António Salvado
Fértil Trayecto de un Hombre
Cuando celebro al hombre también celebro
al poeta que es humilde en su grandeza. Cuando hablo del poeta
António Salvado (Castelo Branco, Portugal, 1936) siempre lo hago
sobre el hombré que sabe dar lecciones de prudencia y de alta
poesía; también de bondad y de compartir con los otros creadores.
Lo conozco desde hace años, pero desde que hablé con él la primera
vez, en su ciudad de nacimiento, me pareció que lo conocía desde
que tiempos inmemoriales, desde cuando el hombre usaba metáforas
para nombrar el deslumbrante entorno que le rodeaba.
Así es mi relación con este inmenso
poeta lusitano que ahora ha vuelto a dar a imprenta un nuevo libro
donde quiere dejar constancia de los ecos que devuelven su trayecto
existencial; también de los pasos mesurados de su transitar por la
vida; poco a poco, sabedor de que la poesía es una carrera de
fondo, una maratón cuyo aprendizaje sólo termina cuando el último
suspiro. Luego viene la cosecha, pero ese es otro capítulo para
exégetas y lectores del futuro.
Cuando celebro la Poesía (con 'P'
mayúscula), también estoy celebrando a 'poetones' o 'poetazos' como
António, mi querido hermano mayor, tan sencillo, tan resultamente
posmoderno desde su impronta clásica. Y es que Salvado hace honor a
su apellido, porque sus versos han nutrido la vida espiritual de
muchos, como este aprendiz que hoy le demuestra su admiración más
plena.
¿Cuál su trayecto poético?
Simplemente va desde su región (A
Beira Interior) hasta Grecia; desde Salamanca hasta Italia; desde
Monsanto hasta el remoto oriente. Me estoy refiriendo a sus
hermanos poetas más conocidos como Horacio, Píndaro, Matsúo Basho,
Virgilio, Marcial, Sículo...
Precisamente a este último él rinde
homenaje en su último libro, y lo hate con un poema titulado 'De la
primavera', que ahora traduzco para los lectores salmantinos: De la
primavera una incierta constancia: /a veces sonríe encantadora,/
mostrando su rostro sereno y juvenil;/ pero otras cubre toda la
tierra con nieblas,/ con lluvias y terribles relámpagos,/ en una
alarmante confusión entre cosas,/ personas y animales.
Yo celebro a la Poesía celebrando a
António Salvado.
Alfredo P. Alencart
Profesor de la Usal