Crónica
Cartas desde la ilusión
Querido amigo:
Mi última carta acababa así
(perdona que reproduzca las últimas líneas, pero creo que merece la
pena, a propósito de la reflexión que te propongo hoy):
"Sé que es fácil teorizar, pero
creo que de una buena teoría nacerá una buena práctica. Las buenas
prácticas no surgen de la nada, del capricho, del "a ver qué hago
ahora", etc., sino de una convicción arraigada en el propio ser del
educador.
Se puede intuir, por lo que te he
dicho, que volvemos a plantearnos la dinámica completa de la acción
educadora: 1) "saber qué" (la propia experiencia nos lo dictará y
nos lo enriquecerá), 2) "saber cómo" (la valoración de la práctica
educativa nos irá informando del impacto de nuestra actuación
diaria), 3) "saber ser" (aceptarnos como somos y creer en nuestras
posibilidades de cara a nuestros alumnos y a la mejora de nuestra
actuación) y 4) "saber estar" (compartir con nuestros colegas
nuestras inquietudes, nuestras dudas, nuestros errores -¿por qué
no?-, nuestros éxitos... y solicitar lo mismo de ellos)".
Es que hoy quiero comentarte algo
que ha aparecido en la prensa como reportaje/entrevista de uno más
de los "gurus" de la educación que surgen por doquier cada cierto
tiempo.
En concreto, se trata de una
entrevista que han hecho, hace unas semanas, a George Kembel,
cofundador de la d.school de Stanford.
Este profesional del aprendizaje,
afirma que "se aprende haciendo, y no escuchando a un
profesor".
Desde mi punto de vista, es uno más
de los transmisores de mensajes educativos falaces (hay otros
muchos que tanto tu como yo conocemos).
Este mensaje (titular del artículo
de prensa) me parece falaz porque se queda corto en cuanto a lo que
se refiere a la acción educativa. Realmente, resulta fácil lanzar
eslóganes llamativos y, en cierta medida, cautivadores, que "tocan"
nuestra sensibilidad. Pero, si analizamos un poco en profundidad,
vemos que se quedan en mera palabrería (como se dice ahora, "mucho
lirili y poco lerele").
Me explico.
En primer lugar, cuando yo era más
joven y estaba estudiando mi licenciatura de Psicología, pude
comprobar que hasta las ratas aprendían haciendo, sin escuchar a
ningún profesor. Por tanto, esta afirmación me parece trivial desde
el punto de vista educativo (aunque no desde el punto de vista del
aprendizaje; conviene distinguir aprendizaje y educación; por eso,
te he presentado a este personaje, unos párrafos más arriba, como
profesional del aprendizaje, no como profesional de la educación,
por más que él pueda creer lo contrario).
Por otra parte, la filosofía de
este profesional del aprendizaje parte del siguiente principio: "La
clave es teorizar menos y actuar más. Basar el aprendizaje en
experiencias reales y no en lecciones magistrales".
A mi modo de ver, lo correcto, la
clave, sería entender las lecciones magistrales como
propuestas-guía de aprendizaje basadas en el desarollo de
estrategias frente a los problemas de la vida real. Y no debemos
olvidar que toda estrategia se basa en una teoría (o en varías).
Por tanto, convendría matizar la expresión "teorizar menos" porque
puede conducir al equívoco del "todo vale" sin una teoría, lo que
nos llevaría a promover el aprendizaje "al azar", es decir, "por
ensayo y error". Por el contrario, todo aprendizaje se basa en una
programación y planificación en función de hipótesis (cuyo
entramado constituye una teoría) que acaban en un conjunto de
propuestas (teorías) que se habrán de comprobar (y, posteriormente,
valorar desde el punto de vista de su eficiencia).
De hecho, este profesional del
aprendizaje acaba reconociendo que, en el fondo, los alumnos "hacen
de la incertidumbre su fuente de trabajo".
Que yo sepa, la incertidumbre no es
un "hacer para aprender", sino una situación desconocida que nos
lleva a investigar las posibilidades de encontrar la(s)
solución(es) adecuada(s). Y esto no se consigue, simplemente
haciendo, sino, sobre todo, pensando.
Pero, en muchas ocasiones, tras el
análisis de las situaciones reales, el pensamiento surge de la
emocionalidad. En este sentido, siempre recordaré la actuación
paradigmática del inventor de la fregona (fallecido hace ya algún
tiempo): creo que la idea de este inventor no surgió del "hacer",
sino del "sentir", es decir, de su valoración de la situación del
ama de casa que se arrastraba por los suelos limpiando y fregando
un día tras otro... Si este inventor no hubiese sido "sensible" al
trabajo y, en cierta medida, sufrimiento diario, del ama de casa,
posiblemente no hubiese inventado la fregona. Es seguro que él no
fregaba los suelos de su casa, pero sí se sintió interpelado
emocionalmente por los problemas de salud de la mujer. A mi manera
de ver, de ahí surgió la fregona.
Finalmente, para este profesional
del aprendizaje, parece ser que la innovación surge del hacer (da
la impresión de que es la intención de su comunicación). Creo que
el pensamiento creativo surge en un ambiente más complejo que
incluye no sólo la acción, sino también la reflexión sobre la
acción (pro-activa y retro-activa), la emocionalidad, la
espontaneidad, el optimismo, la creencia en las propias
posibilidades... y, además, como decía Henri Wallon, un "período de
incubación". Esto es lo que, creo, deberíamos transmitir los
profesores a nuestros alumnos en nuestra interacción diaria dentro
de la dinámica del "saber qué", del "saber hacer", del "saber ser",
y del "saber estar".
Siento no poder seguir, aunque este
tema me apasiona.
Hasta la próxima, como siempre, ¡salud y felicidad!