Opinião

Crónica
Cartas desde lá ilusion

Juan A. Castro PosadaQuerido amigo:

En mi última carta terminaba yo abogando por el "ser para hacer" y el "hacer para ser". Hoy sigo abundando un poco más en esta idea que, aunque bonita en su estética, no deja de ser difícil y compleja en su práctica.

En efecto, sabemos que el ser consolida la acción y que la acción consolida el ser. Pero esto, que racionalmente es fácil de captar y de entender, pragmáticamente supone una mentalidad diferente y un esfuerzo mayor, tanto por parte del profesorado que quiera mantener esta actitud, como por parte de los alumnos que acepten el reto de su mejora continuada.

En otras cartas anteriores he reflexionado sobre el valor del esfuerzo, frente a "cánticos de sirena" que pretenden que las cosas se consiguen con facilidad, indicando, entonces, que nuestros alumnos deberían aprender con facilidad, que los profesores deberíamos presentar los asuntos y tareas para que el aprendizaje se hiciera con facilidad... En definitiva, últimamente nos han cantado los oídos en demasiadas ocasiones con la necesidad de hacer que el aprendizaje sea fácil, sobre todo basándose en la aportación "inestimable" de las nuevas tecnologías.

Pero tenemos que volver a insistir en que nadie ha conseguido nada sin esfuerzo, ningún empresario ha tenido éxito sin largas y tediosas horas de trabajo y dedicación, ningún deportista ha conseguido estar "en lo más alto" sin largas y tediosas horas de entrenamiento y de superación del sufrimiento que supone la actividad física, ningún estratega ha conseguido un flujo de beneficios "porque sí", sino tras largas y tediosas horas de análisis, de planificación, de experimentación, de superación de la frustración por lo no conseguido en un momento determinado...

En definitiva, ningún ser humano ha logrado el éxito (en la medida en que cada uno decida) sin haber sido capaz de sufrir y de superar las frustraciones que necesariamente se presentan en el camino de cualquier proyecto.

En el ámbito educativo sucede lo mismo. Nadie puede eliminar la incertidumbre de los profesores a la hora de proponer tareas y conocimientos a sus alumnos para que éstos sean capaces de completar sus trabajos y adquirir los conocimientos oportunos en cada caso. Nadie puede garantizar el éxito educativo de los alumnos basándose en los movimientos pedagógicos al uso o tradicionales. Ni siquiera, creo, se puede garantizar el éxito sobre la base exclusiva del esfuerzo de los alumnos... Pero, aunque no se garantice ni se pueda garantizar nunca, algo sí es cierto en el campo educativo: el esfuerzo, el trabajo, el amor por lo que cada uno hace y la valoración que los propios alumnos hacen de su trabajo, son parámetros que están en la base del posible éxito futuro...

No quiero parecer pesimista, sino todo lo contrario. Los educadores tenemos la obligación de hacer y plantear todo lo que consideremos mejor para nuestros alumnos, pero no les engañemos con facilismos ni con igualitarismos fútiles. Nuestros alumnos merecen conocer la realidad y barajar sus posibilidades para hacerse "grandes", cada uno a su medida, en función de su esfuerzo y su capacidad de superación.

Mi plan para este curso es conseguir que mis alumnos se acepten a sí mismos con sus capacidades y ayudarles a superarse en el esfuerzo por conseguir el éxito. Nada será más gratificante.

 
 
Edição Digital - (Clicar e ler)
 
 
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