Opinião

Crónica
Cartas desde la ilusión

Juan A. Castro PosadaQuerido amigo:

Mi última carta acababa así (perdona que reproduzca las últimas líneas, pero creo que merece la pena, a propósito de la reflexión que te propongo hoy):

"Sé que es fácil teorizar, pero creo que de una buena teoría nacerá una buena práctica. Las buenas prácticas no surgen de la nada, del capricho, del "a ver qué hago ahora", etc., sino de una convicción arraigada en el propio ser del educador.

Se puede intuir, por lo que te he dicho, que volvemos a plantearnos la dinámica completa de la acción educadora: 1) "saber qué" (la propia experiencia nos lo dictará y nos lo enriquecerá), 2) "saber cómo" (la valoración de la práctica educativa nos irá informando del impacto de nuestra actuación diaria), 3) "saber ser" (aceptarnos como somos y creer en nuestras posibilidades de cara a nuestros alumnos y a la mejora de nuestra actuación) y 4) "saber estar" (compartir con nuestros colegas nuestras inquietudes, nuestras dudas, nuestros errores -¿por qué no?-, nuestros éxitos... y solicitar lo mismo de ellos)".

Es que hoy quiero comentarte algo que ha aparecido en la prensa como reportaje/entrevista de uno más de los "gurus" de la educación que surgen por doquier cada cierto tiempo.

En concreto, se trata de una entrevista que han hecho, hace unas semanas, a George Kembel, cofundador de la d.school de Stanford.

Este profesional del aprendizaje, afirma que "se aprende haciendo, y no escuchando a un profesor".

Desde mi punto de vista, es uno más de los transmisores de mensajes educativos falaces (hay otros muchos que tanto tu como yo conocemos).

Este mensaje (titular del artículo de prensa) me parece falaz porque se queda corto en cuanto a lo que se refiere a la acción educativa. Realmente, resulta fácil lanzar eslóganes llamativos y, en cierta medida, cautivadores, que "tocan" nuestra sensibilidad. Pero, si analizamos un poco en profundidad, vemos que se quedan en mera palabrería (como se dice ahora, "mucho lirili y poco lerele").

Me explico.

En primer lugar, cuando yo era más joven y estaba estudiando mi licenciatura de Psicología, pude comprobar que hasta las ratas aprendían haciendo, sin escuchar a ningún profesor. Por tanto, esta afirmación me parece trivial desde el punto de vista educativo (aunque no desde el punto de vista del aprendizaje; conviene distinguir aprendizaje y educación; por eso, te he presentado a este personaje, unos párrafos más arriba, como profesional del aprendizaje, no como profesional de la educación, por más que él pueda creer lo contrario).

Por otra parte, la filosofía de este profesional del aprendizaje parte del siguiente principio: "La clave es teorizar menos y actuar más. Basar el aprendizaje en experiencias reales y no en lecciones magistrales".

A mi modo de ver, lo correcto, la clave, sería entender las lecciones magistrales como propuestas-guía de aprendizaje basadas en el desarollo de estrategias frente a los problemas de la vida real. Y no debemos olvidar que toda estrategia se basa en una teoría (o en varías). Por tanto, convendría matizar la expresión "teorizar menos" porque puede conducir al equívoco del "todo vale" sin una teoría, lo que nos llevaría a promover el aprendizaje "al azar", es decir, "por ensayo y error". Por el contrario, todo aprendizaje se basa en una programación y planificación en función de hipótesis (cuyo entramado constituye una teoría) que acaban en un conjunto de propuestas (teorías) que se habrán de comprobar (y, posteriormente, valorar desde el punto de vista de su eficiencia).

De hecho, este profesional del aprendizaje acaba reconociendo que, en el fondo, los alumnos "hacen de la incertidumbre su fuente de trabajo".

Que yo sepa, la incertidumbre no es un "hacer para aprender", sino una situación desconocida que nos lleva a investigar las posibilidades de encontrar la(s) solución(es) adecuada(s). Y esto no se consigue, simplemente haciendo, sino, sobre todo, pensando.

Pero, en muchas ocasiones, tras el análisis de las situaciones reales, el pensamiento surge de la emocionalidad. En este sentido, siempre recordaré la actuación paradigmática del inventor de la fregona (fallecido hace ya algún tiempo): creo que la idea de este inventor no surgió del "hacer", sino del "sentir", es decir, de su valoración de la situación del ama de casa que se arrastraba por los suelos limpiando y fregando un día tras otro... Si este inventor no hubiese sido "sensible" al trabajo y, en cierta medida, sufrimiento diario, del ama de casa, posiblemente no hubiese inventado la fregona. Es seguro que él no fregaba los suelos de su casa, pero sí se sintió interpelado emocionalmente por los problemas de salud de la mujer. A mi manera de ver, de ahí surgió la fregona.

Finalmente, para este profesional del aprendizaje, parece ser que la innovación surge del hacer (da la impresión de que es la intención de su comunicación). Creo que el pensamiento creativo surge en un ambiente más complejo que incluye no sólo la acción, sino también la reflexión sobre la acción (pro-activa y retro-activa), la emocionalidad, la espontaneidad, el optimismo, la creencia en las propias posibilidades... y, además, como decía Henri Wallon, un "período de incubación". Esto es lo que, creo, deberíamos transmitir los profesores a nuestros alumnos en nuestra interacción diaria dentro de la dinámica del "saber qué", del "saber hacer", del "saber ser", y del "saber estar".

Siento no poder seguir, aunque este tema me apasiona.

Hasta la próxima, como siempre, ¡salud y felicidad!

 
 
Edição Digital - (Clicar e ler)
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