Opinião

Crónica
Cartas desde la ilusión

Juan A. Castro PosadaQuerido amigo:

Creo que algo estamos haciendo mal… y lo peor es que seguiremos haciendo las cosas mal.

Empieza a hablarse ya de los cambios que tendrán lugar en la educación (según la nueva ley educativa - LOMCE) para el próximo curso. A la vista de la propuesta, yo sigo pensando que es "más de lo mismo", por más que re reestructuren algunas asignaturas, se opcionalicen otras, se conceda importancia a las asignaturas "troncales", se distribuyan las responsabilidades de la gestión de los tiempos según las diferentes Comunidades Autónomas, etc.

Esta propuesta está, a mi juicio, desenfocada. Por eso, me pregunto si los educandos de las próximas generaciones que "promueva" esta ley (y las que vengan, que seguramente vendrán) seguirán siendo "ninis" en su mayoría. A pesar de que me gustaría ser optimista, creo que el realismo impone un pensamiento que se centre más bien en la decepción.

Creo que nuestros "ninis" son el producto de una miopía educativa (por no decir de una auténtica ceguera), ya que el sistema educativo que han soportado no se planteó en ningún momento el enfoque hacia el futuro de todos los alumnos que acogía. Nuestros "ninis" vivieron el anclaje educativo en el presente porque la justificación era muy sencilla: ¿para qué hacer ningún esfuerzo de prospección del futuro si las cosas son tan cambiantes que no nos ofrecen ninguna pauta de seguridad en cuanto a las predicciones? La consecuente falta de esfuerzo de prospección del futuro nos ha conducido a la "rutinización" de la práctica educativa, de tal manera que las cosas han seguido y, por desgracia, seguirán haciéndose como siempre.

Si es cierto que el sistema educativo debería preparar para el futuro, es hora de liberarse de los prejuicios, las rutinas y los sistemas de seguridad personal para empezar a romper esquemas y tratar de ajustar las prácticas educativas a las exigencias del futuro. Pero esto no lo permite la escuela tal como está entendida y construida actualmente. Por eso vuelvo a insistir en mi mensaje que claramente expuse hace unos meses: necesitamos "matar" la escuela, para que pueda volver a surgir una institución educativa que merezca la pena y que promueva, realmente, las opciones de futuro de cada uno de los alumnos.

Adquirir esta actitud de "matar la escuela" sería, a mi juicio, lo más ilusionante que podría sucederles a los educadores. Hemos gastado tiempo y recursos en protestas contra la nueva ley de educación por sus claros defectos, pero me da la impresión de que gastamos poco tiempo (por no decir ninguno) en debatir esta necesidad de actualización, de resurgimiento de la escuela y en buscar y promover los recursos para conseguirlo.

A mi manera de ver, hay una dirección y una finalidad clara: conseguir que los educandos lleguen a ser ciudadanos felices y productivos, es decir, felizmente productivos y productivamente felices. Alimentar la carga de "ninis" seguirá siendo un fracaso, aunque eso haya supuesto mantener la escuela en sus peculiaridades actuales.

Sabemos que la carga económica y social de la escuela actual es enorme y las consecuencias de la acción educativa no revierten el beneficio que se debería esperar sobre la propia sociedad. Tal vez estemos creando ciudadanos "en vacío" y estructuralmente destinados a una situación de inacción laboral en el futuro y, por consiguiente, de parasitismo social. Es hora de acabar con esto y de romper definitivamente. Tú y yo lo sabemos, y seríamos muy felices el día en que la sociedad asumiese esto y el sistema educativo empezase a dar frutos en la dirección adecuada. Esperemos que el tiempo no demore el comienzo de las realizaciones que cubran esta necesidad.

Hasta la próxima, como siempre, salud y felicidad.

 
 
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