Opinião

crónica salamanca
Editoriales Universitarias

Hernandez DiazDesde el nacimiento de la imprenta (Gutenberg, 1450), y ya en el último cuarto del siglo XV, algunas universidades, como sucedió con la de Salamanca, pusieron en funcionamiento un servicio de edición y publicación de libros. Se trataba entonces de facilitar a profesores y estudiantes la tarea docente, y la incipiente investigación. Así, durante varios siglos han funcionado algunas editoriales universitarias, y sobre algunas imprentas y editores que se han ganado el pan al calor de la producción intelectual y demandas de libros que generaban las universidades. El caso de Salamanca fue desde el inicio clarificador, y fue y sigue siendo la primera editorial de España, la más antigua, y una de las más reconocidas.

Pasaron los siglos, y también surgen nuevas necesidades editoriales, para publicar manuales, discursos y sobre todo novedades literarias y de investigación. El influjo del modelo humboldtiano de universidad a principios del siglo XIX, orientado a la creación de conocimiento, a la investigación, despertó en Alemania primero, y después en toda Europa, y Norteamérica, la necesidad de difundir resultados de la investigación. Por ello comienzan a aparecer revistas científicas, colecciones de libros en todos los campos de la ciencia, a veces de sectores privados, en ocasiones con iniciativa pública, y desde luego en el seno de algunas universidades. El mundo universitario anglosajón se incorpora de lleno a este carro de la producción y difusión científica, y va a convertir ya todo el siglo XX en un hervidero de publicaciones procedentes desde las universidades, en forma de revistas periódicas y monografías.

Dos de las más emblemáticas editoriales universitarias de todo el mundo las encontramos en la Universidad de Oxford y en la de Cambridge, que al día presente mantienen un gran ritmo de cantidad calidad de publicaciones. Hace muy pocas semanas tuvimos la posibilidad de visitar tiendas y editorial, por ejemplo en Cambridge, y resulta apabullante comprobar el espectacular grado de profesionalidad, éxito y organización científica y económica que mantienen sus ediciones.

En el caso de España, antes de la guerra civil ya existían notables publicaciones científicas, envidiables en muchos aspectos, que seguían modelos antes comentados. Pero una vez superado inicialmente el drama de la guerra civil, sobre todo desde los años 1950 en adelante, se abren nuevas expectativas científicas y de publicaciones universitarias. El caso de Salamanca es de nuevo revelador, pues será con el rectorado de Antonio Tovar (1951-1956) cuando se erija el servicio de publicaciones, y se impulse la edición de textos científicos y universitarios, en todos los sectores de la ciencia y el conocimiento.

Desde entonces esta tarea editorial no ha hecho más que crecer, en nuestra Universidad de Salamanca y en todas las demás. Bien es verdad que algunas de estas ediciones han adoptado el tono provinciano y familiarista, por no hablar de nepotista y amiguista, que han conducido en un deterioro de la calidad media de muchas de estas editoriales universitarias. Ello se evidencia en el reconocimiento de algunas publicaciones en las agencias de acreditación. Así lo pone de manifiesto también, por ejemplo, una obra crítica muy reciente, de Jordi Llovet, "Adiós a la universidad" (2011), donde sin pelos en la lengua se denuncia este sistema de corruptela editorial. Sin embargo, salva muy bien, como excepción, la tarea de Ediciones Universidad de Salamanca y alguna más, como ejemplo de lo bien hecho. De ello nos alegramos de verdad.

En nuestra editorial universitaria, además de poder encontrar un catálogo amplio y bien seleccionado de títulos, encontramos un elenco selecto de revistas científicas de todos los campos, que se sitúan en las primeras posiciones de reconocimiento intelectual en diferentes comunidades científicas de España. Baste citar en el campo de la educación títulos como "Historia de la Educación", "Aula. Revista de Pedagogía de la Universidad de Salamanca", "Teoría de la Educación", "Enseñanza", además de otras muchas (hasta 26) en el ámbito de la historia, la botánica, la arqueología, la politología, o las ciencias sociales.

El ejemplo de Cambridge que antes mencionábamos, o el éxito creciente de Ediciones Universidad de Salamanca, año tras año, son signos evidentes de buen quehacer científico, de buena gestión universitaria. Por ello, sin duda alguna que conviene discriminar entre editoriales universitarias, pues no todo vale, pero también es preciso recordar que no toda la edición privada es presentable en sociedad, y que algunos de los mejores textos , libros, y revistas científicas del panorama editorial se encuentran hoy en los catálogos universitarios.

De ahí que, a pesar del dolor que representa la desactivación de recursos para los centros universitarios con motivo de la denominada crisis financiera, los atribuidos a las editoriales universitarias no debieran sentirse afectados, de ninguna manera. Ahí nos jugamos mucho, al igual que en la inversión en laboratorios, porque la producción y difusión científica puede peligrar. Y con ella el futuro de nuestra universidad, sociedad, y el de todos.

 
 
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