Crónica
Cartas desde lá ilusion
Querido amigo:
En mi última carta terminaba yo
abogando por el "ser para hacer" y el "hacer para ser". Hoy sigo
abundando un poco más en esta idea que, aunque bonita en su
estética, no deja de ser difícil y compleja en su práctica.
En efecto, sabemos que el ser
consolida la acción y que la acción consolida el ser. Pero esto,
que racionalmente es fácil de captar y de entender, pragmáticamente
supone una mentalidad diferente y un esfuerzo mayor, tanto por
parte del profesorado que quiera mantener esta actitud, como por
parte de los alumnos que acepten el reto de su mejora
continuada.
En otras cartas anteriores he
reflexionado sobre el valor del esfuerzo, frente a "cánticos de
sirena" que pretenden que las cosas se consiguen con facilidad,
indicando, entonces, que nuestros alumnos deberían aprender con
facilidad, que los profesores deberíamos presentar los asuntos y
tareas para que el aprendizaje se hiciera con facilidad... En
definitiva, últimamente nos han cantado los oídos en demasiadas
ocasiones con la necesidad de hacer que el aprendizaje sea fácil,
sobre todo basándose en la aportación "inestimable" de las nuevas
tecnologías.
Pero tenemos que volver a insistir
en que nadie ha conseguido nada sin esfuerzo, ningún empresario ha
tenido éxito sin largas y tediosas horas de trabajo y dedicación,
ningún deportista ha conseguido estar "en lo más alto" sin largas y
tediosas horas de entrenamiento y de superación del sufrimiento que
supone la actividad física, ningún estratega ha conseguido un flujo
de beneficios "porque sí", sino tras largas y tediosas horas de
análisis, de planificación, de experimentación, de superación de la
frustración por lo no conseguido en un momento determinado...
En definitiva, ningún ser humano ha
logrado el éxito (en la medida en que cada uno decida) sin haber
sido capaz de sufrir y de superar las frustraciones que
necesariamente se presentan en el camino de cualquier proyecto.
En el ámbito educativo sucede lo
mismo. Nadie puede eliminar la incertidumbre de los profesores a la
hora de proponer tareas y conocimientos a sus alumnos para que
éstos sean capaces de completar sus trabajos y adquirir los
conocimientos oportunos en cada caso. Nadie puede garantizar el
éxito educativo de los alumnos basándose en los movimientos
pedagógicos al uso o tradicionales. Ni siquiera, creo, se puede
garantizar el éxito sobre la base exclusiva del esfuerzo de los
alumnos... Pero, aunque no se garantice ni se pueda garantizar
nunca, algo sí es cierto en el campo educativo: el esfuerzo, el
trabajo, el amor por lo que cada uno hace y la valoración que los
propios alumnos hacen de su trabajo, son parámetros que están en la
base del posible éxito futuro...
No quiero parecer pesimista, sino
todo lo contrario. Los educadores tenemos la obligación de hacer y
plantear todo lo que consideremos mejor para nuestros alumnos, pero
no les engañemos con facilismos ni con igualitarismos fútiles.
Nuestros alumnos merecen conocer la realidad y barajar sus
posibilidades para hacerse "grandes", cada uno a su medida, en
función de su esfuerzo y su capacidad de superación.
Mi plan para este curso es
conseguir que mis alumnos se acepten a sí mismos con sus
capacidades y ayudarles a superarse en el esfuerzo por conseguir el
éxito. Nada será más gratificante.