicos, para la enseñanza universitaria, y hace ya mucho que hemos roto los moldes estrictos de la lección medieval. Pero hacer hoy una hoguera con toda la trayectoria didáctica universitaria y sustituirla por las bravas por un modelo unidireccional y exclusivo de didáctica digital y por pantalla nos preocupa por todo lo que representa de deseo de desmantelamiento del ser de la universidad.
Servirnos de medios tecnológicos para completar o integrar una planificación docente equilibrada es lo deseable, y es lo que ya miles de profesores hacemos en nuestro quehacer docente cotidiano. Por tanto, el que ahora se diga que estos medios digitales "vienen ahora para quedarse" (y sustituir todo lo anterior en la universidad) no tiene una lectura didáctica, porque ya están incorporados en nuestras aulas universitarias. Lo que nos quiere trasladar ese sibilino discurso es que han venido para sustituir al profesor y todo el modelo organizativo físico de las universidades públicas.
Este es el discurso de algunas llamadas universidades de despacho que se lo montan con un ejército de jóvenes titulados, expertos en el manejo de ordenadores y pantallas, mal pagados y explotados en tareas digitales infinitas, que cobran elevadas matrículas a quienes se aproximan a sus garras expoliadoras, acreditan títulos que tienen valor donde se lo conceden, poseen el respaldo oficial de determinados poderes políticos y empresariales, y organizan una red de negocios con beneficios muy pingües.
Para legitimarse, es el discurso que en estos difíciles tiempos propagan por todas partes los voceros de un modelo empresarial de universidad como negocio. Por esto dicen que es preciso neutralizar y deslegitimar a la universidad pública y presencial por cara, lenta, "antigua", poco versátil y novedosa, funcionarial, burocrática, inoperante. Por ello desean que la llamada universidad digital, la de las ondas y por pantalla, venga a sustituir a la universidad presencial, a quedarse y a eliminar todo un proyecto histórico de institución que, cierto es que tiene debilidades, pero ha demostrado, y lo sigue haciendo, que cumple una función social, profesional, científica imprescindible e insustituible.
Medios tecnológicos y digitales en la universidad sí, siempre que sean precisos y deseables dentro de la programación docente, y por tanto complementarios. Defender que la universidad es una pantalla a distancia, simplemente no, por lo ya dicho. Conviene ser asertivos de vez en cuando.



 
 
Edição Digital - (Clicar e ler)
 
 
Unesco.jpg LogoIPCB.png

logo_ipl.jpg

IPG_B.jpg logo_ipportalegre.jpg logo_ubi_vprincipal.jpg evora-final.jpg ipseutubal IPC-PRETO