Crónica Salamanca
Desmentir mentiras sobre la universidad pública
La mayoría de agencias de
información para los medios de comunicación de masas, sean
tertulias radiofónicas, periódicos de alcance nacional y tirada
respetable, canales privados de televisión, seminarios de reflexión
y debate económico, llevan ya mucho tiempo trasladando a oyentes,
lectores, televidentes o interesados asistentes un tendencioso ,
mendaz y provocador mensaje explícito o subliminal sobre el
desastre y despilfarro económico que representa para los ciudadanos
la universidad pública, la red de establecimientos públicos de
educación superior.
La crítica y propuesta alternativa
que se propala desde tales medios viene sostenida y resumida en una
expresión fácil de decir y de muy suave y hasta placentera
penetración para quien la escucha. No es otra que necesitamos
protagonismo de "menos Estado y más sociedad", un mensaje
neoliberal que desea aplicar a los servicios públicos, incluida la
universidad, el mismo mensaje competitivo de la empresa privada,
donde prevalece el sálvese quien pueda, y donde los derechos de los
trabajadores y usuarios no pintan nada, se ignoran. Prevalece el
discurso de la ganancia, del éxito y rentabilidad económica, de la
gestión empresarial eficaz y carente de escrúpulos, frente al
discurso del servicio público y el derecho de todos a la educación
superior, considerando fundamentalmente los méritos.
Por tanto, lo deseable es que vayan
desapareciendo las universidades públicas, o que sea aminorada su
financiación, que acaben siendo mediocres por falta de recursos
para personal, instalaciones y proyectos de investigación, y que se
vea incrementada la matrícula de los estudiantes, con el
consiguiente gravamen a las familias más humildes, y por tanto
disuasorio para el acceso de los menos pudientes . Por el
contrario, su apuesta simple es que existan universidades privadas
en un mercado abierto de oferta y demanda, y quien pueda pagar que
pague, y quien no pueda, que se aguante, salga de la universidad, o
vaya a establecimientos mediocres.
En resumen, ese discurso cargado de
malicia y perversidad propone rentabilizar la universidad pública
en términos estrictamente económicos, pero entendiendo éstos
beneficios desde categorías de apropiación privada.
Pero entrando también a debatir el
problema desde criterios económicos, las universidades públicas no
son deficitarias ni corrosivas para la economía y el bienestar de
los ciudadanos que pagan sus impuestos, de la sociedad que sostiene
los establecimientos públicos. Veamos solamente un ejemplo precioso
que ilustra con extraordinario fundamento técnico y científico la
afirmación resumida que antes hemos expuesto.
El Consejo Social de la Universidad
de Salamanca, órgano de participación y control de los recursos
económicos de una universidad pública como la nuestra, tal como
establece la ley para todas las universidades españolas, ha
encargado un estudio riguroso sobre los beneficios económicos que
genera a la sociedad la histórica Universidad de Salamanca. No se
abordan en el trabajo cuestiones sin duda centrales para cualquier
universidad como la calidad y éxito de sus alumnos egresados en un
gran número de campos científicos (sociales, humanidades,
biosanitarios, científico experimentales, tecnológicos) vayan donde
vayan a caer o ejercer su profesión. Tampoco se analizan aquí los
beneficios resultantes para la ciencia, la investigación básica y
aplicada, el desarrollo tecnológico, o la mejora de las condiciones
educativas y sociales de la humanidad o del territorio próximo. No
se contemplan los beneficios sobre la cultura de la comunidad
local, nacional o internacional, la producción artística,
literaria, el plano de la creatividad, de la reflexión y mejora de
los derechos del hombre en cualquiera de sus manifestaciones.
El estudio que recientemente se ha
presentado lleva por título "La parte y el todo. El impacto
económico de la Universidad de Salamanca", y ha sido elaborado por
el equipo de economistas que ha dirigido el catedrático Rafael
Muñoz Bustillo, y formado por Rafael Bonete Perales, Miguel Carera
Troyano, Fernando Esteve Mora y Rafael Grande Martín.
Esta rigurosa investigación parte
de la presentación previa del contexto donde se inserta la
universidad salmantina, mostrando su posición clave para el
desarrollo social y económico del mismo. Se abordan capítulos como
los beneficios económicos que genera la presencia de un elevado
número de estudiantes en las aulas y en la ciudad (y poblaciones de
proximidad), con los gastos y demandas derivadas en alimentación,
hospedaje, transporte, consumo cultural. Se analizan variables
derivadas del funcionamiento directo de la institución y que
benefician a la economía social próxima, tales como los generados
por profesores e investigadores, por personal de administración y
servicios. Y todas las afirmaciones vienen sustentadas en
contundentes referencias estadísticas, cuadros de información,
gráficos , mapas conceptuales, que confirman la solidez del estudio
en su procedimiento técnico y metodológico, pero también en la
relevancia de las conclusiones obtenidas.
El resultado de esta investigación
es demoledor para tesis fáciles y minusvalorantes para la
universidad pública, como sucede con la de Salamanca. Hoy solamente
mencionamos una de las conclusiones más taxativas: "la Universidad
de Salamanca genera más de seis euros de producción por cada euro
que recibe de las Administraciones Públicas". Que el lector
deduzca, y que juzgue el afán deconstructivo que en los últimos
años la Consejería de Educación viene exigiendo al presupuesto
anual de la universidad, año tras año. Ignorancia, malevolencia y
mentira, procedentes de un discurso político neoliberal, que
trabajos solventes como el que comentamos desmienten sin arrogancia
ni palabras vanas, sino con datos e informaciones oficiales que son
interpretados desde las ciencia sociales, de la economía en este
caso.