Opinião

APRENDER Y ENSEÑAR EN LA ERA DIGITAL
Una mirada crítica al poderío de la Red (I)

Es preciso reconocer que la nueva forma de existencia hiperconectada e instantánea de la que hemos hablado en anteriores colaboraciones, con una sobredosis de información que no es fácil procesar, tiene unas enormes ventajas pues la sociedad funciona en gran parte bajo el imperio de Internet. A pesar de tantas posibilidades que nos ofrece y frente a las convicciones asentadas de lo positivo de la sociedad digital en la que nos movemos, conviene mantener una cierta postura crítica ante tan enorme capacidad de influencia.
Cada vez es mayor el coro de voces que alerta del lado oscuro de esta revolución alegando que las herramientas de la era digital engendran una cultura de distracción y subordinación irreflexiva. Como afirmaba el diario El País ya en 2015 en un artículo titulado "La ilusión de Silicon Valley", es cierto que la mayoría de la población ha ido otorgando al sector tecnológico un creciente poder sobre sus mentes y sus vidas.
Millones de objetos del hogar, la oficina, el coche o la ciudad están "cosidos" digitalmente: sean frigoríficos que alertan de la caducidad de los alimentos, bombillas que autorregulan su luminosidad o vehículos que se conducen de forma autónoma y semáforos que operan en función de la intensidad del tráfico... Al fin y al cabo, los ordenadores e Internet son útiles y divertidos, y los empresarios y los ingenieros se han empleado a fondo en inventar nuevas maneras de hacer que disfrutemos de los placeres, beneficios y ventajas prácticas de la revolución tecnológica.
Pero no es menos cierto que también generan importantes dudas y plantean nuevos problemas, porque Internet se enfrenta a peligros y amenazas cada vez más sofisticados. Ya hemos sabido de los impúdicos manejos de esa inmensidad de información que se encuentra en diversos lugares y que desconocemos cómo se maneja, si apelamos a la privacidad.
Convendría alertar, especialmente en el ámbito educativo, que apenas existe la privacidad en Internet, ni siquiera en chats privados como WhatsApp. Porque somos nosotros mismos los que inconscientemente acordamos perderla, así como la propia identidad, en cierta medida, cuando aceptamos las condiciones de uso. Tampoco el anonimato, pues la información compartida, una vez publicada, queda fuera de nuestro control, por lo que conviene advertir que se tome la debida precaución recordando que ningún dato desaparece completamente de la Red.
Los profesionales del análisis social invitan a reflexionar sobre el hecho de que el mundo virtual, que nació como algo ajeno al ser humano, es hoy el mundo más real. Sin embargo, aunque tengamos esa convicción, a lo largo de los últimos años ha habido muchos artículos que han empañado la imagen brillante y benévola que los consumidores tenían del sector, dando a entender que tras la retórica sobre el empoderamiento personal y la democratización prometida se esconde una realidad que puede ser explotadora, manipuladora y hasta misántropa.
Por tanto, no es de extrañar que cada vez más gente contemple con mirada crítica y escéptica el poder de las tecnologías. Por eso y a pesar de todo lo que hablamos de la pomposamente llamada era digital, conviene llamar la atención sobre los evidentes peligros que ésta, como todas las revoluciones, encierra.

Florentino Blázquez Entonado
Profesor Emérito. Coordinador del Programa de Mayores de la Universidad de Extremadura
 
 
Edição Digital - (Clicar e ler)
 
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