crónica salamanca
Prensa pedagógica en la universidad
Hace unos días hemos
participado en un congreso internacional sobre "La Prensa
Pedagógica de los Profesores", muy concurrido e internacional, en
el que se han revisado y comparado muchas aportaciones y estudios
históricos y de presente sobre el tema. Es verdad que la mayoría de
los trabajos hacían referencia a las publicaciones producidas o
dirigidas a los maestros de primera enseñanza y en el mejor de los
casos a los profesores de educación secundaria. Algunas, escasas,
se referían a los profesores de la universidad, y siempre desde uno
de los géneros de prensa pedagógica como son las revistas
científicas, y especializadas en el ámbito de las ciencias de la
educación.
Da la impresión de que en este punto, es decir, en cuanto al
interés de los profesores de universidad por los aspectos
pedagógicos, se ha avanzado poco respecto a lo que ya denunciaba
nada menos que Francisco Giner de los Ríos, fundador de la
Institución Libre de Enseñanza. Lo hacía, por ejemplo, en un famoso
artículo escrito en 1881 y publicado en el BILE con el título
"Maestros y catedráticos". Allí se despachaba a gusto contra el
desprecio en que incurrían los catedráticos de universidad ante
todo lo pedagógico, hacia todo lo que se saliera de su estricto
cumplimiento del programa docente prescrito desde arriba para cada
asignatura. Parece que lo pedagógico quedaba para los maestros, que
tenían que vérselas con los niños, y se encontraban con frecuencia
inermes de formación y métodos de enseñanza adecuados. Al profesor
de universidad, al catedrático, parece que entonces y todavía ahora
le es suficiente con dominar o conocer su ciencia, sin dar
importancia a cómo ha de transmitirla. Y la verdad es que no es lo
mismo. Ya se quejaba, y mucho, Ortega y Gasset de sus profesores de
la universidad alemana, que en su opinión iban sobrados de ciencia
y autoridad académica, pero ayunos de estilo pedagógico y
proximidad al estudiante, con lo que en realidad no eran buenos
profesores, aunque fueran excelentes científicos.El problema no es
de ahora, es cierto, pero ello no nos consuela, porque la dimensión
pedagógica y formativa de la universidad continúa echando en falta
otra forma de enseñar y aprender, aunque algo se haya avanzado
recientemente. Y tal vez un factor que observamos ausente, como
elemento que pudiera contribuir a mitigar lagunas y ausencias
pedagógicas en muchas aulas universitarias, es la publicación de
una o varias revistas dirigidas a los profesores de educación
superior, pero con un perfil más pedagógico que estrictamente
científico.
Se dirá que ya están ahí las informaciones procedentes de los
sindicatos de profesores existentes en la universidad, pero esa es
otra línea de publicación diferente, aunque necesaria. Es verdad
que la atomización y el localismo en que han caído las
universidades no invitan a los periódicos sindicales a que vayan
allá de la información mediatizada por cada ideología sindical, a
las informaciones generales de la legislación universitaria, o a la
mención de los problemillas concretos de los profesores de cada
universidad, por muy gordos que sean éstos.
Tampoco estamos demandando ahora que nazca una nueva revista
científica del ámbito de las ciencias de la educación, que no leen
tantos profesores, y que están pensadas para rentabilizar puntos en
el camino de la alta competición para obtener premios, prebendas o
méritos en concursos de plazas, o alcanzar mejores cotas de
reconocimiento académico en la profesión.
Pero sí nos gustaría que surgieran revistas de publicación
periódica frecuente, capaces de integrar algunos aspectos
sindicales, otros de experiencias pedagógicas, algunos científicos,
otros de debates sobre temas de interés común al devenir de las
universidades, y siempre pensando en la universidad de otra manera
distinta a como ahora se quiere que avance en muchas partes del
mundo, hacia una fábrica productora de ciencia y tecnología pero
ajena a la formación de los jóvenes estudiantes y sus
profesores.
Es decir, propugnamos por instrumentos que ayuden a caminar a
nuestras universidades en una dirección humanística y pedagógica, y
no tanto en una dirección orientada a la pura rentabilidad y
pragmatismo. La institución universitaria pública no es una
fábrica, ni una empresa, sino un servicio público que forma
profesionales, personas y ofrece servicios a la comunidad, uno de
los cuales es la investigación, para avanzar y progresar, claro.
Las revistas pedagógicas, de un perfil no super especializado, pero
si motivador y pedagógico, pueden contribuir a enriquecer ese
proyecto humanístico para una universidad algo diferente.