Crónica
Investigacion viciada
Tomo la expresión que aparece en el
título de este pequeño ensayo de un brillante y lúcido investigador
que lo utilizó hace ya más de 30 años para expresar su enorme
desilusión sobre una academia que parecía renunciar a una de las
ideas medulares de su sentido de ser, la generosidad intelectual y
el servicio a la sociedad y a la comunidad de proximidad o del
mundo, dado su sentir cosmopolita a la hora de pensar, investigar,
escribir y enseñar. Él quería llamar la atención , reflexionando,
sobre la irrelevancia social que iba cerniéndose sobre la
investigación, y el perfil práctico y utilitario que adoptaba, y
por tanto excluyente de todos los saberes y ciencias que interesan
al hombre y al conjunto de la sociedad.
El joven pensador Bill Readings,
estadounidense, falleció joven, a los 34 años, en 1994, cuando
viajaba desde Indianápolis a Chicago en un vuelo que se estrelló.
Era entonces profesor asociado de literatura comparada de la
Universidad de Montreal (Canadá), siendo considerado como uno de
los pensadores más destacados de su generación en el mundo
occidental. Pero antes de morir había escrito un libro
formidable, que fue editado pos mortem en 1996 por Harvard
University Press, con el título "The university in ruins".
La tesis central de este libro
busca demostrar cómo las universidades están dejando de ser
(situémonos en los años 1990, hace 30 años) centros donde se
cultiva, se enseña e investiga el saber, para convertirse en
centros de producción de resultados prácticos que interesan a las
empresas y a los gobiernos. En otras palabras, que él utiliza para
definir esta universidad en ruinas, es la histórica institución la
que se desmorona renunciando a una de sus claves fundamentales como
es la búsqueda de la verdad científica, sin más. La universidad, y
la investigación que produce en el mundo occidental desarrollado en
particular, está ya completamente viciada de gerencialismo.
Nos dice Readings que ese modelo de
investigación está renunciando de forma alocada a todo lo que no es
considerado como funcional y productivo, desde un punto de vista
gerencial, empresarial. Por tanto, en esa universidad, que es
la nuestra de hoy también, no importa para nada la formación real
de los estudiantes y profesores. Es una universidad inculta, y que
conduce con sus nefastas prácticas a incrementarla.
Lo que define mejor que nada la
universidad de las últimas cinco décadas, emn Occidente y en todo
elmundo ya, es el olvido de la tarea formativa de hombres y
mujeres, y que sean excelentes profesionales al servicio de la
sociedad, que es la que sostiene la universidad. Se ha producido un
lento pero persuasivo giro de intereses, porque lo que prevalece
ahora es el gerencialismo, no sólo en las formas de gobierno, sino
en la investigación. La investigación se ha ido convirtiendo en el
excluyente motivo para acceder a la universidad, mucho más que el
saber ser buen profesor. La investigación es la que define el buen
o mal "profesor", cuando su nombre en realidad es vilipendiado. La
investigación se ha convertido en el nuevo becerro de oro de la
universidad, pero siendo un tipo determinado de
investigación, sustentado en la pura y ansiosa competición entre
colegas, santificando los índices bibliométricos, que es el nuevo
sancta sanctorum de la ciencia, pero que adolece de terribles
vicios y pertenencia a empresas privadas que miden lo que les
interesa medir.
Siendo Decano de la Facultad de
Educación tuve la oportunidad de realizar una estancia en la
Indiana University, en la sede de Bloominghton. La visita se
realizó al filo del nuevo siglo, y resultó ciertamente
enriquecedora, por muchos motivos. También para comprender mucho
más de cerca el desasosiego productivista y de constante pelea en
que se movían los profesores de aquella prestigiosa universidad,
que en realidad eran investigadores. La docencia, también para
ellos, era considerada como una actividad de segundo nivel y una
carga que les detraía de lo importante, que solo era publicar y
publicar artículos, cuantos más mejor, en revistas que
bibliométricamente estuvieran bien situadas. Apenas libros, solo
artículos en esas revistas que su comunidad científica ha
reconocido de forma autocomplaciente como buenas, aunque carezcan
de todo interés social, aunque sus productos fueran irrelevantes.
En ello les iba el salario, mejor o peor, o la continuidad en el
puesto de trabajo, porque quien contrata es un gerente que solo
mira y observa lo que dice la bibliometría. Y esto se traslada de
manera acrítica a los nuevos organismos que de manera casi impune
deciden la "vida o la muerte" de los investigadores, con esos
mismos criterios que han expulsado al hombre y sus intereses de la
investigación y de la universidad, en especial los que pertenecen a
los más débiles y necesitados.
No sé si a nuestros lectores les
suena este mismo discurso, años más tarde ya instalado en las
universidades de España, y de todo el mundo, desde China a todo
Occidente, pasando por supuesto por el enorme mundo asiático,
incluso al incipiente africano. Estamos en manos del nuevo
gerencialismo que con criterios "objetivos", bibliométricos,
decide de forma bárbara que es lo que define una buena universidad,
una buena ciencia, investigación, y… de la docencia ya ni
hablamos.
Lo más auténtico y definitorio de
la universidad, que es el saber, la cultura, se va
desmoronando por la acción socavadora de esa cultura académica del
gerencialismo que ha adoptado nuevos referentes: la pura aplicación
de la ciencia, el productivismo anómico, la competitividad más
impasible y cruenta, la fe en el nuevo canon dado por la
bibliometría fácilmente manipulada y elevada a la condición de
único juez en un pedestal protegido por un moralmente feo
baldaquino representado en los nuevos dioses de la vida y la
muerte, las redes sociales y en especial internet y sus códigos.
Bill Readings estaba en lo cierto cuando pensaba y escribía con
plena lucidez sobre la ruina de la cultura en la universidad.