CRÓNICA SALAMANCA
Muñecas en la universidad
El sustantivo "muñeca" es polisémico,
pues ofrece según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua
Española nada menos que siete significados, algunos de los cuales
pueden relacionarse con la universidad, y otros no tanto.
Por ejemplo, en algunos
espacios universitarios se utilizan maniquíes de mujer para modelos
de escultura o para talleres textiles. También entre el público
femenino puede existir un número determinado de jóvenes, "frívolas
y presumidas" (lo dice así el diccionario) a quienes se les da
figuradamente el nombre de "muñecas", con indudable connotación
machista. Mover las muñecas es, figuradamente trabajar mucho y
deprisa.
Pero la atribución
lingüística más habitual de "muñeca" es la del juguete que
representa a una niña o mujer, que tradicionalmente ha sido
considerado como juguete de uso preferente por las niñas, aunque
hoy esta práctica social pueda estar siendo revisada, al menos en
parte.
Hoy nos referimos a las
muñecas-juguetes, o figurillas de mujer o niña, que se utilizan
como elemento decorativo y simbólico en una estancia pública o
familiar, como adorno o como juguete. Es el caso que hoy nos atrae,
el de las muñecas artísticas japonesas, las "sosaku ningyo".
En el Centro
Hispano-Japones de nuestra universidad de Salamanca se muestra
desde hace algunos días la exposición "Arts dolls. Muñecas
artísticas de Ohno Hatsuko", colección que atesora Mori Mika. Se
trata de un elenco de muñecas artísticas populares que alcanzaron
una gran difusión en Japón entre 1615 y 1868, y que hoy recorren
todo el mundo como expresión cultural y artística, en suma de
belleza, en los más reconocidos centros de exposiciones. En estas
ocasión, desde el Vicerrectorado de Internacionalización y la
dirección del Centro Hispano Japonés de la Universidad de Salamanca
han apostado por promover, una vez más, presencia cultural del
máximo nivel, ahora procedente del ámbito cultural asiático, y en
particular japonés.
El cultivo de la Belleza,
además de la Verdad intelectual y la formación ética (la Bondad),
según esa trilogía paradigmática que supo atribuir el gran filósofo
griego, Platón, a la actividad intelectual y a la educativa en
concreto, deben ser objeto de consideración y cultivo en los
centros de educación superior, en nuestras universidades.
Es cierto que desde el
origen de esta institución, europea en sus inicios, una universidad
nace, o se mantiene, como el espacio intelectual donde se forma a
futuros profesionales en los diferentes ramos de la economía y las
demandas de la administración pública. No es menos cierto que desde
la influencia del modelo alemán de Humboldt en el siglo XIX las
universidades van incorporando la dimensión investigadora, y más
tarde la transferencia del conocimiento creado. Pero también es
imprescindible que la universidad forme a sus integrantes en los
códigos de la cultura al máximo nivel, y el mejor exponente es la
belleza y las manifestaciones artísticas.
Una universidad sin
expresiones culturales complementarias, generadas desde sí misma o
compartidas con otros establecimientos de procedencia diversa,
incluida la internacional, no es un centro de formación en sentido
pleno. Y al contrario, la percepción por parte de integrantes y
visitantes de que en la universidad existe rica vida musical,
literaria, teatral, deportiva, pictórica, de las artes plásticas,
de la fotografía o el cine, por mencionar algunas, es la mejor
expresión de calidad real de su oferta formativa. Se trata de
formar los mejores profesionales, pero ante todo las personas
cultas del máximo grado posible para proyectarse así en la sociedad
cuando dejen las aulas, bibliotecas y laboratorios universitarios,
cuando finalice su etapa de formación universitaria.
De ahí nuestro aplauso
sincero a esta iniciativa de traer esta bellísima colección de
muñecas japonesas a la universidad. Es una vía enriquecedora de
suscitar emoción artística, de promover la belleza en todo aquello
que hacemos como docentes y estudiantes en nuestro quehacer
cotidiano. Así nos enriquecemos en nuestro mundo interior y lo
compartimos con nuestros colegas, estudiantes y conciudadanos en
general.
La cultura de calidad, en todas sus
expresiones, es otra vía complementaria, otro camino más, otro
sendero de búsqueda intelectual, artística y espiritual que por
fortuna se cultiva con acierto en nuestra universidad. Si además
expresa la apertura a otros contextos geoculturales, como aquí
ocurre con Japón, se acentúa la búsqueda de la universalidad,
máxima expresión de la ciencia y del saber, algo que contraviene
prácticas universitarias muy provincianas, como con frecuencia se
producen en universidades de España, de forma lamentable, claro
está.