Sobre la burbuja o el superabundante número de máster
Hace unos días me entrevistaba una
periodista de una conocida cadena de TV en España, la Sexta, sobre
mi opinión sobre el número de másters existentes u ofertados en
España, y se la ofrecí, con absoluta libertad. Estaban haciendo un
reportaje televisivo sobre lo que podría llamarse sin temor a
errar, "la burbuja de los másters", punto de vista que yo también
compartía.
Antes de nada debo comentar que
el nombre de máster (en portugués mestrado) ha sido incorporado al
diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, pero que en
el español de América Latina se utiliza el más apropiado de
"maestría", y que personalmente me gustaría utilizar en España.
Esta es una expresión más de la colonización cultural y lingüística
que nos impone el mundo anglosajón hoy dominante.
Debemos quejarnos, y con razón,
de todo tipo de colonialismos en el pasado, pero también en el
presente, por más sutiles que parezcan. Lo curioso es que hay
colegas que ponen mucho énfasis en combatir el colonialismo español
o portugués en América, pero pasan de puntillas ante este nuevo
colonialismo de los USA en los siglos XX y XXI. Las palabras y los
conceptos que expresan no son neutros, como sucede con el término
"máster". Pero volvamos al tema de origen de este artículo.
En España hoy circulan y se
ofrecen al público consumidor aproximadamente unos 9000 másters:
unos desde las universidades y centros públicos de educación
superior, otros desde universidades privadas, otros desde empresas
influyentes y poderosas, otros desde cualquier iniciativa
particular que busca aprovechar la moda y el aire favorable que se
ha despertado hace pocos años hacia el consumo de un
máster.
Algunos másters tienen carácter
profesional dentro de la administración, son oficiales, están
acreditados, y son obligatorios para el ejercicio de una profesión.
Por ejemplo, el "Master para ser Profesor de Educación Secundaria,
Formación Profesional y Escuelas Oficiales de Idiomas", está
exigido por la LOE (Ley Orgánica de Educación) de 2006. Este máster
tiene un año de duración (60 créditos ECTS), es teórico y práctico,
y representa la formación pedagógica tan demandada desde tiempos
lejanos para los futuros profesores de Educación Secundaria.
Tiene a su vez 23 posibles especialidades, y está ya bien
arraigado, organizado y reconocido. Es ofrecido por la casi
totalidad de universidades españolas públicas y privadas (son 76).
Es un máster necesario y que no ponemos en cuestión.
Como consecuencia de la
aplicación del Espacio Europeo de Educación Superior en España para
la mayoría de los títulos universitarios se eliminan
definitivamente las antiguas licenciaturas de cinco años (incluido
el nombre, que pasa a utilizar el anglosajón de Grado), y quedan
convertidas en estudios universitarios de cuatro años. Como el
mercado hoy tiene donde elegir muchas gangas, muchos jóvenes
formados con más estudios, se va imponiendo a los padres y a los
estudiantes consumidores la lógica de cuatro años de grado más uno
más de máster, que viene a ser exactamente el anterior formato de
cinco años. Eso sí, ahora el título y nombre de máster luce más en
el mercado, al menos en apariencia, y no tanto en la
realidad.
También en conexión con lo
anterior, para realizar estudios de doctorado ahora la norma exige
cuatro años de grado y un máster de al menos un año, con lo que nos
encontramos también en cinco años. Se dice que debe ser un máster
de los denominados de Investigación, para diferenciarlos de los
Profesionales, y también acreditado oficialmente. Pero el resultado
es el mismo. Uno año más, y 60 ECTS. La pretendida
equiparación a lo que establece el llamado Plan Bolonia (que
tampoco está tan claro), o el sometimiento a las directrices
colonialistas anglosajonas, que es en realidad lo que es "Bolonia",
obliga a cambiar el formato de acceso al doctorado. Puro formalismo
al fin. Eso sí, muchos de estos másters tienen el "pedigree", la
marca cotizada, de ser impartidos en inglés, con lo que
parecen de alta calidad ( a los necios y bobalicones que consideran
lo procedente del mundo anglosajón como algo superior, casi
investido de divinidad), lo que no es cierto en absoluto.
Finalmente, aprovechando el
viento a favor en materia de negocio que ofrecen estos años de
indefinición académica en tono a los másters, muchas universidades
privadas, muchas empresas, muchos negociantes sin escrúpulos vienen
lanzando al mercado miles de títulos de másters, con denominaciones
atractivas y bien publicitadas, a veces con publicidad
semiengañosa. Son muchos los usuarios que caen en las redes de las
medias verdades, la moda y la superficialidad, y compran un costoso
máster (eso es en realidad un máster privado, salvo raras
excepciones), que por el precio parece "prestigioso". Al fin,
quienes han realizado el esfuerzo académico y económico del máster
de turno se encuentran con un título que no vale para casi nada, ni
en el mercado real de la empresa, ni en las administraciones
públicas, ni mucho menos aún para realizar estudios posteriores de
doctorado.
Por lo tanto, es cierto que hoy
advertimos una notoria inflacción de másters en el mercado español
(como en otros países próximos, en lo que vamos conociendo), una
auténtica burbuja, que pinchará en cualquier momento, o que ya lo
está haciendo en algunos campos profesionales. Se ha degradado
mucho el fenómeno "másters", sobre todo desde la iniciativa
privada, por el número de los títulos ofertados, y se ha degradado
también bastante por la deficiente calidad de la oferta formativa
que se hace en la mayoría de ellos.
No estaría de más una mayor
regulación oficial de los másters en España, pues en el mercado no
todo vale. Ahora bien, ello choca de frente con una de las claves
del modelo consumista capitalista, la publicidad engañosa y la
creación de necesidades ficticias, incluidos los másters. ¡Manos a
la obra!